Amir D. Aczel (1950-2015) fue un físico-matemático israelí particularmente destacado como conferencista sobre las matemáticas y la ciencia y divulgador de la ciencia.
Egresado en 1975 de la carrera de matemáticas en la Universidad de California Berkeley, Aczel completó un doctorado en estadística por la Universidad de Oregon varios años después, y se formó como un experto en la teoría de números, la historia de la ciencia y la historia de las matemáticas.
Trabajó como profesor de matemáticas en universidades de California, Alaska, Massachusetts, Italia y Grecia. Más tarde, se volvió profesor de la Universidad Bentley en Massachusetts donde enseñó clases sobre la historicidad de la ciencia. También llegó a ser catedrático en la Universidad de Harvard del 2005 al 2007 y fue miembro de la Fundación Memorial J. S. Guggenheim. Desde el 2003, Aczel trabajó como investigador en el Centro de Filosofía e Historia de la Ciencia de la Universidad de Boston y hacia el 2011 se volvió profesor de matemáticas en la Universidad de Massachusetts, Boston.
Aczel fue también un autor de al menos 18 libros que ayudaron a la popularización de la ciencia con un lenguaje que no es técnico y es comprensible para un público en general. Su libros trataban especialmente el área de las matemáticas y la percepción de la ciencia y algunos de ellos llegaron a ser best-sellers internacionales y un par de estos libros fueron financiados por el Instituto de Física Estadounidense.
Su libro más destacado sea quizá "El último teorema de Fermat" (1996) que llegó a ser un best-seller en Estados Unidos y recibió una notoriedad especial en los medios de comunicación, donde fue catalogado como "una historia de un tesoro enterrado,... enraizado en el placer del conocimiento puro" (Bernstein, 1996).
Algunos otros de sus libros fueron "La ecuación de Dios: Einstein, Relatividad, y el Universo en expansión" (1999), "El cuaderno secreto de Descartes" (2005), "Presente en la Creación" (2010) donde trata el tema del bosón de Higgs, la materia oscura, la energía oscura, el misterio de la antimateria, la supersimetría y las dimensiones del espacio-tiempo; y "Encontrando al Cero" (2015) que trata acerca de uno de los descubrimientos de arqueología matemática más notable en los últimos tiempos: el descubrimiento del cero.
Un libro particularmente interesante empezó a engendrarse cuando Amir Aczel, como escritor de ciencia reconocido, escuchó de la publicación del libro "A Universe From Nothing" de Lawrence M. Krauss, lo adquirió, y al leerlo comenzó a escribir tantas notas sobre las razones por las cuales estaba en desacuerdo con el autor, que consideró escribir un libro propio en donde explicara porqué no creía que el universo hubiese emergido de la nada.
El resultado fue el penúltimo libro de Amir, titulado: “Why Science Does Not Disprove God” ('Por qué la ciencia no refuta a Dios', 2014) donde el matemático comentó en contra de las ideas del movimiento del nuevo ateísmo y debatió a personajes como Richard Dawkins con un punto de vista en que afirmaba:
"Hoy en día, los ateos realmente tienen una prescencia muy fuerte en los medios de comunicación y dicen que la ciencia ha refutado la existencia de Dios. No estoy de acuerdo con eso... El estado de la ciencia actualmente no está en ningún punto en el que podemos decir que no hay Dios" (cit. en Wernick, 2014).
Aczel dijo que escribió este libro para defender la integridad de la ciencia:
"He hablado con muchísimos científicos, entrevistándolos para todos mis libros. He estudiado la ciencia a profundidad. Para mí, decir que no hay Dios y que esto lo prueba la ciencia es algo simplemente equivocado. Tampoco se trata la ciencia de eso, de cualquier manera... He entrevistado a algunos científicos que son creyentes, pero quizá muchos de ellos no hablan mucho al respecto" (cit. en Wernick, 2014).
