sábado, 22 de noviembre de 2014

"Amando a tus enemigos" (por Martin Luther King Jr.)

"Amando a tus enemigos "


Sermón escrito por el Reverendo Martin Luther King Jr.; Premio Nobel de la Paz (1964)
predicado en la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter, en Montgomery, Alabama,
el 17 de noviembre 1957.



"Quiero usar como objeto de lo que voy predicar esta mañana un tema muy familiar, y es familiar para ustedes porque he predicado de este tema dos veces antes de que estuviera en este púlpito. Trato de que sea una especie de costumbre o tradición el predicar de este pasaje de la Escritura, al menos, una vez al año, añadiendo nuevas ideas que me vienen en el camino de nuevas experiencias al dar estos mensajes. Aunque el contenido es básicamente el mismo, nuevas ideas y nuevas experiencias sirven naturalmente para dar nuevos ejemplos.

Así que quiero atraer su atención a este asunto: Amando a tus enemigos. Esto es tan básico para mí porque es parte de mi orientación filosófica y teológica básica — la completa idea del amor, la completa filosofía del amor. En el quinto capítulo del Evangelio registrado por San Mateo, leemos estas palabras muy llamativas fluyendo de los labios de nuestro Señor y Maestro: 
"Habéis oído que se ha dicho, 'Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.' Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan. para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos" [Mateo 5:38-45Lucas 6:27-36]
Ciertamente se trata de grandes palabras, palabras elevadas a proporciones cósmicas. Y a lo largo de los siglos, muchas personas han alegado de que se trata de un mandato extremadamente difícil. Muchos irían tan lejos como para decir que  simplemente no es posible llegar esto a la práctica real de este mandato glorioso; llegarían a decir que esto es sólo una prueba más de que Jesús era un idealista impracticable que nunca vino a la tierra. Argumentos así, abundan. Pero lejos de ser un idealista impracticable, Jesús se ha convertido en el realista práctico. Las palabras de este texto brillan a nuestros ojos con una nueva urgencia. Lejos de ser la medida cautelar piadosa de un soñador utópico, este mandato es una necesidad absoluta para la supervivencia de nuestra civilización. Sí, es el amor lo que salvará a nuestro mundo y a nuestra civilización, el amor, incluso hacia los enemigos.

Ahora, permítanme apurarme a decir que Jesús fue muy serio cuando dio esta orden; él no estaba jugando. Él se daba cuenta de que es difícil amar a tus enemigos. Él se daba cuenta de que es difícil amar a aquellas personas que tratan de derrotarte, esas personas que dicen cosas malas sobre ti. Él se daba cuenta de que era dolorosamente duro, apremiantemente difícil. Pero Él no estaba jugando. Y no podemos descartar este pasaje como un ejemplo más de hipérbole oriental, o sólo una especie de exageración para comunicar el asunto. Ésta es una filosofía básica de todo lo que escuchamos que viene de los labios de nuestro Maestro. Porque Jesús no estaba jugando; porque Él fue serio. Tenemos la responsabilidad cristiana y moral de tratar de descubrir el significado de estas palabras, y de descubrir cómo podemos vivir en base a este mandato, y por qué debemos vivir por este mandato.

Ahora primero vamos a ocuparnos de esta cuestión, que es la cuestión práctica: ¿Cómo le haces para amar a tus enemigos? Creo que lo primera es lo siguiente: Para amar a tus enemigos, debes comenzar por analizarte a tí mismo. Y estoy seguro de que les parece extraño, que empiezo diciendo esta mañana que ustedes empiezan a amar a sus enemigos al echar un vistazo a sí mismos. Me parece que esa es la primer manera y la más principal para llegar a un descubrimiento adecuado del cómo es esta situación.

Ahora, estoy consciente del hecho de que a algunas personas ustedes no les van a agradar, no a causa de algo que ustedes les hayan hecho, sino simplemente porque ustedes no les caerán bien. Estoy muy consciente de ello. A algunas personas no les va a gustar la manera en que caminas; a algunas personas no les va a gustar la manera en la que hablas; a algunas personas no les van a caer bien porque ustedes  pueden hacer su trabajo mejor de lo que ellas pueden hacer el suyo. A algunas personas no les van a caer bien a causa de otras personas como tú, o porque eres popular, o porque eres muy querido, no les van a agradar. A algunas personas no les va a agradar porque tu pelo es un poco más corto que el de ellas o su pelo es un poco más largo que el de ellas. A algunas personas no les vas a agradar porque tu piel es un poco más brillante que la de ellas; y a otros no les va a caer bien porque tu piel es un poco más oscura que la de ellas. Así que hay algunas personas a las que no les vas a caer bien. Te van a rechazar, no por algo que les hayas hecho, sino debido a diversas reacciones celosas y otras reacciones que son muy frecuentes en la naturaleza humana.

Pero después de ver estas cosas y admitir estas cosas, debemos enfrentarnos al hecho de que una persona puede tener aversión a nosotros debido a algo que nosotros le hayamos hecho hace mucho tiempo, a algún atributo de la personalidad que tengamos, a algo que hayamos hecho en el pasado y hayamos olvidado; pero que fue algo que haya despertado una respuesta de odio en el otro individuo. Por eso es que digo, comiencen con ustedes mismos: puede que haya algo dentro de ustedes que haya suscitado la trágica respuesta de odio en la otra persona.

Esto es cierto en nuestra lucha internacional. Nos fijamos en la lucha, la lucha ideológica entre el comunismo por un lado y la democracia en el otro, y vemos la lucha entre Estados Unidos y Rusia. Ahora, ciertamente, nunca podremos dar nuestra lealtad al estilo de vida soviético, al estilo de vida comunista, porque el comunismo está basado en un relativismo ético y un materialismo metafísico que ningún cristiano puede aceptar. Cuando nos fijamos en los métodos del comunismo, una filosofía en donde de alguna manera el fin justifica los medios, no podemos aceptar eso porque creemos como cristianos que el fin es pre-existente a los medios. Pero a pesar de todas las debilidades y males inherentes en el comunismo, debemos al mismo tiempo ver las debilidades y los males dentro de la democracia.

La democracia es la mejor forma de gobierno que en mi opinión el hombre haya concebido, pero la debilidad es que nunca la hemos tocado. ¿No es cierto que muchas veces hemos abandonado las necesidades de las masas para darle lujos a las clases? ¿No es cierto que muchas veces en nuestra democracia hemos pisoteado individuos y razas con los pies de hierro de la opresión? ¿No es cierto que a través de nuestras potencias occidentales hemos perpetuado el colonialismo y el imperialismo? Y todas estas cosas deben tenerse en consideración mientras miramos a la U.R.S.S. Tenemos que enfrentar el hecho de que el golpe rítmico de los rumores profundos del descontento de Asia y de África, en el fondo es una revuelta contra el imperialismo y el colonialismo perpetuado por la civilización occidental todos esos años. El éxito del comunismo en el mundo de hoy se debe al fracaso que la democracia ha tenido al no practicar los nobles ideales y principios inherentes en su sistema.

Y esto es lo que quiere decir Jesús cuando dijo: "¿Cómo es que quieres ver la paja en el ojo de tu hermano y no ver la viga en tu propio ojo?" O, para ponerlo en la traducción de Moffatt: "¿Cómo es que ves la astilla en el ojo de tu hermano y no puedes ver el tablón que está en tu propio ojo?" Y esta es una de las tragedias de la naturaleza humana. Así que comenzamos a amar a nuestros enemigos y amar a esas personas que nos odian, ya sea en la vida colectiva o en la vida individual, al  mirarnos a nosotros mismos.

Una segunda cosa que una persona debe hacer para tratar de amar a su enemigo es descubrir el elemento bueno en su enemigo, y cada vez que comiencen a odiar a esa persona y a pensar en odiar a esa persona, dense cuenta de que hay algo bueno allí y miren esos puntos buenos que pueden sobre-equilibrar los puntos malos.

Les he dicho a ustedes en muchas ocasiones que cada uno de nosotros parece tener algo de una personalidad esquizofrénica: estamos separamos y divididos contra nosotros mismos, y hay una especie de guerra civil teniendo lugar en todas nuestras vidas. Hay un sur recalcitrante de nuestra alma rebelándose contra el norte de nuestra alma, y está una continua adentro de la misma estructura de la vida de cada individuo. Hay algo dentro de todos nosotros que nos hace exclamar con Ovidio, el poeta latino: "Veo y apruebo las mejores cosas de la vida, pero hago las cosas malas." Hay algo dentro de todos nosotros que nos hace exclamar con Platón que la personalidad humana es como un auriga con dos caballos impetuosos, cada uno queriendo ir en diferentes direcciones. Hay algo dentro de nosotros que nos hace exclamar con Goethe: "Hay suficientes cosas en mí para hacer tanto a un caballero como a un granuja." Hay algo dentro de nosotros que nos hace exclamar con el Apóstol Pablo: veo y apruebo las mejores cosas de la vida, pero las cosas malas, "eso hago."

