"Los hechos y las fantasías del Sr. Darwin" (1862)
Escrito por el científico Sir David Brewster
"Caracterizando así los contenidos del libro del Sr. Darwin, "El origen de las especies," nuestros lectores comprenderán que la obra contiene mucho conocimiento valioso, y mucha especulación salvaje. Datos interesantes y ociosas fantasías rara vez se han combinado en investigaciones físicas, y cuando se ha formado una alianza de ese tipo, el valor de los nuevos hechos ha compensado a menudo los errores de su aplicación. En realidad, hay muchos casos en la historia de la ciencia, en los que las especulaciones, como las de Kepler, han llevado a grandes descubrimientos con los mismos intentos que sugerían para establecerlas o refutarlas. Sin embargo, no sucede lo mismo con las especulaciones que atrincheran en tierra sagrada, y que van en contra de las convicciones universales de la humanidad, envenenando las fuentes de la ciencia, y perturbando la serenidad del mundo cristiano. Tal es, sin duda, la tendencia de la obra de Darwin sobre "El origen de las especies."
Preparado en una escuela mucho menos severa que la de la geometría y la física, sus razonamientos son casi siempre vagos e inconclusos. Sus generalizaciones parecen haberse alcanzado antes de que haya obtenido los sustentos sobre los que los apoya: sus datos, aunque con frecuencia son nuevos e interesantes, a menudo son poco más que conjeturas, y los grandes fenómenos del mundo de la vida, y el instinto, y la razón, que otras mentes han entrelazado con verdades nobles y elevadas, así se han convertido en manos del Sr. Darwin en la base de una especulación peligrosa y degradante.
No podemos suponer que tenía la intención de socavar los cimientos de la religión natural y revelada, pero no podemos ocultar nuestra convicción de que la hipótesis que sostiene el objeto de su vida, tiene una tendencia a expeler al Todopoderoso del universo, para degradar la raza divina a la que Él ha encargado el desarrollo y la valoración de su poder, para representar la revelación de Su voluntad como si fuera una superstición inverosímil.
De cierto, ese gran Nombre, que la verdadera filosofía nunca ha dejado de respetar, no ha sido omitido por completo en las páginas de nuestro autor. Sin embargo, no tiene otro título salvo aquél que dio vida a una forma primordial, de la cual [supone que] han descendido todos los seres orgánicos que han vivido en esta tierra —plantas, peces, aves, cuadrúpedos, ¡y seres humanos!
La Influencia se reconoce de este modo como la chispa eléctrica de un especulador previo, que desaparece para siempre, cuando ha encendido una serie de causas y efectos por el cual todos los órdenes de la vida orgánica has sido formados y perpetuados. Ese tierno Padre que anhela reunir a Sus hijos "como la gallina junta a sus pollitos debajo de sus alas," que abre cuando llaman a la puerta, que da buenas dádivas a aquellos que le piden, y sin cuyo conocimiento ni un cabello de su cabeza cae al suelo; no se hace cargo de la familia de huérfanos que pueblan los universos sombríos de nuestro autor.
Con fin de justificar esas reprensiones, debemos presentar a nuestros lectores las opiniones del Sr. Darwin según lo declarado por él mismo, y cuando apele a hechos y a principios a su favor, tenemos que apelar a hechos y a principios para su refutación.
Sin ningún conocimiento profundo sobre de historia natural, o verdaderamente sin ningún conocimiento de ella en absoluto, la naturaleza de esta insólita especulación puede hacerse clara a la capacidad módica, y al investigador más humilde puede se le puede hacer entender que no tiene un solo respaldo que la sustente, y que aunque ahora es presentada de forma novedosa, ha sido refutada desde hace mucho tiempo por los más distinguidos de nuestros naturalistas. Al discutir cuestiones de este tipo, que despiertan un interés general, estamos naturalmente ansiosos por saber algo sobre los partidos envueltos en la contienda. Desde hace mucho tiempo, el Sr. Darwin ha sido conocido por el público como un eminente naturalista. Es el nieto del célebre Dr. Darwin, un poeta y un fisiólogo, y el autor de varias obras ingeniosas, en algunas de las cuales se remonta al origen de todos los seres organizados, plantas, animales e incluso al hombre, a los filamentos vivientes susceptibles de irritación.