En su libro, el matemático incluyó algunos capítulos que desarrolló abarcando temas como:
- "La coevolución de la ciencia y la religión tempranas" (Capítulo 1)
- "Por qué la arqueología no refuta la Biblia" (Capítulo 2)
- "Einstein, Dios y el Big Bang" (Capítulo 5)
- "Dios y la cuántica" (Capítulo 6)
- "El engaño del 'universo a partir de la nada' " (Capítulo 7)
- "Dios, las matemáticos y la probabilidad" (Capítulo 9)
- "Las catástrofes, el caos y los límites del conocimiento humano" (Capítulo 10)
- "Entre Dios y el principio antrópico" (Capítulo 11)
- "Por qué fracasa el argumento 'científico' a favor del ateísmo" (Capítulo 15)
"¿Cómo podemos decir que no hay un Dios detrás de todo esto? [El universo] parece tan intrincado, tan complejo, tan bien estructurado, que sólo porque hayamos aprendido al respecto, esto no significa que no hay Dios. No es que hayamos aprendido 'demasiado'. Es que creo que no hemos alcanzado un punto en el que podemos refutar la existencia de Dios. Cuanta más ciencia aprendemos, más vemos que hay una estructura en el universo que es muy poco probable que haya ocurrido por sí misma...
Si para crear un universo se requiere un Dios, ¿cuántos otros dioses se necesitarían para crear un infinito número de multiversos? Con esto quiero decir que [el argumento de los multiversos] sólo hace que Dios sea más omnipotente al crear un número infinito de universos...
El multiverso es una cuestión de fe porque no conocemos acerca de otros universos, a excepción del nuestro. Así que, hoy en día los científicos hablan de cosas como 'cerebros incorpóreos'. Para mí eso suena como 'ángeles'. Se vuelve una cuestión de fe, de una u otra manera".
A finales del 2014, Aczel escribió para la revista TIMES un ensayo titulado: "Por qué la ciencia no refuta la existencia de Dios" donde escribió:
"La biología, la física, las matemáticas, la ingeniería y la medicina nos ayudan a entender el mundo, pero hay mucho en la vida que sigue siendo un misterio.
Un cantidad considerable de libros y artículos recientes quieren hacernos creer que, de alguna manera, la ciencia ha refutado la existencia de Dios. Sabemos mucho acerca de cómo funciona el universo; sus autores afirman que Dios es simplemente innecesario: que podemos explicar todos los funcionamientos del universo sin la necesidad de un Creador.
Es cierto que la ciencia nos ha traído una inmensa cantidad de comprensión. La suma total del conocimiento humano se duplica más o menos cada dos años o menos.... En química, entendemos las reacciones más complicadas entre átomos y moléculas, y en la biología sabemos cómo funciona la célula viva y se ha trazado todo nuestro genoma.Pero, ¿esta vasta base de conocimientos refutarla existencia de algún tipo de fuerza externa preexistente que pueda haber puesto nuestro universo en función?...¿Acaso la ciencia moderna, desde principios del siglo 20, ha demostrado que no hay Dios, como algunos comentaristas afirman hoy en día?
La ciencia es un asunto maravilloso; increíble: nos enseña sobre la vida, el mundo y el universo. Pero no nos ha revelado por qué el universo comenzó a existir ni lo que precedió a su nacimiento... Tampoco explica uno de los mayores misterios para la ciencia misma: ¿Cómo surgió la conciencia en los seres vivos? ¿De dónde vino el pensamiento simbólico y la autoconciencia? ¿Qué es lo que permite que los seres humanos comprendan los misterios de la biología, la física, las matemáticas, la ingeniería y la medicina? ¿Y qué es lo que nos permite crear grandes obras de arte, música, arquitectura y literatura? La ciencia no está nada cerca de explicar estos misterios profundos.