De alguna manera, los "seres" de nuestra naturaleza presente, no está en armonía con los "deber seres" eternos que siempre nos confrontan. Y esto simplemente significa esto: Que en lo mejor de nosotros, hay algo de malo, y en el peor de nosotros, hay algo de bueno. Cuando llegamos a ver esto, tomamos una actitud diferente hacia los individuos. La persona que más te odia, tiene algo bueno en él; incluso la nación que más odia, tiene algo bueno en ella; incluso la raza que más odia, tiene algo bueno en ella. Y cuando llegas al punto en que miras el rostro de cada hombre y ves muy dentro de él lo que la religión llama "la imagen de Dios", comienzas a amarlo a pesar de. No importa lo que haga, ves la imagen de Dios allí. Hay un elemento de bondad del que nunca puede deshacerte. Descubran el elemento bueno en su enemigo. Y al tratar de odiarlo, encuentren el centro de la bondad y ponga su atención allí y entonces tendrán una nueva actitud.

Otra manera en la que amas a tu enemigo es esta: Cuando se presenta la oportunidad para que derrotes a tu enemigo, ese es el momento en que debes decidir no hacerlo. Llegará un tiempo, en muchos casos, cuando la persona que más te odia, la persona que más ha abusado de ti, la persona que más ha chismeado sobre ti, la persona que más ha propagado rumores falsos acerca de ti, llegará un momento en el que tendrás la oportunidad de causar daño a esa persona. Puede que sea en términos de una recomendación para un trabajo; puede que sea en términos en los que puedas ayudar a esa persona a avanzar en la vida y ese es el tiempo en el que debes hacerlo; ese es el significado del amor. En el análisis final, el amor no es este 'algo' sentimental del que se habla. No es meramente una cosa emocional. El amor es  buena voluntad, comprensiva, creativa, hacia todos los hombres. Es la negativa a causar daño a cualquier individuo. Cuando te elevas al nivel de amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas que son atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema.

La lengua griega, como lo he dicho antes tantas veces, es muy poderosa en este punto. Viene a asistirnos bellamente para señalarnos el verdadero significado y la profundidad de toda la filosofía del amor. Y creo que es muy a propósito en este punto, porque ves que la lengua griega tiene tres palabras para el amor, curiosamente. Habla de amor como "eros"; esa es una palabra para el amor. "Eros" es una especie de amor estético; Platón habla bastante de éste en sus diálogos, como una especie de anhelo del alma por el reino de los dioses. Y ha llegado a nosotros a ser una especie de amor romántico, aunque es un hermoso amor. Todos han experimentado el eros en su belleza plena cuando encuentras que una persona te resulta atractiva y que sientes volcarás todo tu gusto y tu amor en esa persona. Eso es eros, ven, y es un amor poderoso, hermoso, que es tratado a través de toda la belleza de la literatura, leemos sobre eso.

Luego, la lengua griega habla sobre "filia," y ese es otro tipo de amor que también es hermoso. Es una especie de afecto íntimo entre amigos personales. Y este es el tipo de amor que ustedes tienen por aquellas personas con las que son amistosas, sus amigos más cercanos, o las personas a las que llamas por teléfono y con las que sales a comer, y su compañero de cuarto en el colegio, y esa clase de tratos.  

Es una especie de amor recíproco. A este nivel, te cae bien esa persona porque a esa persona le caes bien. Amas, en este nivel, porque eres amado. Amas, en este nivel, porque hay algo sobre ese persona que amas, que es agradable para ti. Este también es un amor hermoso. Te puedes comunicar con una persona; tienes ciertas cosas en común; te gusta hacer cosas juntos. Este es "filia."

La lengua griega muestra otra palabra para el amor. Es la palabra "ágape"; y ágape es más que eros; ágape es más que filia; ágape es algo de la buena voluntad, de comprensión, de creación, de redención, hacia todos los hombres. Es un amor que no busca nada a cambio. Es un amor desbordante; es lo que los teólogos llamarían el amor de Dios obrando en la vida de los hombres. Y cuando te elevas a amar a este nivel, empiezas a amar a los seres humanos, no porque sean agradables [o simpáticos], sino porque Dios los ama. Miras a todo ser humano, y lo amas, porque sabes que Dios le ama. Y la persona podría ser la peor que hayas visto jamás.

Y esto es lo que pienso que Jesús quiere decir en este mismísimo pasaje, cuando dice: "Ama a tu enemigo." Y es significativo que él no diga, "Que te agrade tu enemigo." Agradar es un algo sentimental, un algo cariñoso. Hay mucha gente que resulta difícil que me agrade. No me gusta lo que me hacen. No me gusta lo que dicen de mí y de otras personas. No me gustan sus actitudes. No me gusta algunas de las cosas que están haciendo. No me gustan [no me agradan]. Pero Jesús dice: "ámalos." Y el amor es mayor que el gusto. El amor es buena voluntad, de comprensión, de redención, para todos los hombres, de modo que amas a todos, porque Dios lo ama. Te niegas a hacer algo que cause dañe a un individuo, porque tienes ágape en tu alma. Y aquí llegas al punto en que amas a la persona que hace la mala acción, mientras odias la acción que esa persona hace. Esto es a lo que Jesús se refire cuando dice: "Ama a tu enemigo." Esta es la manera de hacerlo. Cuando la oportunidad se presenta, cuando puedes causar daño a tu enemigo, no debes hacerlo.

Ahora, para el tiempo que queda, vayamos del práctico "cómo", al teórico "porqué." No sólo es necesario saber cómo hacerle para amar a tus enemigos, sino también descender a la pregunta de por qué debemos amar a nuestros enemigos. Creo que la primera razón por la cual debemos amar a nuestros enemigos (y creo que esto estaba en el corazón del pensamiento de Jesús), es esta: que odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tu me devuelves el golpe, y así sucesivamente, ven, que se lleva hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede cortar la cadena del odio, la cadena del mal. Y esa es la tragedia de odio, que no se corta. Sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Alguien debe tener suficiente religión y moral para cortarla e inyectar dentro de la propia estructura del universo ese elemento fuerte y poderoso del amor.

Creo que he mencionado antes que hace tiempo, mi hermano y yo ibamos una noche hacia Chattanooga, Tennessee, desde Atlanta. Él conducía el coche, y por alguna razón, los otros conductores fueron muy groseros esa noche. No reducían la intensidad de sus luces; casi ningún conductor que pasaba atenuaba sus luces. Y recuerdo muy vívidamente, mi hermano A.D. miró y con un tono de enfado, dijo: "Sé lo que voy. Al próximo coche que se acerque y se niegue a bajar las luces, yo tampoco le voy a atenuar las mías y las voy a subir a todo lo que da su poder". Y yo lo miré de reojo y dije: "¡Oh, no, no hagas eso. Habría tanta luz en esta carretera, que terminaría en la destrucción mutua de todos. Alguien tiene que tener algún sentido en este autopista".

Alguien debe tener suficiente sentido común para atenuar las luces, y ese el problema, ¿no es así? Que en tanto que todas las civilizaciones del mundo se mueven por la carretera de la historia, muchísimas civilizaciones, después de haber mirado que otras civilizaciones se negaron a bajar las luces, decidieron negarse también a atenuar las suyas. Y [el historiador Arnold Joseph] Toynbee dice que de las veintidós civilizaciones que se han erigido, todas, a excepción de unas siete, han acabado en el tiradero de la destrucción. Es porque las civilizaciones fallaron en no tener suficiente sentido común para atenuar las luces. Y si alguien no tiene el suficiente sentido común para encender las tenues, bellas y poderosas luces del amor en este mundo, toda nuestra civilización se hundirá en el abismo de la destrucción, y todos terminaremos destruidos porque nadie tuvo ningún sentido en la carretera de la historia. En algún lugar, alguien, debe tener algún sentido. Los hombres deben ver que la fuerza engendra fuerza, el odio engendra odio, la dureza engendra dureza. Y todo se hace una espiral descendente que en última instancia termina en la destrucción de todo y de todos. Alguien debe tener el suficiente sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena del odio y la cadena del mal en el universo. Y eso lo haces con amor.