La primera obra del Sr. Darwin fue titulada "El viaje de un naturalista", en donde da cuenta de la célebre travesía de cuatro años durante la cuál el capitán (ahora Contralmirante) [Robert] Fitzroy circunnavegó el globo en el barco "Beagle" de Su Majestad, en los años 1832 a 1836. Como naturalista de la expedición, el señor Darwin condujo un estudio sobre la estructura y la distribución de los arrecifes de coral en el Océano Pacífico, para explorar las minuciosas organizaciones de animales invertebrados, como el Cirripeda, y para investigar la geología de América del Sur, la estructura de las Islas Malvinas y las islas volcánicas de Australia. En las distintas obras en las que se ha ha hecho recuento de estas investigaciones, ha mostrado ser un naturalista consumado, y todas ellas están escritas con un grado de elegancia y claridad que no es muy común en las obras de la misma clase. Su estado de salud, lamentamos decirlo, le impide realizar un estudio continuo, pero confiamos en que pueda ser preservado por más tiempo para que pueda progresar en la historia natural de sus investigaciones experimentales, y que pueda ser conducido, por medio de sus propios descubrimientos, a renunciar a las opiniones que tan profundamente han ofendido tanto al naturalista como al cristiano.
Los puntos de vista que el Sr. Darwin se esfuerza en vida por establecer están contenidos en el siguiente pasaje al final de su obra:
—"Creo que los animales descienden, por mucho, de sólo cuatro o cinco progenitores, y las plantas de un número igual o menor. La analogía llevaría a dar un paso más, a saber, a la creencia de que todos los animales descienden de alguien prototipo. Pero analogía puede ser una guía engañosa. Sin embargo, todos los seres vivos tienen mucho en común en su composición química, sus vesículas germinales, su estructura celular y sus leyes de crecimiento y reproducción. Vemos esto incluso en el hecho tan insignificante de que la misma persona a menudo afecta de manera similar las plantas y los animales; o de que el veneno segregado por el cinípido produce crecimientos monstruosos en el rosal silvestre o en el roble. Por lo tanto, debo inferir por analogía que probablemente todos los seres orgánicos que han vivido en esta tierra han descendido DE ALGUNA FORMA PRIMORDIAL, en la que el aliento de vida FUE SOPLADO POR PRIMERA VEZ [por el Creador]." [14]
En apoyo a esta insólita doctrina, el Sr. Darwin dedica su primer capítulo a los cambios producidos en las plantas y los animales "bajo domesticación." Tales cambios, que son admitidos universalmente, él los atribuye a las diferencias del clima y al tratamiento durante varias generaciones, a variaciones aumentando con el tiempo, que, una vez comenzadas, continúan por muchas generaciones. "En ningún caso," dice él, "hay registro de que un ser variable deje de variar. Nuestras plantas cultivadas más antiguas, como el trigo, a menudo producen aún nuevas variedades; nuestros animales domésticos más antiguos aún son capaces de una mejora o modificación rápida." En lo que los jardineros llaman "plantas mutantes," en las cuales un solo brote o retallo asume un nuevo y, a veces, un "muy diferente carácter al del resto de la planta;" y en tales "mutaciones,” que son muy comunes en el cultivo, se apoya la opinión de nuestro autor de que las variaciones no están necesariamente relacionadas con el acto generador. Ligeros cambios también pueden ser producidos a partir de "las condiciones de vida," tales como un aumento en las proporciones de comida, el color de determinados tipos de alimentos, y tal vez el espesor de la piel a causa del clima, pero aunque estas causas de variación pueden ser numerosas, aun así, las variaciones en sí mismas son poco importantes en comparación con aquellas que se heredan, y por lo tanto, el Sr. Darwin concluye que "si desviaciones extrañas y poco comunes de la estructura son verdaderamente heredadas, también se puede admitir libremente que desviaciones menos extrañas y más comunes puedan ser heredables.”
La paloma mensajera, la volteadora de cara corta, la paloma 'runt', la paloma 'barb', la paloma buchona inglesa, la paloma turbit, la capuchina, la trompetera, la colipavo, todas son descritas como palomas que difieren en sus picos, sus cuellos, sus cuerpos, sus patas, sus colas, e incluso sus esqueletos, y a tal grado de que si a un ornitólogo se le dijera que eran aves silvestres, seguramente, pensaría en clasificarlas como una especie bien definida; y, sin embargo, admitiría que todas estas palomas han descendido de la paloma silvestre azul y de doble franja, la Columba Livia. Ahora bien, admitiendo que todo esto es cierto, no es ninguna evidencia de que alguna de las variedades constituya una nueva especie, aunque las variaciones puedan haberse ido acumulando durante cuatro mil años. Por el contrario, no hay ninguna tendencia en estas variaciones a ser permanentes, sino más bien a cesar, de modo que la paloma de lujo, vuelve a la paloma de doble franja de la que descendía. La misma ley de regresión al tipo original se prueba en varios animales domésticos. [Peter Simon] Pallas nos informa que los caballos salvajes de los calmucos, cuando ya no son cuidados por el hombre, recaen en su estado salvaje, y el doctor [James Cowles] Prichard señala que los animales domesticados que se escapan— el caballo, el burro, la oveja, la cabra, el cerdo, el perro, el gato y las aves gallináceas, que los españoles llevaron de Europa a América, llegaron a perder todos los aspectos más evidentes de su domesticación.
