viernes, 17 de octubre de 2014

Adolphe Quetelet: Límites sociales, universales, morales, y divinos

(Lambert) Adolphe (Jacques) Quetelet (1796-1874) fue un astrónomo, matemático, estadístico, criminólogo, naturalista y sociólogo belga. Un influyente intelectual que introdujo métodos estadísticos a las ciencias sociales, y el fundador y director del Observatorio de Bruselas.

Es considerado uno de los padres de la estadística moderna, un precursor directo de la sociología, uno de los fundadores del enfoque de la psicología diferencial, y un hombre que dio grandes aportaciones al estudio de la criminología. Como una figura influyente en ésta última disciplina, Quetelet desarrolló un análisis estadístico, expresando que existían relaciones entre la delincuencia y otros factores sociales. Entre sus conclusiones relacionó el índice de criminalidad con algunos factores como edad, género, clima, pobreza, educación, y consumo de alcohol.

Doctorado en matemáticas en 1819 por la Universidad de Gante, este científico fue hecho miembro de la Real Academia desde 1820, y fue elegido miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias en 1850.

Su creencia en Dios

Al comentar sobre la ciencia estadística, Quetelet manifestó que "La estadística es generalmente considerada como una ciencia moderna; y tenemos razones para considerarla como tal." Sin embargo, también reconoció que "Su existencia, es cierto, ya era evidente en los libros de los más antiguos: la Biblia ofrece muchos ejemplos, especialmente en lo que respecta a los censos de población" (Quetelet, 1865: IXIV).

De hecho, en extractos de sus obras Quetelet dejó entrever que apreciaba las Escrituras. Así lo declara en otra obra titulada "Historia de las ciencias matemáticas y físicas en Bélgica". Al comentar algo sobre la influencia de Grecia en la historia de su país, el astrónomo también comentó:
"A este país le debemos el habernos enseñado a combinar la fuerza física del poder del pensamiento, que es de principal apoyo. 
No tenemos que considerar aquí la influencia moral y religiosa; sus modalidades pueden haber variado, pero la primera tradición a la que hemos llegado se la debemos al pueblo hebreo. 
La religión de los griegos, de hecho, es el resultado de la imaginación demasiado fértil; no sobrevivió a las personas que nos dieron sus ideas intelectuales, y, por lo tanto, no puede establecerse una base en sus principios religiosos.
Por el contrario, afortunadamente conservamos la Biblia, este antiguo libro, el primer monumento de la influencia moral del hombre" (Quetelet, 1864, p. 2).
Quetelet consideraba que las partes morales e intelectuales de nuestro ser debían ser sometidas a leyes, tan rigurosas e invariables como aquellas a las que la naturaleza física se sometía. Consciente de los inmensos límites humanos y el omnipoder de Dios, Quetelet escribió una carta donde expresaba:
"[Al] entender mejor la debilidad del hombre, y el poder del Supremo, nos impresiona la constancia inflexible de las leyes que regulan la marcha de los mundos, y que presiden la sucesión de las generaciones humanas."(Quetelet, 1981, p. 132).
En su época, la ciencia de la probabilidad y la estadística se utilizaban principalmente en la astronomía de la época, con el fin de tener una idea de los errores de medición. Él, sin embargo, fue de los primeros que trató de aplicarlas a las ciencias sociales, presentando una planificación de lo que llamó "física social":
"Este gran conjunto (el cuerpo social) subsiste en virtud de principios conservadores, como lo hace todo lo que se ha procedido de las manos del Todopoderoso... Cuando pensamos que hemos alcanzado el punto más alto de la escala, nos encontramos con leyes tan fijas como las que gobiernan los cuerpos celestes: volteamos hacia los fenómenos de la física, donde la voluntad o libre albedrío del hombre se despeja por completo, por lo que la obra del Creador puede predominar sin obstáculos. La colección de estas leyes, que existen independientemente del tiempo y de los caprichos del hombre, formar una ciencia aparte, que he considerado nombrar como "física social." [Quetelet. Letters. Citado en: Hankins, Frank Hamilton. 1908. "Adolphe Quetelet as Statistician." Columbia University, Longmans, Green & Company, agents, Cap. IV. p. 99; & "Studies in History, Economics, and Public Law." Columbia University Press, (1908). p. 541.]
En su libro, Un tratado sobre el hombre y el desarrollo de sus facultades (1842), Adolphe Quetelet reconoció el papel de la religión como un agente de cambio moral y reformador en la sociedad:
"A partir de la examinación de las cifras, me creí justificado en inferir, como una consecuencia natural, que, en circunstancias dadas, y bajo la influencia de las mismas causas, podemos atestiguar la repetición de los mismos efectos, la reproducción de los mismos crímenes, y las mismas convicciones.... Estamos plenamente convencidos de que las leyes, la educación, la religión y ejercer una influencia saludable en la sociedad, y que las causas morales tienen sus efectos certeros...
En un estado dado de la sociedad, descansando bajo la influencia de ciertas causas, se producen efectos regulares, que oscilan, por decirlo así, alrededor de un punto medio fijo, sin sufrir alteraciones sensibles. Observe que he dicho "bajo la influencia de las mismas causas." Si la causa fuera cambiada, los efectos también se modificarían necesariamente. Porque las leyes y los principios de la religión y la moralidad son causas de influencia, no solo tengo la esperanza que unos no, sino la convicción positiva de que la sociedad puede ser mejorada y reformada.  No se espere, sin embargo, que los esfuerzos para la regeneración moral del hombre puede ser coronados con éxito inmediato; las operaciones sobre masas son siempre lentos en su progreso, y sus efectos son necesariamente distantes.