Hay otra razón por la que deben amar a sus enemigos, y eso es porque el odio distorsiona la personalidad de la persona que odia. Solemos pensar en lo que el odio hace por el individuo odiado o los individuos odiados o los grupos odiados. Pero es aún más trágico, es aún más ruinoso y más perjudicial para el individuo que odia. Comienzan odiando a alguien, y comenzarán a hacer cosas irracionales. No puedes ver bien cuando odias. No puedes caminar derecho cuando odias. No puedes mantenerte de pie. Tu visión se distorsiona. No hay nada más trágico que ver a un individuo cuyo corazón está lleno de odio. Llega al punto en el que se convierte en un caso patológico. Porque ante la persona que odia, puedes ponerte de pie y ver esa persona y esa persona puede decirse hermosa, y puedes decir que es horrible. Para la persona que odia, lo bello se vuelve horrible y lo horrible se vuelve hermoso. Para la persona que odia, lo bueno se vuelve malo y lo malo se vuelve bueno. Para la persona que odia, lo verdadero se vuelve falso y lo falso se vuelve verdadero. Eso hace el odio. No puedes ver correctamente. El símbolo de la objetividad se pierde. El odio destruye la estructura misma de la personalidad de la persona que odia...

 la forma de ser íntegro en ti mismo es estar seguro de que enfrentas todas las situaciones de la vida con un amor abundante. Nunca odien, porque termina en  trágicas respuestas neuróticas. Los psicólogos y los psiquiatras nos dicen hoy que cuanto más nos odiamos, más desarrollamos sentimientos de culpa y empezamos a reprimirnos inconscientemente o suprimir ciertas emociones conscientemente, y todo se amontona en nuestro ser subconsciente y cuasa trágicas respuestas neuróticas. ¿Y no será que la neurosis de muchas personas cuando se enfrentan a la vida es porque hay un elemento de odio por allí? Y la psicología moderna ahora nos llama a amar. Pero mucho antes de que la psicología moderna entrara existiera, el psicólogo más grande del mundo que caminaba alrededor de las colinas de Galilea nos dijo que amáramos; miró a los hombres y dijo: "Amad a vuestros enemigos; no odien a nadie." No es suficiente amar a nuestros amigos, porque cuando empiezas a odiar a una sóla persona, se destruye el centro de tu respuesta creativa a la vida y al universo; así que amen a todos. El odio en cualquier punto es un cáncer que corroe el centro vital de tu vida y tu existencia. Es como un ácido de erosión que corroe lo mejor y la escencia objetiva de tu vida. Así que Jesús dice "amen", porque el odio destruye al que odia, al igual que el que es odiado.

Ahora bien, hay una razón final por la cual creo que Jesús dice: "Amad a vuestros enemigos". Es esta: que el amor tiene dentro de sí un poder redentor. Y hay un poder que eventualmente transforma individuos. Es por eso que Jesús dice: "Amad a vuestros enemigos". Porque si odias a tus enemigos, no hay manera de redimir y transformar a tus enemigos. Pero si amas a tus enemigos, descubrirás que en la misma raíz del amor hay potencial de redención. Tan solo continúas amando a la gente y sigues amándola, a pesar de que te están maltratando. Allí está la persona que es un prójimo, y esta persona te está haciendo algo malo a ti y todo eso. Sólo sigue siendo amable con esa persona. Continúa amándola. No hagas nada para avergonzarlos. Continúa amándolos, y no pueden soportarlo por mucho tiempo. Oh, reaccionan de muchas maneras al principio. Reaccionan con amargura porque están molestos en que los ames así. Reaccionan con sentimientos de culpa, y a veces te odiarán un poco más en ese período de transición, pero sólo continúa amándolos. Y por el poder de tu amor se quebrarán con la carga. Es el amor, ya ven. Es redentor, y es por eso que Jesús dice "amen". Hay algo sobre el amor que se acumula y es creativo. Hay algo sobre el odio que derriba y es destructivo. Así que amen a sus enemigos.

Pienso en uno de los mejores ejemplos de esto. Todos recordamos al gran presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, este Estados Unidos de antes. ¿Se acuerdan cuando Abraham Lincoln era candidato a la presidencia de Estados Unidos? Había un hombre que corría por todo el país hablando de Lincoln. Decía muchas cosas malas acerca de Lincoln, un montón de cosas desagradables. Y a veces, llegó al punto en que incluso hablaba de su aspecto, diciendo: "Ustedes no quieren un hombre altote, larguirucho, ignorante como este para ser el presidente de los Estados Unidos." Y se fue y siguió y siguió con ese tipo de actitud y escribió sobre eso. Finalmente, un día Abraham Lincoln fue elegido presidente de los Estados Unidos. Y si leen la gran biografía de Lincoln, si leen las grandes obras sobre él, descubrirán que como cada presidente llega a este punto, le llegó el momento de tener que elegir un gabinete. Y llegó la hora de que se elijiera a un secretario de guerra. Miró a lo largo de la nación, y decidió elegir a un hombre con el nombre del señor Stanton. Y cuando Abraham Lincoln sereunión con sus asesores y mencionó este hecho, ellos le dijeron: "Mister Lincoln, ¿es usted un tonto? ¿Sabe usted lo que el Sr. Stanton ha estado diciendo sobre usted? ¿Sabe lo que él ha hecho, lo que le ha intentado hacer a usted? ¿Sabe que él lo ha tratado de vencer en cada momento? ¿Sabe eso, señor Lincoln? ¿Ha leído todos los comentarios despectivos que hizo hacia usted?" Abraham Lincoln estaba delante de los asesores alrededor de él, y dijo: "Oh, sí, ya sé sobre eso; lo leí, y yo mismo lo he escuchado, pero después de examinar el país, me parece que él es el mejor hombre para el puesto"

El señor Stanton llegó a ser secretario de guerra, y unos meses más tarde, Abraham Lincoln fue asesinado. Y si van a Washington, descubrirán que una de las grandes palabras o declaraciones jamás hechas acerca de Abraham Lincoln fue hecho por este hombre Stanton. Y mientras Abraham Lincoln llegaba al final de sus días, Stanton se levantó y dijo: "Ahora pertenece a la historia." Y él hizo una declaración hermosa sobre el carácter y la estatura de este hombre. Si Abraham Lincoln hubiera odiado a Stanton, si Abraham Lincoln hubiera devuelto todo lo que Stanton dijo, Abraham Lincoln no habría no transformado y redimido esa actitud de Stanton. Stanton hubiera ido a la tumba odiando a Lincoln y Lincoln habría ido a la tumba odiando a Stanton. Pero a través de la fuerza del amor, Abraham Lincoln fue capaz de redimir esa actitud de Stanton.

He ahí. Hay un poder en el amor que nuestro mundo todavía no ha descubierto. Jesús lo descubrió hace siglos. Mahatma Gandhi de la India lo descubrió hace unos años, pero la mayoría de los hombres y la mayoría de las mujeres nunca lo descubren. Porque creen en devolver golpes por golpes; creen en dar un ojo por ojo y un diente por un diente; creen en odiar por odiar; pero Jesús viene a nosotros y dice: "Ese no es el camino."

Y ¡oh! esta mañana, al pensar en el hecho de que nuestro mundo está en transición ahora, nuestro mundo se enfrenta a una revolución, nuestra nación se enfrenta a una revolución, nuestra nación; una de las cosas que más me interesa es que en medio de la revolución del mundo y en medio de la revolución de esta nación, descubramos el significado de las palabras de Jesús.

La historia desafortunadamente deja a algunas personas oprimidas y a algunas personas como opresores. Y hay tres maneras en que las personas que están oprimidas pueden hacer frente a su opresión. Una de ellas es levantarse contra sus opresores con violencia física y el odio que corroe, pero, ¡oh, este no es el camino!. Porque el peligro y la debilidad de este método es su inutilidad. La violencia crea muchos más problemas sociales de los que resuelve. Y ya lo he dicho en muchas ocasiones, que, como el Negro, en particular, y los pueblos de color en todo el mundo luchan por la libertad, si sucumben a la tentación de recurrir a la violencia en su lucha, las generaciones futuras serán los recipientes de una larga y desolada noche de amargura, y nuestro principal legado para el futuro será un reinado sin fin de caos sin sentido. La violencia no es el camino.

Otra forma es consentir y ceder, resignarte a la opresión. Algunas personas hacen eso. Descubren las dificultades del desierto al moverse hacia la tierra prometida, y preferirían volver con los déspotas de Egipto porque es difícil llegar a la tierra prometida. Y así, se resignan a la suerte de la opresión; de alguna manera consienten esta cosa. Pero ese tampoco es el camino porque la no-cooperación con el mal es tanto una obligación moral como lo es la cooperación con el bien.

Pero hay otra manera. Y esa es organizar la resistencia no-violenta de masas basándose en el principio del amor. Me parece que esta es la única manera de protestar mientras nuestros ojos miran hacia el futuro. Al mirar a través de los años y a través de las generaciones, desarrollémonos y movámonos así. Debemos descubrir el poder del amor, el poder, el poder redentor del amor. Y cuando lo descubramos, vamos a ser capaces de hacer de este viejo mundo un mundo nuevo. Vamos a ser capaces de ser mejores hombres. El amor es el único camino. Jesús lo descubrió.