Pero mucho más importante que estos enigmas es la pregunta persistente de la sintonía exacta en los parámetros del universo: ¿Por qué nuestro universo tiene tanta precisión hecha a medida para el surgimiento de la vida? Esta pregunta no ha sido contestada satisfactoriamente, y creo que nunca va a encontrar una resolución científica. Porque, cuanto más profundizamos en los misterios de la física y la cosmología, más intrincado e increíblemente complejo se muestra el universo. Para explicar el comportamiento de la mecánica cuántica de una sola partícula diminuta se requieren páginas y páginas de matemáticas muy avanzadas. ¿Por qué incluso las partículas más pequeñas de la materia son tan increíblemente complejas? Parece que hay una gran "sabiduría" escondida, o una estructura, un plano, o un modelo complicado, incluso para el elemento con el aspecto más sencillo de la naturaleza. Y la situación se vuelve mucho más abrumadora a medida que ampliamos nuestra visión hacia el cosmos entero.
¿Por qué todo lo que necesitamos para existir llegó a existir? ¿Cómo fue posible todo esto sin algún poder externo latente que orquestara la danza precisa de las partículas elementales necesarias para la creación de todos los elementos esenciales de la vida?
El gran matemático británico Roger Penrose ha calculado, basado tan sólo en uno de los cientos de parámetros del universo físico, que la probabilidad de que un cosmos que diera vida apareciera como si nada es de 1 dividido por 10, elevado a la potencia 10, y aumentado a la potencia de 123. Este es un número tan cercano al cero como jamás alguien lo haya imaginado. (La probabilidad es mucho, mucho más pequeña que la de ganar el premio mayor de la lotería cada uno de los días que el universo ha existido).
Los científicos ateos han batallado para explicar este misterio inquietante sugiriendo la existencia de un multiverso — un conjunto infinito de universos, cada uno con sus propios parámetros. En algunos universos, las condiciones no son aptas para la vida; sin embargo, por el gran tamaño de este supuesto multiverso, debe haber un universo en el que todo sea propio. Pero si se necesita de un inmenso poder natural para poder crear un universo, entonces ¿cuánto más poderosa tendría que ser esa fuerza para poder crear un número infinito de universos? Por esta razón, la sóla hipótesis del multiverso no resuelve el problema de Dios.
La increíble sintonía del universo presenta el argumento más poderoso para la existencia de una entidad creadora inmanente que bien podemos llamar Dios. A falta de pruebas científicas convincentes de lo contrario, puede verse que este poder es necesario para hacer que todos los parámetros que necesitamos para nuestra existencia cosmológicos, física, química, biológica y cognitiva, sean lo que son.
La ciencia y la religión son dos caras del mismo profundo impulso humano para comprender el mundo, para conocer nuestro lugar en él, y para maravillarse ante la maravilla de la vida y el cosmos infinito que nos rodea. Vamos a mantenerlos de esa manera, y no dejar que haya un intento de que uno usurpe el papel del otro" (Aczel, 2014).
Aczel fue relativamente influenciado por Albert Einstein, de quien escribió bastante al respecto. En una entrevista, el israelí declaró:
"Él hizo tantas declaraciones acerca de Dios que me pareció inevitable no creer que él creyera en una especie de Dios: dijo que el Dios de Moisés, el Dios de la naturaleza, y yo leí muchos de sus escritos para dos de mis libros que tenían que ver con Einstein, y mi padre que era un experto en alemán me ayudó a traducir algunas de las cartas de Einstein que nunca se habían publicado hasta entonces, e incluso en esas cartas él hablaba acerca de Dios... él decía 'El Señor puede ser sutil, pero no es malicioso'; 'Quiero conocer los pensamientos de Dios. El resto son detalles'; él hablaba sobre Dios todo el tiempo".