Pero, se podría preguntar de nuevo, ¿qué sucede con el libre albedrío y la acción humana? A la vista de los hechos, no tengo que entretenerme en esa pregunta, tantas veces debatida. Sin embargo, no puedo pasarla por alto completamente en silencio, porque árece involucrar a una de las leyes más admirables de la conservación de la naturaleza: una ley que presenta una nueva prueba de la sabiduría del Creador, y una sobre la que [unos] no han mirado, con sus estrechos puntos de vista sobre la organización moral del hombre. 
Es necesario, pues, admitir que el libre albedrío se ejercita dentro de límites indefinidos, si es que uno no quiere incurrir en el reproche de negarlo por completo. Mas, con todas las locuras que han pasado por la cabeza del hombre, con todas las perversas inclinaciones que han desolado la sociedad, ¿que habría sido de toda nuestra raza durante los tantos siglos pasados? 
Todos esos flagelos han ocurrido, y ni el hombre ni sus facultades han sufrido alteraciones en sus facultades intelectuales, en la medida al menos en que nuestras observaciones puedan determinar. Esto es porque el mismo dedo que ha fijado los límites para el mar, ha establecido límites similares a las pasiones de los hombres - porque la misma voz ha dicho a ambas: "¡Hasta aquí llegarás, y no más allá!" [Quetelet, Adolphe. (1842). A treatise on man and the development of his faculties. Preface.]


Bibliografía.

Quetelet, Adolphe (1849). ''Letters Addressed to H.R.H. the Grand Duke of Saxe Coburg and Gotha: On the Theory of Probabilities, as Applied to the Moral and Political Sciences''. C. & E. Layton

Quetelet, Adolphe; ed. por Beamish, Richard (1849). "Popular Instructions on the Calculation of Probabilities". J. Weale. 

Quetelet, Adolphe. (1864).  "Histoiredes Sciences Mathématiques et Physiques chez les Belges." Bruxelles M. Hayez.

Quételet, Adolphe. (1865). Xavier Heuschling. 1865. "Statistique internationale: (population) publiée avec la collaboration des statisticiens officiels des différents états de l'Europe et des États-Unis D'Amérique." Hayez. 

Quételet, Adolphe (1981). "Letters addressed to H.R.H. the Grand Duke of Saxe Coburg and Gotha, on the theory of probability." Arno Press.

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