No sólo lo descubrió Jesús, incluso grandes líderes militares lo descubrieron. Un día cuando Napoleón llegó hacia el final de su carrera y miró hacia atrás a través de los años, el bárbaro Napoleón que a una edad muy temprana había casi conquistado el mundo, él no se detuvo hasta que se volvió, hasta que se movió a la batalla de Leipzig y luego a Waterloo. Pero ese mismo Napoleón un día vio hacia atrás y miró a través de los años, y dijo: 
"Alejandro, César, Carlomagno, y yo, hemos construido grandes imperios. ¿Pero de qué dependían? Dependían de la coherción. Pero hace mucho tiempo, Jesús comenzó un imperio que dependía de amor, y aún al día de hoy, millones morirán por él."
Sí, puedo ver a Jesús caminando por las colinas y los valles de Palestina, y puedo verlo mirando hacia el Imperio Romano con toda su fascinante e intrincada maquinaria militar. Pero en medio de eso, puedo oírle decir: "No voy a utilizar ese método, Tampoco yo odio al Imperio Romano."... Y estoy orgulloso de estar aquí en Dexter esta mañana y decir que aquél ejército [de Jesús] sigue marchando. Surgió a partir de un grupo de once o doce hombres, y se volvió en más de setecientos millones en la actualidad. Porque el poder y la influencia de la personalidad de este Cristo, él fue capaz de dividir la historia en antes y después de Cristo. Debido a su poder, Él fue capaz de sacudir las bisagras de las puertas del Imperio Romano. Y todo el mundo esta mañana, podemos escuchar el eco alegre del anillo de los cielos:
Y nuestra civilización debe descubrir eso. Las personas deben descubrir eso al tratar con otras personas. Hay un pequeño madero clavado en una pequeña colina y en ese árbol yace el personaje más influyente que ha venido a este mundo. Pero jamás sientan que ese madero es un drama sin sentido que tuvo lugar en las etapas de la historia. ¡Oh, no! Es un telescopio a través del cual miramos la larga vista de la eternidad, y vemos el amor de Dios irrumpiendo en el tiempo. Es un recordatorio eterno que se le hace a una generación ebria de poder, un recordatorio de que el amor es el único camino. Es un recordatorio eterno a una generación dependiente de energía nuclear y atómica, una generación dependiente de la violencia física, un recordario de que el amor es el único poder creativo, redentor, y transformador en el universo.

Así que esta mañana, al mirar sus ojos, y los ojos de todos mis hermanos en Alabama y en toda América y el mundo, les digo, "Los amo. Yo preferiría morir por ustedes." Y soy tan imprudente como para creer que a través del poder de este amor en algún lugar, hombres de la inclinación más recalcitrante serán transformados. Y luego estaremos en el reino de Dios. Seremos capaces de matricularnos en la universidad de la vida eterna, porque tuvimos el poder de amar a nuestros enemigos, de bendecir a las personas que nos maldijeron, de incluso decidir ser buenos con aquellas personas que nos odiaron, y de incluso haber orado por las personas que nos ultrajaron.

¡Oh Dios", ayúdanos en nuestras vidas y en todas nuestras actitudes, a elaborar esta fuerza controladora del amor, este poder controlador que puede resolver todo problema que enfrentamos en todas las áreas. ¡Oh! hablamos de política; hablamos de los problemas que enfrenta nuestra civilización atómica. Concede que todos los hombres puedan reunirse y descubrir que a medida que resolvemos la crisis y resolvemos estos problemas (los problemas internacionales, los problemas de la energía atómica, los problemas de la energía nuclear, y sí, incluso el problema racial), podamos unirnos juntos en un gran comunión de amor y postrarnos a los pies de Jesús. Danos esta firme determinación. En el nombre y en el espíritu de este Cristo, oramos. Amén."

Bibliografía

Tomado a partir del sermón original en inglés: "Loving Your Enemies", publicado en audio original y versión electrónica por el Martin Luther King, Jr. Research and Education Institute, Papers Project; Universidad de Stanford.

Traducción especial al español para Creyentes Intelectuales

jueves, 20 de noviembre de 2014

"Dios no está muerto" (Martin Luther King Jr. VS el ateísmo)

Dios no está muerto
(mensaje de Martin Luther King Jr.
extraído a partir de dos de sus discursos públicos)


1. De su escrito: "¿Porqué Jesús llamó necio a un hombre?":
"...Aquél hombre era un necio porque falló en darse cuenta de su dependencia en Dios. ¿Saben ustedes que aquél hombre hablaba como si regulara las estaciones? Ese hombre hablaba como si él causara la lluvia para lidiar con la fertilidad del suelo. Ese hombre hablaba como si él proporcionara el rocío. Él era un necio porque terminó actuando como si él fuera el Creador, en lugar de una criatura.

Y esta insensatez centrada en el hombre todavía está viva hoy en día. De hecho, ha llegado al punto de que hoy en día algunos incluso están diciendo que Dios está muerto. Lo que más me molesta de todo eso es que no me dieron la información completa, porque al menos yo habría querido asistir al funeral de Dios. Y hoy quiero preguntar, ¿quién fue el médico forense que lo declaró muerto? Quiero plantear una pregunta: ¿desde hace cuánto tiempo había estado enfermo? Quiero saber si tuvo un ataque al corazón o si murió de cáncer crónico. Estas preguntas no han sido contestadas para mí, y voy a seguir creyendo y sabiendo que Dios está vivo. 

Saben, mientras el amor aún esté alrededor, Dios está vivo. Mientras la justicia aún esté alrededor, Dios está vivo. Hay ciertas concepciones de Dios que debían morir, pero no Dios. Saben, Dios es el sustantivo supremo de la vida; él no es un adjetivo. Él es el sujeto supremo de la vida; él no es un verbo. Él es la oración suprema independiente; no es una cláusula dependiente. Todo lo demás depende de Él, pero Él no depende de nada... No sean tan necios como para olvidarlo... muchas personas han llegado a sentir que con sus propios esfuerzos pueden alcanzar un mundo nuevo, pero han olvidado de pensar en el hecho de que la tierra es del Señor y su plenitud. Y por ello terminan yendo una y otra vez sin Dios.

Pero yo les digo esta mañana, mis amigos, que no hay manera de deshacerse de Él. Y todos nuestros nuevos conocimientos no disminuirán ni un ápice del ser de Dios. Ni la brújula microcósmica del átomo ni los vastos rangos interestelares del espacio interestelar pueden hacer que Dios sea irrelevante para vivir en un universo en donde la distancia estelar debe medirse en años luz; donde las estrellas están a quinientos millones de millones de kilómetros de la Tierra; donde los cuerpos celestes viajan a velocidades increíbles. El hombre moderno todavía tiene que exclamar con el Salmista: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos y todo lo que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre, para que tengas memoria de él?"....

Y voy a seguir creyendo en Él. Más vale que lo conozcan, que conozcan su nombre, y que sepan cómo llamar a su nombre. Puede que ustedes no sepan de filosofía. Puede que no sean capaces de decir con Alfred North Whitehead que Él es el Principio de Concreción....

No sean necios. Reconozcan su dependencia en Dios. Mientras los días se oscurecen y las noches se vuelven sombrías, dense cuenta de que hay un Dios que reina desde arriba."



1. Extracto de su discurso Las tres dimensiones de una vida completa" (1967):
"...Saben, mucha gente es hábil en la horizontalidad de la vida, y son hábiles en la amplitud de la vida, pero allí se detienen. Ahora bien, si la vida ha ser completa, debemos ir más allá de nuestro interés propio. Debemos movernos más allá de la humanidad e ir a un camino más arriba del Dios del universo, cuyo propósito nunca cambia.

Hoy día mucha gente ha desatendido esta dimensión de la vida, y, saben, lo interesante es que mucha gente la descuida y ni si quiera saben que la están descuidando. Tan sólo se enredan en otras cosas. Y, saben, hay dos tipo de ateísmo. El ateísmo es la teoría de que no hay Dios. Ahora, un tipo es de clase teórica, donde alguien sólo se sienta y empieza a pensar sobre ello, y llegan a una conclusión de que no hay Dios. El otro tipó es un ateísmo práctico, y ese ocurre cuando se vive como si no hubiera Dios. Y saben, hay muchas personas que afirman la existencia de Dios con sus labios, y la niegan con sus vidas.


Ustedes han visto a esas personas que tienen una presión arterial alta de credos y una anemia de obras. Niegan la existencia de Dios con sus vidas y sólo se dedican muchísimo a otras cosas. Se dedican tanto en tratar de conseguir una gran cuenta bancaria; se dedican tanto en tratar de conseguir una hermosa casa que todos quisieran tener; se dedican tanto en conseguir un coche hermoso, que de manera inconsciente simplemente se olvidan de Dios. Hay quienes se dedican tanto a mirar las luces artificiales de la ciudad, que inconscientemente se olvidan de levantar la vista y mirar a la gran luz cósmica y pensar en ella: cómo se levanta en el horizonte del este cada mañana y cómo se mueve a través del cielo en una especie de sinfonía en movimiento y cómo pinta su variedad de colores a través de la azul, una luz que el hombre nunca podría hacer.


Se dedican tanto en mirar los  altísimos edificios del Loop de Chicago o al Empire State Building de Nueva York, que inconscientemente se olvidan de pensar en las gigantescas montañas que besan el cielo como si fueran a bañar a sus picos en el azul sublime, algo que el hombre nunca podría hacer. Llegan a estar tan ocupados pensando en el radar y en sus televisores, que inconscientemente se olvidan de pensar en las estrellas que engalanan los cielos como balanceando los faroles de la eternidad, esas estrellas que parecen ser brillantes broches plateados pegados en el magnífico acerico azul. Se dedican tanto a pensar sobre el progreso del hombre, que se olvidan de pensar en la necesidad de la influencia de Dios en la historia. Terminan teniendo días y días sin saber que Dios no está con ellos.

Y estoy aquí para decirles el día de hoy que necesitamos a Dios. El hombre moderno puede conocer mucho, pero su conocimiento no elimina a Dios. Y les digo esta mañana que Dios está aquí para quedarse. Algunos cuantos teólogos están tratando de decir que Dios está muerto. Y he estado preguntando acerca de ello porque me perturba oír que Dios murió y que no tuve la oportunidad de asistir al funeral. Ellos no han sido capaces todavía de decirme la fecha de su muerte. Ellos no han sido capaces de decirme aún qué forense lo declaró muerto. Ellos no han sido capaces de decirme todavía dónde está enterrado.