Que en los cambios producidos por efecto de la domesticación no hay variación permanente que equivalga a alguna diferencia específica es algo que se demuestra notablemente en el caso del perro, que, de todos los animales domésticos, es el que exhibe las más numerosas y marcadas variaciones en cuanto a tamaño, color, tipo de pelo, y forma de la cabeza y, sin embargo, a pesar de esto, como señala el profesor [Richard] Owen, "los naturalistas detectan en el esquema dentario, y en la construcción del cráneo, los inconfundibles caracteres genéricos y específicos de la familia canina". "Cuan diferente," añade, en apoyo a la misma verdad, "se comporta desde el gigante de Terranova hasta el pug enano, en un encuentro inesperado, a la forma en que cualquiera de los dos lo haría en lugar de un chacal, un lobo o un zorro. El animal tardo podría enseñar al científico que la unidad de tipos o de especies es descubrible bajo las máscaras más fuertes de la variación."
Nuestros límites no nos dejarán seguir a nuestro autor en su intento de demostrar que grandes cambios ocurren bajo el principio de selección artificial, en la cual las razas domésticas se han manipulado por el hombre, para la acumulación de ciertas directrices que le resulten útiles, con las variaciones sucesivas producidas por naturaleza. Hay un caso de variación que él considera mucho más poderoso en lo que llama “selección natural”, o el poder por medio del cual, la naturaleza se ejercita "al rechazar lo que es malo, al preservar y añadir todo lo que es bueno, y al trabajar silenciosa e insensiblemente cuando sea y donde sea que se presente la oportunidad, para el mejoramiento de cada ser orgánico, en relación a sus condiciones orgánicas e inorgánicas de vida." A dicho principio, nuestro autor le asigna casi un poder creativo. Poder modificar la estructura del joven en relación a su padre, y del padre en relación al joven, pero no poder modificar la estructura de una especie sin darle alguna ventaja por el bien de otra especie. "Si [la selección natural] tuviese que hacer el pico de una paloma adulta muy corto para el beneficio propio del ave, el proceso sería lento, y simultáneamente habría una selección de lo más vigorosa en los pichones dentro del huevo, que tendrían los picos más potentes y duros, porque todos los que tuvieran los picos débiles perecerían inevitablemente; o en dado caso los cascarones más delicados y quebradizos podrían ser seleccionados." Como ejemplo del proceso de la selección natural, el Sr. Darwin nos dice que "en América del Norte, Hearne vio al oso negro nadando durante horas con la boca abierta ampliamente, atrapando así, casi como una ballena, insectos en el agua;" ¡y él agrega que, "incluso en un caso tan extremo como éste, si el suministro de insectos fuera constante, y si competidores mejor adaptados no existieran ya en el país, no vería ninguna dificultad en que una raza de osos, por medio de la selección natural, se vuelva más y más acuática en su estructura y hábitos con bocas más y más grandes, hasta que se produzca una criatura tan monstruosa como una ballena"![15] Debido a la gran rapidez con la que las plantas y los animales aumentan y se multiplican, la tierra pronto sería cubierta por su progenie, si muchos de ellos no fueran destruidos durante algún período de sus vidas. Por tanto, hay "una lucha por la supervivencia," en la cual la vida que es superflua es tomada, y los vigorosos, los sanos y los felices sobreviven y se multiplican, mientras que los de las constituciones más débiles, incapaces de valerse por sí mismos y proveer a su descendencia, deben perecer anualmente.
En tal guerra de razas, esta lucha por el alimento y la supervivencia, las variaciones favorables se conservan, y las perjudiciales son rechazadas, pero no hay ningún ejemplo de alguna forma específica que haya sido cambiada gradualmente por la acumulación de estas variaciones favorables.
Al admitir el hecho de esta lucha por la supervivencia, los naturalistas han elaborado de ella la conclusión que es justamente opuesta. Cuando Dios vio que todo ser viviente que Él hizo era bueno, no podemos dudar que cada tipo de cada uno de ellos era ya perfecto. La lucha por la supervivencia, por lo tanto, es para demostrar [un cambio hacia la forma original], y no para provocar un cambio de la forma original. Un tigre fuerte que sobrevive la lucha tendrá más de la ferocidad natal que su congénere enfermizo que ha perecido. Un búfalo vigoroso no dejará de ser herbívoro en la consecuencia de su fortaleza, y el león no va a alimentarse de paja por tener mayor apetito y dientes más fuertes que su compañero más débil. Tampoco el muchacho Piel Roja que ha escapado de morir ahogado, mientras su hermano ha muerto, será un Piel-Roja menos perfecto que su padre que lo lanzó al mar. Por lo tanto, en lugar de que haya "una tendencia constante en los descendientes mejorados de cualquier especie a suplantar y exterminar en cada etapa de descenso a sus predecesores y su padre original," habrá una muy opuesta tendencia a preservar intacta la relación perfecta que esa especie ha recibido de la mano del Creador.