En el 2008, el periodista Andrés Roemer entrevistó a Amir D. Aczel, y ante la pregunta, "¿Crees en Dios?", el matemático contestó:
"Pienso que el Dios en el que yo creo es el Dios que creó el Universo, sea la fuerza que sea; y que las leyes del universo están escondidas a nosotros, de la misma manera en que las leyes de la probabilidad están escondidas y debemos descubrirlas y tratar de usarlas. Las leyes de la física están escondidas... el problema es que no lo sabemos todo, si supiéramos todo, no habría probabilidad. Para un Ser Supremo, no habrían dados, porque, sabes lo que pasaría.
El problema es, si consideras el caos, por ejemplo, si tomas la teoría del caos: el más mínimo cambio. Creo que mucha gente ha oído que [según esta teoría] una mariposa en China podría provocar huracanes en las costas de los Estados Unidos o en México: así que, la idea es qe el cambio más pequeño, incluso un cambio diminuto, podría causar después un cambio mucho mayor.
No podemos medir los cambios pequeños, porque nuestras matemáticas no son lo suficientemente buenas. No tenemos suficiente poder computacional para saber lo que pasará. Necesitamos de la probabilidad y la necesitamos en la física porque la mecánica cuántica no funciona sin la probabilidad. Es una limitación de nuestra mente, quizá... Somos seres pensantes, no somos computadoras. Si fuésemos computadores y algo pasara o alguien tuviese un accidente (pasó en mi familia; alguien tuvo un terrible accidente); estaba muy preocupado y, al final, nada sucedió. Pero lo primero que uno dice es: "Gracias a Dios".
Si pensaras en la manera en la que alguien como yo pensaría, habrías dicho, 'bueno: la probabilidad era muy baja'. De alguna manera es una paradoja. Nos volvemos menos humanos si solamente pensamos en la probabilidad o si solamente pensamos en la ciencia".
Aczel murió a los 65 años en el 2015, en Nimes, al sur de Francia.
Bibliografía
Aczel, Amir D. 7 de mayo de 2015. My Quest to Find the First Zero. TIME Magazine. Consultado a partir de: http://time.com/3845786/my-quest-to-find-the-first-zero/ (27 de diciembre de 2015)
Aczel, Amir D. 27 de abril de 2014. Why Science Does Not Disprove God. TIME Magazine. Consultado a partir de: http://time.com/77676/why-science-does-not-disprove-god/ (27 de diciembre de 2015)
Aczel, Amir. 2014. Why Science Does Not Disprove God. Harper Collins. ISBN 978-0-062-23061-4
Bernstein, Richard. 16 de diciembre de 1996. Finding Buried Treasure in Beautiful Mathematics. The New York Times. Consultado a partir de: http://www.nytimes.com/1996/12/16/books/finding-buried-treasure-in-beautiful-mathematics.html (27 de diciembre de 2015)
Grimes, William. 7 de diciembre de 2015. Amir Aczel, Author of Scientific Cliffhanger, Dies at 65. The New York Times. Consultado a partir de: http://www.nytimes.com/2015/12/08/science/amir-aczel-author-of-scientific-cliffhanger-dies-at-65.html?_r=1 (27 de diciembre de 2015)
ScienceFriday. ‘Amir Aczel: Why Science Does Not Disprove God’. http://www.sciencefriday.com/segments/amir-aczel-why-science-does-not-disprove-god/ (ENTREVISTA: 27 de diciembre de 2015)
Schudel, Matt. 12 de diciembre de 2015. "Amir D. Aczel, author of ‘Fermat’s Last Theorem’ and other best sellers, dies". The Washington Post. Tomado de: https://www.washingtonpost.com/entertainment/books/amir-d-aczel-author-of-fermats-last-theorem-and-other-best-sellers-dies/2015/12/12/4e4b88aa-9de0-11e5-bce4-708fe33e3288_story.html (27 de diciembre de 2015)
Wernick, Adam. 25 de abril de 2014. 'Does God exist? Can science really disprove that?'. PRI. Tomado a partir de: http://www.pri.org/stories/2014-04-25/does-god-exist-can-science-really-disprove (27 de diciembre de 2015)