Saben, cuando pienso en Dios, conozco Su nombre. En algún lugar él dijo, allá en el Antiguo Testamento: "Quiero que vayas, Moisés, y les digas que «Yo Soy» te ha enviado." Lo dijo justamente para que quedara claro, les hizo saber: "mi apellido es el mismo que mi primer nombre, «Yo Soy el que Yo Soy». Déjalo claro. «Yo Soy»."  Y Dios es el único ser en el universo que puede decir «Yo Soy» y poner un punto tras él. Cada uno de los que estamos sentados aquí tendría que decir: "Yo soy gracias a mis padres, yo soy gracias a ciertas condiciones ambientales; yo soy debido a ciertas circunstancias hereditarias; yo soy gracias a Dios." Pero Dios es el único ser que sólo puede decir: «Yo Soy» y parar ahí mismo. «Yo Soy el que Yo Soy» Y Él está aquí para permanecer. ¡Que nadie nos haga sentir que no necesitamos a Dios!


A medida en que voy llegando a mi conclusión esta mañana, quiero decirles que deberíamos buscar a Él. Fuimos hechos para Dios, y no tendremos descanso hasta que encontremos descanso en Él. Y les digo esta mañana que ésta es la fe personal que me ha hecho seguir adelante. No estoy preocupado por el futuro. Saben, incluso en esta cuestión racial, no estoy preocupado. Yo estaba allá en Alabama, el otro día, y me puse a pensar en el estado de Alabama, en donde trabajamos tan duro y pudimos seguir eligiendo a los [gobernadores] Wallace. Y allá en mi estado natal de Georgia, tenemos otro gobernador enfermo con el nombre de Lester Maddox. Y todas estas cosas podrían llegar a confundirte, pero no me preocupan. Porque el Dios al que yo adoro es un Dios que tiene una manera de decirles, incluso a los reyes e incluso a los gobernadores: "Estad quietos, y sabed que yo soy Dios." Y Dios no ha entregado este universo a Lester Maddox y Lurleen Wallace. En algún lugar leí: "Del SEÑOR es la tierra y su plenitud", y sigo adelante porque tengo fe en Él. No sé lo que depara el futuro, pero sí sé quien depara el futuro.  Y si Él nos guíará y sostendrá nuestra mano, seguiremos dentro.

Recuerdo allá en Montgomery, Alabama, una experiencia que me gustaría compartir con ustedes. Cuando estábamos en medio del boicot a los autobuses, teníamos una maravillosa ancianita que de cariño llamamos Hermana Pollard. Ella era una señora maravillosa de unos setenta y dos años y todavía estaba trabajando a esa edad. Durante el boicot iba a caminar todos los días al trabajo y de regreso. Era alguien a quien una persona se detuvo un día y le dijo, "¿No quiere un ride?" Y ella dijo: "No." Y entonces el conductor siguió y luego se detuvo y pensó, y retrocedió un poco y dijo: "¡Vaya!, ¿no está cansada?" Ella dijo: "Sí, mi pies están cansados, pero mi alma está descansada." 


Era una dama extraordinariaY recuerdo una ocasión en que yo había pasado por una semana muy difícil. Habían llegado amenazas telefónicas todo el día y toda la noche anterior, y yo estaba empezando a flaquear y a debilitarme por dentro y a perder valor. Y nunca olvidaré que fui a la asamblea aquella noche de lunes de una manera muy desanimada y un poco temeroso, preguntándome si ganaríamos la batalla. Y me levanté para hablar esa noche, pero no lo hice con fuerza y poder.


La Hermana Pollard se acercó a mí después de la reunión y me dijo, "Hijo, ¿qué te pasa?"; me dijo: "No hablaste tan fuerte esta noche" Y yo dije: "No pasa nada, Hermana Pollard, estoy bien." Ella me dijo: "No puedes engañarme, algo te pasa." Y luego pasó a decirme: "¿Será que los chicos blancos te están haciendo algo que no te gusta?"


Yo dije "Todo estará bien hermana." Y ella dijo finalmente: "Acércate a mí, y déjame decirte algo más, y quiero que esta vez lo escuches." Me dijo, "Ya te he dicho que estamos contigo durante todo el camino, pero incluso cuando no estemos contigo, el Señor está contigo."


Y he visto muchas cosas desde ese día. He tenido muchas experiencias desde aquella noche en Montgomery, Alabama. Desde entonces, la Hermana Pollard murió. Desde entonces, he estado en más de dieciocho cárceles. Desde entonces, he estado cerca de la muerte de forma peligrosa en las manos de una mujer demente negra. Desde entonces he visto mi casa explotada con bombas tres veces. Desde entonces, he tenido que vivir cada día bajo la amenaza de muerte. Desde entonces, he tenido muchas noches frustrantes y desconcertantes. Pero una y otra vez, todavía escucho a las palabras de la Hermana Pollard: "Dios cuidará de ti."


Así es que hoy puedo confrontar a cualquier hombre o mujer con mis pies puestos firmes en la tierra,  mi cabeza en el aire, porque sé que cuando estás en lo correcto, Dios peleará tu batalla. "La noche todavía puede ser más oscura, la batalla todavía puede ser más dura. Pero defiende solamente lo que es correcto." Parece que puedo escuchar una voz hablando incluso esta mañana, diciéndonos a todos, 

"Defiende lo que es correcto. Defiende lo que es justo. He aquí, que yo estaré contigo incluso hasta el fin del mundo." 
Sí, he visto los destellos del rayo; he oído el retumbar el trueno; he sentido los ataques pecaminosos precipitándose, tratando de conquistar mi alma. Pero he escuchado la voz de Jesús diciéndome que continúe luchando. Él prometió nunca dejarme, nunca dejarme solo. Y voy a seguir creyendo eso. 

Extiendan la mano y encuentren el aliento de vida. Puede que ustedes no sean capaces de definir a Dios en términos filosóficos. Los hombres de todas las épocas han tratado de hablar de él. Platón dijo que Él era el Buen Arquitecto. Aristóteles lo llamó el Movedor inamovible. Hegel lo llamó el Todo Absoluto. Luego hubo un hombre llamado Paul Tillich que lo llamó el "Ser en sí." No necesitamos conocer todos estos términos grandilocuentes. Quizá tenemos que conocerlo a Él y descubrir lo Él de otra manera. Un día ustedes tendrán que levantarse y decir: "Yo lo conozco porque es un Lirio de los Valles". Es una Estrella resplandeciente de la Mañana. Es una rosa de Sharon. Él es una hacha de guerra en la época de Babilonia. Y luego, en algún lugar, simplemente deberán alcanzar y decir: "Él es mi todo. Él es mi madre y mi padre. Él es mi hermana y mi hermano. Él es un amigo para el que no tiene amigos." Éste es el Dios del universo. Y si crees en Él y lo adoras, algo va a suceder en tu vida. Vas a sonreír cuando los demás a tu alrededor están llorando. Este es el poder de Dios.

Salgan esta mañana. Amense a sí mismos (y eso significa un interés racional y saludable por sí mismos). Están llamados a hacerlo. Esa es la longitud de la vida. A continuación, sigan lo siguiente: "Amen a su prójimo como a sí mismos." Se le ordena hacerlo. Esa es la amplitud de la vida. Y ahora voy a tomar asiento para hacerles saber que hay un primer mandamiento y aún mayor: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas." Me parece que el psicólogo solo diría que con toda tu personalidad. Y cuando lo hagan, tendrás el aliento de la vida, el juicio 

Cuando alcancen estas tres dimensiones juntas, podrán caminar y nunca cansarse. Podrán mirar hacia arriba y ver las estrellas de la mañana cantando juntas, y a los hijos de Dios gritando de alegría. Cuando tengan estas tres trabajando juntas en sus vidas, el juicio correrá como aguas, y la justicia como corriente inagotable. Cuando tengan estas tres juntas, el cordero yacerá junto al león. Cuando tengan estas tres juntas, levantarán su vista y "todo valle será elevado, y todo monte y collado será bajado, los caminos ásperos, serán allanados, y los caminos torcidos serán enderezados; y la gloria del Señor será revelada y toda carne la verá conjuntamente." Cuando tengan estas tres juntas, harán a los demás lo que ustedes mismos quieren que los demás hagan a ustedes. Cuando tengan estas tres juntas, reconocerán que de una misma sangre hizo Dios a todos los hombres que habitan en la faz de la tierra."

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Fuentes (con audio original):
También citado en:

miércoles, 19 de noviembre de 2014

"La respuesta a una pregunta inquietante" (por Martin Luther King Jr.)

La respuesta a una pregunta inquietante


"¿Porqué nosotros no hemos podido arrojarle?"
(Mt. 17:19)




"Una de las cosas que ha caracterizado la vida humana a lo largo de los siglos ha sido el esfuerzo persistente del hombre para eliminar el mal de la tierra. Muy rara vez ha conseguido eliminar completamente el mal de sí mismo. A pesar de todas sus racionalizaciones, compromisos y pretextos, el hombre sabe que lo que «es» no es lo que «debiera ser» y que lo real no es todo lo posible. Aunque a menudo permite que los males de la sensualidad, el egoísmo y la crueldad surjan agresivamente en su alma, algo en su interior le recuerda que estas cosas son intrusas. 

Una y otra vez, al hombre, en su apego profundo a la maldad, se le recuerda que hay un destino y una lealtad mayores. El antojo del hombre hacia lo demoniaco siempre se ve perturbado por su anhelo de lo divino. Mientras intenta adaptarse a las exigencias del tiempo, sabe que la eternidad es su hábitat definitivo. Mientras el hombre trata de adaptarse a las demandas de la época, él sabe que la eternidad es su hábitat definitiva. Cuando el hombre vuelve en sí, sabe que la maldad es un invasor foránea que debe ser expulsado de las tierras nativas de su alma antes de que se pueda alcanzar dignidad moral y espiritual. 

Pero el problema que siempre ha frutrado al hombre ha sido su incapacidad de conquistar el mal por medio de sus propias fuerzas. Constantemente se pregunta con patético asombro: “¿Cómo es que no he podido arrojarle?” “¿Porqué no puedo remover este mal de mi vida?

Esta pregunta angustiante y desconcertante, nos hace recordar un evento que ocurrió durante la vida de Jesucristo. El evento ocurrió inmediatamnte después de la trasfiguración de Cristo. Jesús va bajando de la montaña y encuentra un pequeño muchachito que tiene violentas convulsiones. Sus discípulos estaban tratando desesperadamente de curar al desdichado muchacho. Cuanto más trataban de curarlo, más descubrían sus propias insuficiencias, y las pobres limitaciones de su poder. Al punto en el que estaban a punto de rendirse en desesperación, el Señor aparece en la escena. El padre del muchacho se acerca a Él en completa desesperación; les dice del fracaso de sus discípulos. Y luego, Jesús “reprendió al demonio, y lo echó fuera de él, y el niño fue sanada en esa misma hora.” Con esto, los discípulos se acercarón a Jesús aparte, y dijeron “¿Por qué es que nosotros no pudimos arrrojarle?” Querían una explicación para sus obvias limitaciones. 



Jesús les dice que la razón de su fracaso es su incredulidad. Él dice: «Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a ese monte: “Vete de aquí hacia allá,” y éste se iría, y nada os sería imposible». En otras palabras, Jesús le estaba diciendo a sus discípulos que la razón de su fracaso era que ellos estaban tratando de hacer por sí mismos lo que solamente podrían haber hecho cuando entregaran sus naturalezas a Dios para que Su fuerza pudiera fluir libremente a través de ellos. Esto es a los que Jesús se refiere con fe. 



I


Esto nos regresa a la pregunta: ¿cómo podemos expulsar el mal? Hay dos ideas que los hombres usualmente han mantenido sobre la manera en que el mal es eliminado y el mundo salvado.

Una idea es que el hombre debe remover el mal con su propio poder. Es la extraña convicción en que si el hombre continúa pensando, inventando y gobernando, será capaz de conquistar con su propia fuerza e ingenuidad a las molestas fuerzas del mal. “Sólo denla a la gente una buena oportunidad, una decente educación y ellos se salvarán a sí mismos.” Esta idea se ha expandido en el mundo moderno como una plaga que expulsa a Dios, y escolta al hombre, sustituyendo la guía interna con la ingenuidad humana. Dónde tuvo sus comienzos esta idea, no es algo que se conozca claramente. Siempre es difícil rastrear la raíz causal de una idea en la historia. Algunos dicen que tuvo su comienzo con el renacimiento, cuando la ‘edad de la razón’ sustituyó a la ‘edad de la religión’. Otros afirman que fue introducida con ‘El origen de las especies’ de Darwin, que sustituía a la idea de la creación, por la idea de la evolución. Incluso algunos piensan que comenzó con la revolución indutrial, que sustituyó la incomodidad física por la comodidad material. Pero, donde sea que hay comenzado, la idea de la suficiencia del hombre para resolver los males de la historia ha capturado la mente de millones de personas. A partir de ella, llegó el optimismo despreocupado del siglo XIX y la idea del progreso inevitable. A partir de ella, llegó la doctrina de Rousseau de “la bondad original de la naturaleza humana.” A partir de ella, llegó la convicción del humanista francés Condorcet, de que el mundo entero pronto sería limpiado del crimen, la pobreza y la guerra, solamente por medio de la razón. 

Con esta fe entusiasta en el poder de la razón y la ciencia, el hombre moderno salió queriendo cambiar al mundo. En vez de pensar sobre Dios y sobre el alma humana, desvió su atención al mundo externo y a sus posibilidades. A través de tubos de ensayos, microscopios y telescopios, lo observó, lo analizó y lo exploró. Pronto el laboratorio se convirtió en un santuario, y los científicos en sus sacerdotes y sus profetas. En palabras de un humanista moderno, muchos afirmaban confidentemente: 
“El porvenir no está en las iglesias, sino en los laboratorios; no está en los profetas, sino en los científicos; no está en la piedad, sino en la eficacia. El hombre por fin se está dando cuenta de que solamente él es el responsable de la realización del mundo y de sus sueños, de que lleva dentro de sí el poder para realizarlo.”
Como un severo juez, el hombre moderno ha citado la naturaleza para comparecer ante el tribunal de la investigación científica. Nadie duda el hecho de que su trabajo en los laboratorios científicos ha resultado en avances increíbles en poder y comodidad. Ha producido máquinas programadas y dispositivos que contienen poder inconmesurable. Sus adelantos incomparables se han elevado muy alto a los cielos, estando de forma impresionante en la tierra y moviéndose de forma majestuosa en los mares.

Pero a pesar de estos maravillosos desarrollos científicos, los antiguos males continúan existiendo. El hombre moderno ha tenido que atestiguar cómo su edad de la razón se transforma en una edad de terror. Los antiguos males del egoísmo y el odio no han sido removidos por la ampliación del sistema educativo y la extensión de nuestras políticas legislativas. La amenaza de una guerra atómica y nuclear es terriblemente más latente hoy en día que nunca antes. Y así, una generación que era optimista ahora se sigue preguntando con completo desconcierto: “¿Cómo es que nosotros no pudimos arrojarle?”

La respuesta a esta pregunta es muy simple. El hombre usando su propio poder nunca podrá arrojar el mal del mundo. La esperanza del humanista es una ilusión. Está basada en un optimismo demasiado optimista sobre la bondad inherente de la naturaleza humana. Hay miles de gente sincera y dedicada fuera de las iglesias trabajando desinteresadamente a través de varios movimientos humanitarios para curar al mundo de sus males sociales. Yo sería el último en condenar a estas personas por no haber encontrado todavía su camino a Dios, porque preferiría que un hombre fuera un humanista que esté comprometido, a un cristiano que no esté comprometido; pero muchas de estas personas dedicadas, no teniendo a nadie sino solo a sí mismos para salvarse a sí mismos, terminan estando desilusionados y pesimistas. Son desilusionados porque para empezar partieron de una gran ilusión; para ellos, ni hay pecadores ni pecado; la naturaleza humana es esencialmente buena, y el único mal se encuentra en los sistemas y las instituciones. “Sólo iluminen a la gente y libérenlos del agobiante yugo de la pobreza, y ellos se salvarán a sí mismos.” Todo esto suena maravilloso y calmantemente placentero, pero es una ilusión envuelta en superficialidad. Es una especie de autoengaño que causa que el individuo ignore un hecho básico sobre la naturaleza humana.

Nada de esto es minimizar la importancia de la ciencia y la gran contribución del renacimiento: se les necesitaba para sacarnos de los suplicios estancados de las supersiticiones y medias verdades, a las montañas alumbradas de análisis y evaluación objetiva. La autoridad incuestionada de la Iglesia en cuestiones científicas necesitaba ser desafiada. Muy a menudo se había envuelto en un oscurantismo paralizante; a través de inquisiciones vergonzosas, la Iglesia buscó limitar la verdad y poner obstáculos insuperables en el camino de un buscador de la verdad. Esto tenía que ser rectificado. Sin el renacimiento y la edad de la razón aún andaríamos en un yelmo confuso de nociones científicas anticuadas. Sin embargo, fueron demasiado lejos en su optimismo. En su intento formal de liberar la mente del hombre, el renacimiento olvidó sobre la capacidad humana para el pecado.

II

La otra idea en relación a la manera en que la maldad es removida del mundo, dice que el hombre debe esperar que Dios haga todo; que el hombre debe quedarse inmóvil, sumiso únicamente, y a su buen tiempo Dios redimirá al mundo. 

Esta idea está arraigada en una doctrina pesimista de la naturaleza humana. Se ha presentado imprevistamente muchas veces en la historia de la cristiandad. Era prominente en la Reforma. Este gran movimiento espiritual, que llevó al nacimiento y desarrollo del protestantismo, se preocupaba de la libertad moral y espiritual. Esto funcionó como un correctivo necesario para una Iglesia que se había vuelto demasiado corrupta y estancada. Las doctrinas de la justificación por medio de la fe y del sacerdocio de todos los creyentes son principios altísimos que nosotros como protestantes debemos afirmar para siempre. Pero en su doctrina de la naturaleza humana, la Reforma puso demasiado énfasis en la corrupción del hombre. 

Mientras que el Renacimiento había ido demasiado lejos en el optimismo, la Reforma había ido demasiado lejos en el pesimismo. El Renacimiento se concentró tanto en la bondad del hombre, que pasó por alto la capacidad del hombre para hacer mal. La Reforma se concentró tanto en la iniquidad del hombre, que pasó por alto la capacidad del hombre para hacer bondad. Aunque estaba en lo correcto al afirmar la pecaminosidad de la naturaleza humana, y la incapacidad del hombre de salvarse a sí mismo, la Reforma erróneamente se fue al extremo de creer que la imagen de Dios había sido completamente borrada del hombre. Esto condujo a la doctrina calvinista de la total depravación del hombre. Ésta condujo a la terrible idea de la aniquilación infantil. Tan depravada era la naturaleza humana, decía el calvinista, que cada bebé nacido en el mundo era una candidato a la condenación, y si moría en la infancia sin haber sido bautizado, éste se quemaría para siempre en el infierno. Ciertamente, esto fue llevar la idea de la pecaminosidad del hombre demasiado lejos.

Esta teología unilateral de la Reforma a menudo a llevado a una religión meramente de otro mundo. Ha causado que muchas iglesias ignoren el “aquí” y enfaticen solamente el “más allá.” Al estresar la completa desesperanza de este mundo y enfatizar la necesidad de que el individuo se concentre en sus esfuerzos para preparar su alma al mundo venidero, ha ignorado la necesidad de una reforma social, y [así] ha divorciado la religión de la vida. Ésta doctrina ve al evangelio cristiano como algo solamente preocupado por el alma del individuo. Recientemente una iglesia buscaba un nuevo ministro y el comité del púlpito enlistó varios requerimientos que éste debería tener. El primer requisito fue que “él debía de ser capaz de predicar el verdadero evangelio y no hablar de asuntos sociales.” Éste énfasis ha llevado a una iglesia peligrosamente irrelevante. Es poco más de un club de compatriotas en donde la gente se reúne a escuchar y a hablar piadosos clichés.

Este énfasis unilateral de la Reforma pasa por alto el hecho de que el Evangelio se ocupa del hombre completo: de su cuerpo, tanto como de su alma. Es un peligro establecer una tragicomedia entre lo sagrado y lo secular, entre el Dios de la religión, y el Dios de la vida. Si la iglesia ha de ser digna de su nombre, ésta debe volverse un manantial de un mejor orden social; debe buscar transformar no solo la vida de los individuos, sino también la situación social; no solo debe preocuparse por el pecado individual, sino también por las situaciones social que llevan a mucha gente a la aflicción de espíritu y el cruel cautiverio. 

La idea de que el hombre debe esperar solamente que Dios haga todo, ha llevado a un trágico malentendido de la oración. Algunas personas ven a Dios como algo poco más que un “mozo [o camarero] cósmico” al que llamarán para cada apuro trivial. Otros ven a Dios como alguien tan omnipotente, y al hombre como alguien impotente, que terminan haciendo de la oración, un sustituto del trabajo y la inteligencia. Un hombre me dijo el otro día: “Creo en la integración, pero sé que ésta no vendrá hasta que Dios esté listo para que venga. Ustedes negros deberían dejar de protestar y empezar a orar.”

Pues bien, yo estoy seguro de que todos necesitamos orar por la ayuda y la guía de Dios en esta lucha por la integración. Pero vamos a engañarnos gravemente si pensamos que ésta vendrá con pura oración. Dios nunca dejará que la oración se vuelva un sustituto del trabajo y la inteligencia. Dios nos dio mentes con las cuales pensar, y aliento y cuerpo para trabajar, y él rechazaría su propio plan si nos permitiera obtener a través de la oración lo que puede venir por medio del trabajo y la inteligencia. No, no se trata de escoger entre la oración y el esfuerzo humano; se trata de [incorporar] tanto la oración como el esfuerzo humano. La oración es un complemento maravilloso y necesario para nuestros débiles esfuerzos, pero es un sustituto calloso y peligroso. Moisés descubrió esto mientras batallaba para guiar a los Israelitas a la Tierra Prometida. Dios dejó bien claro que Él no haría por ellos lo que ellos podrían hacer por sí mismos. En el Libro de Éxodo, leemos: “Y dijo el Señor a Moisés, ‘¿Por qué clamas a mí?’ Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha.

Debemos orar fervientemente por la paz. Pero junto con nuestras oraciones, debemos trabajar vigorosamente para el desarmamiento y la suspensión de pruebas nucleares. Debemos usar nuestras mentes tan rigorosamente para idear un plan por la paz, como lo hemos hecho para idear un plan por la guerra. Debemos orar con pasión incesantemente para el surgimiento de justicia racial, pero junto con esto, debemos usar nuestras mentes para desarrollar un programa y organizarnos en una demostración masiva no-violenta, y usar cada recurso de nuestros cuerpos y almas para terminar con larga noche de injusticia racial. Debemos orar incansablemente por la justicia económica. Pero junto con nuestras oraciones, debemos trabajar diligentemente para realizar aquellos cambios sociales que lograrán una mejor distribución de la riqueza. Debemos usar nuestras mentes para desarrollar una especie de Plan Marshall masivo que lleve ayuda a los países subdesarrollados del mundo para que emerjan del largo y amargo invierno de la pobreza, a la cálida primavera de la estabilidad económica.

Todo esto revela la falacia en la idea de que solamente Dios deberá deshacerse de la maldad en la tierra. El hombre, sentado complacientemente al lado del camino, y esperando ver que Dios arroje el mal fuera del mundo, no verá tal cosa. Ningún relámpago prodigioso vendrá embistiendo desde el cielo para explotar la maldad desde la distancia. Ninguna armada poderosa de ángeles descenderá del cielo para obligar a los hombres a hacer lo que por voluntad no quisieron hacer. A largo de la Biblia, Dios no es presentado como un zar omnipotente que tome todas las decisiones por súbditos, ni tampoco como un tirano cósmico que use métodos como los de la gestapo para invadir la vidas interiores del hombre. Más bien, Él es presentado como un Padre amoroso que siempre permanece dispuesto a dar bendiciones tan excedentemente abundantes a sus hijos que aceptan voluntariamente. Siempre está claro que el hombre debe hacer algo. “Ponte de pie”, le dice Dios a Ezequiel, “para que yo te hable.” 

El hombre no es un inválido imposibilitado que haya sido abandonado en un valle de total depravación hasta que Dios lo saque de allí; él es más bien un ser humano válido cuya visión ha sido deteriorada por las cataratas del pecado, y cuya alma ha sido debilitada por el virus del orgullo. Pero todavía queda suficiente visión en el hombre para que éste levante sus ojos a las colinas, y queda suficiente imagen de Dios en el hombre como para que éste vuelva su débil vida maltratada por el pecado, hacia ese Gran Médico, el sanador de toda enfermedad de pecado.

Así es como vemos la debilidad real de la idea de que Dios lo hará todo. Ésta está basada en una falsa concepción de Dios y del hombre; hace que Dios parezca tan absolutamente soberano, que el hombre está absolutamente desamparado. Hace que el hombre parezca tan absolutamente depravado, que éste no puede hacer nada sino esperar a Dios. Percibe al mundo como algo tan contaminado con el pecado, que Dios lo trasciende totalmente y solo lo toca por aquí y por allá a través de una poderosa invasión. Esta percepción culmina con un dios que es un déspota, y no un Padre; termina con un pesimismo tal sobre la naturaleza humana, que deja al hombre siendo poco más que un gusano desamparado arrastrándose en el lodazal de un mundo malo. Pero ni Dios ni el hombre son así; ni el hombre no está totalmente depravado, ni Dios es un dictador omnímodo. Ciertamente debemos continuar afirmando la majestad y soberanía de Dios. Debemos continuar declarando la claridad inequívoca de que Dios es todopoderoso y omnisciente, pero esto nos debería conducirnos a creer que Dios es un monarca todopoderoso que nos forzará a hacer su voluntad. Él nos ha hecho personas con libertad, libertad para escoger lo que es bien y lo que no lo es. Él no nos va a forzar. Como el Padre en la parábola del hijo pródigo, Dios no nos va a obligarnos a quedarnos en casa cuando nuestras mentes están deseosas de viajar a algún lugar lejano degradante, pero seguirá nuestros pasos en nuestro lamentable deshonra, con amor, y cuando volvamos en sí, y traigamos de vuelta nuestros cansados pies a la casa de nuestro Padre, Él permanece esperando con brazos abiertos de perdón. 

Por consiguiente, no debemos tener nunca la sensación de que Dios, valiéndose de cualquier milagro o de un solo movimiento de su mano, expulsará el mal de este mundo. Mientras creamos esto rezaremos oraciones que no tendrán respuesta rogaremos a Dios que haga cosas que no veremos realizar nunca. La creencia en que Dios hará todo por el hombre es tan insostenible como la creencia en que el hombre puede hacer todo para sí mismo. También está basada en una falta de fe. Debemos aprender que confiar en Dios con la esperanza de que Él haga todo y nosotros no hagamos nada, no es fe, sino superstición. 

III

¿Cuál, entonces, es la respuesta a la pregunta inquietante de la vida? ¿Cómo puede ser arrojado el mal de nuestras vidas colectivas e individuales? Si este mundo no será purificado por Dios solamente o por el hombre solamente, ¿quién, pues, lo hará?

La respuesta a esta pregunta se encuentra en una idea que es distintivamente diferente de las otras dos que hemos discutido. Dios o el hombre no salvarán a este mundo por separado. Es tanto el hombre como Dios, unificados en una maravillosa unidad de propósito, por un amor desbordante y el don gratuito dar de sí mismo de parte de Dios, y por una perfecta obediencia y receptividad de parte del hombre. Ambos al estar juntos podrán transformar lo viejo en nuevo y extirpar el cáncer mortal del pecado. 

El principio que abre la puerta para que Dios trabaje en el hombre es la fe. Esto es lo que le faltó a los discípulos cuando estaban al pie de la montaña tratando desesperadamente de eliminar el mal continuo del cuerpo del muchacho enfermo.

Jesús les recordó que habían fallado porque habían intentado hacer por sí mismos lo que sólo podrían hacer cuando Él estuviera respaldándolos, cuando sus mismas vidas fueran receptáculos abiertos, por así decirlo, en los que la fuerza de Dios pudiese ser derramada libremente.

En las Escrituras se muestran dos clases de fe en Dios. A una de ellas se le podría llamar la fe de la mente en Dios, los asentimientos intelectuales individuales de la creencia en la existencia de Dios. A la otra se le podría llamar la fe del corazón en Dios, en la cual, el hombre completo está comprometido en un acto de confianza en la que se auto-entrega a Dios. La segunda de estas dos clases de fe es la que el hombre debe tener para llegar a conocer a Dios. La fe de la mente en Dios conduce hacia una teoría. La fe del corazón en Dios está centrada en la Persona. En un sentido real, la fe debe ser total entrega a Dios. Gabriel Marcel ha dicho que la fe es realmente «creer en», en vez de «creer que». Es «apertura del crédito, que me pone a disposición de aquél en quien creo. » Si yo creo, dice él, “me uno a, con la clase de acercamiento interior que esto acarrea» La fe es el acto de abrir la vida de uno a Dios. Es apertura en todos los sentidos y en todos los niveles de la afluencia Divina.

Esto es a lo que Apóstol apunta con su doctrina de salvación por medio de la fe. Para él, la fe es la capacidad del hombre de aceptar la oferta de Dios a través de Cristo para rescatarnos de la esclavitud del pecado. Dios, en su amor magnánimo, ofrece hacer por nosotros los que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. La aceptación humilde y dispuesta de esta oferta es la fe. Verdaderamente, la fe es la aceptación voluntaria de un regalo gratuito. Es aceptar nuestra aceptación. Es extender la mano para poder tomarlo. Es la naturaleza entera del hombre abierta de par en par a Dios.

Por lo cual, es por fe que somos salvos. El hombre lleno de Dios y Dios operando a través del hombre traerán cambios increíbles en nuestras vidas individuales y sociales. Mientras miramos a nuestro mundo vemos males sociales que han aumentado a proporciones ominosos; han dejado a millones de hombres deambulando por un corredor oscuro y lóbrego sin una señal de salida; otros, han llegado al punto de ser sumergidos en un abismo sombrío de fatalismo psicológico. 

Si estos males mortales, paralizadores han de ser removidos de este mundo, no será que Dios o el hombre lo salvarán separados; esto será hecho por una humanidad perfecta unida con Dios por medio de la obediencia. La unidad de poder para la victoria moral es Dios llenando al hombre, y el hombre abriendo su vida por medio de fe en Dios, mientras la brecha se abre para las aguas desbordantes del río. La justicia racial es una posibilidad real en esta nación y en el mundo. Pero ésta no vendrá por medio de nuestros frágiles esfuerzos, a menudo equivocados; tampoco vendrá por medio de un acto poderoso de Dios en el que Él obligue a que hombres rebeldes hagan su voluntad. Vendrá cuando haya suficiente gente que abra sus vidas a Dios y le permita derramar Su fuerza Divina triunfante en sus almas. Nuestro sueño noble y largo de paz aún puede volverse una realidad. Pero no llegará por medio del hombre trabajando sólo, ni por medio de Dios forzando para estrepitar los esquemas malvados de los hombres. La paz vendrá cuando los hombres abran tanto sus vidas a Dios que Él los pueda llenar con amor, respeto mutuo y entendimiento de buena voluntad. Sí, la salvación social sólo puede venir por medio de fe: la aceptación voluntaria del regalo poderoso de Dios.

Permítanme volver por un momento a una aplicación de todo lo que he estado diciendo en nuestras vidas individuales. Muchos de ustedes conocen algo de lo que es luchar con el pecado. Año con año, se dan cuenta de un pecado terrible que estaba tomando posesión de sus vidas. Puede que haya sido esclavitud a beber, mentira, impureza o egoísmo. Con el paso de los años, el vicio crecía haciéndose más y más marcado. Sabían todo el tiempo que éste era un intruso natural. Y se dijeron a sí mismos: “un día me voy a levantar y voy a arrojar este mal. Sé que está mal; está destruyendo mi carácter y avergonzando a mi familia.” Finalmente el día llegó; hicieron un propósito de año nuevo de que se iban a deshacer de esa cosa. Y llegó el siguiente año y seguían haciendo el mismo antiguo mal. ¿Pueden recordar la sorpresa y la desilusión que los envolvió cunado descubrieron que después de todos sus esfuerzos sinceros el viejo hábito estaba ahí todavía? En completo asombro se vieron a sí mismos preguntándose: “¿Cómo es que no pudimos arrojarle?”

En este momento de desesperación, decidieron ustedes presentar su problema a Dios. En vez de pedirle que trabajara a través de ustedes, dijeron: “Dios, debes resolver este problema por mí. No puedo hacer nada al respecto.” Conforme los días y meses transcurrieron, descubrieron que el mal seguía con ustedes. Dios no lo iba a arrojar, porque él jamás se lleva el pecado sin la cooperación cordial de los pecadores. No, el problema no pudo ser resuelto mientras ustedes estuvieran con los brazos cruzados esperando que Dios hiciera todo el trabajo.

¿Cuál es entonces la salida? No por nuestros esfuerzos propios ni por una ayuda absolutamente externa de Dios. Uno no puede remover un mal hábito por medio de una simple resolución, ni tampoco puede ser hecho por simplemente pedirle a Dios que lo haga todo. Solo puede lograrse cuando un hombre se levanta como un instrumento, poniendo su voluntad en las manos de Dios. Ésta es la única manera para ser librados del peso acumulado del pecado. Solo puede lograrse cuando permitimos que la fuerza de Dios se libere en nuestras almas. 

Que de este modo salgamos con una gran fe, fuertes en nuestra determinación a ser nuevas criaturas. Dios ha hecho su oferta gratuita a través de Jesucristo. “Si alguno está en Cristo”, dice Pablo, “nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” En otras palabras, si algún hombre está en Cristo, entonces es una nueva persona. Su antiguo yo se ha ido. Se vuelve un hijo de Dios transformado divinamente.

Una de las grandes glorias del Evangelio es que Cristo ha transformado a muchos hombres, y ha hecho hijos a pródigos sin nombres. Él transformó a un Simón de Arena en un Pedro de Piedra. Él cambió a un Saúl persecutor en un Apóstol Pablo. Él cambio a un Agustín infestado de lujuria, en un San Agustín. La hermosa confesión de Tolstoi en “Mi Religión” es la experiencia de hombres de toda nación y toda tribu:
“Hace cinco años, la fe vino a mí. Creí en la doctrina de Jesús, y toda mi vida sufrió una transformación repentina. Lo que una vez había deseado, ya no deseé más, y comencé a desear lo que nunca antes había deseado. Lo que antes alguna vez me había parecido bueno, ahora me parecía malo. Lo que veía mal en el pasado, me pareció bueno... La dirección de mi vida, mis deseos se volvieron diferentes. Lo bueno y lo malo intercambiaron su lugar.” 
Dios es demasiado cortés como para forzar la puerta rompiéndola. Pero si nosotros la abrimos, habrá una reunión humana y divina que transformará el sombrío ayer en mañanas más brillosos, y volverá la ruina del pecado, en una victoria gloriosa."

«Mira que estoy a la puerta y llamo;
si alguno escucha mi voz y abre la puerta,
yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo».



Alusiones bíblicas:

1. Éxodo 14:15
2. Ezequiel 2:1
3. 2 Corintios 5:17
4. Apocalipsis 3:20


Traducción especial para Creyentes Intelectuales.blogspot.com
  • A partir de la versión original en inglés. El sermón "The Answer To a Perplexing Question", publicado en el libro Strength to Love, y disponible en su versión electrónica gracias a The Martin Luther King Jr. Paper's Project, de la Universidad de Stanford.