Tal es un breve y muy imperfecto conocimiento de los procesos por los que, según el Sr. Darwin, las especies están tan cambiadas que, desde el primer acto del poder creador, el hombre ha pasado de ser un átomo primordial, a través de las numerosas etapas de una planta, un pescado, aves y cuadrúpedos. Si tal especulación tiene prueba alguna para ser apoyada, debería encontrarse en la historia de los seres organizados durante los varios miles de años del período histórico. En el curso de este largo período, ningún cambio de especies ha tenido lugar y ninguna especie nueva ha aparecido.
El pájaro y las bestias de Egipto, tales como se preservan en sus tumbas antiguas, no han experimentado ningún cambio en su carácter específico durante dos, tres, o cuatro mil años que han transcurrido desde que el embalsamador preparó sus momias para su conservación. A pesar de la gran paloma runt, con su grandísimo pico y sus enormes patas, difiera de su progenitora azul y de doble franja, la paloma sigue siendo una paloma todavía. Aunque el galgo italiano delgado tenga un extraño contraste con el bull-dog de patas cortas,ambos siguen siendo perros en sus dientes y en su cráneo. El ratón, aún, no se ha transmutado en un gato, ni la gallina en el pavo, ni el pato en la gallina, ni el halcón en el águila, y mucho menos el mono en el hombre. Cuando el mayor instinto haya pasado a la razón más baja, cuando el parloteo de los loros se haya vuelto en habla, y cuando el león en su trono forestal haya llamado a sus súbditos con la lengua vernácula del hombre, hasta entonces podremos entregarnos a la imputación de un origen innoble.
El Todopoderoso, sin embargo, como si hubiera prevenido la degradación de su imagen, parece, según lo declarado por [Charles Lyell, en Principios de Geología, III, p.38], haber proporcionado a los embalsamadores egipcios para refutar la especulación. "Podría parecer," dice él, "como si los antiguos egipcios hubieran sido inspirados por la naturaleza con el fin de transmitir a épocas posteriores un monumento de su historia. Esas personas extrañas y caprichosas, al embalsamar con tanto cuidado a los toscos que eran objetos de su tonta adoración, nos han dejado, en sus grutas sagradas, gabinetes de zoología casi completa. El clima ha conspirado con arte para preservar a los cuerpos de corrupción, y ahora podemos asegurarnos con nuestros propios ojos cómo era el estado de un buen número de especies hace tres mil años." Se nos lee la misma acción por las crónicas y la literatura antigua. "El camello que llevaba la novia a Isaac," dice un hábido escritor "e iba llegando mientras estaba meditando en la marea de la tarde, aún proyecta la misma forma fuertemente cincelada en el muro horizonte de los desiertos del este, entre el cielo y la arena; el caballo de batalla, con su cuello vestido con ímpetu, y al que se le decía entre los clarines: 'ha, ha, en la guerra de Siria, muestra los mismos instintos nobles en los campos de batalla de Europa, y el perro que puso en peligro la incógnita de Ulises no era más que un ensayo vivo del favorito de Abbotsford." El hipopótamo y el cocodrilo que Herodoto vio y describió son descritos precisamente igual que los que serán vistos, y los que serían descritos por un visitante moderno del Nilo . El salmón todavía monta la barrera del río, como cuando los soldados romanos lo llamaban saltador, cuando lo vieron por primera vez en los arroyos de la Galia, y el pólipo y la esponja, y otros habitantes del Mediterráneo, exhiben las propiedades peculiares que se observaron de ellos por Aristóteles. . .
Estos hechos interesantes, y otros igualmente demostrativos sobre la inmutabilidad de las especies ahora son admitidas dificultades por el propio Sr. Darwin y su única respuesta a ellos es que se requiere más tiempo que la edad de las tumbas egipcias, o incluso más tiempo que el del arrecife de coral para las transmutaciones que defiende. Afortunadamente, para nuestro argumento, han habido más animales preservados que los de Egipto. Las plantas y los animales que la naturaleza ha conservado en los cementerios de los primeros tiempos hablan el mismo idioma que los que están en las tumbas egipcias, y ahora tenemos que apelar a ellos en busca de cualquier evidencia de una transmutación de las especies.
Los geólogos se han puesto de acuerdo en hacer una división sobre la corteza de la tierra en tres formaciones diferentes, a saber, primarias, secundarias y terciarias, o, para usar los nombres más expresivos, Paleozoicas, o los estratos que contienen las formas más antiguas de la vida, los Mesozoicas, o aquellas que contienen formas menos antiguas, y la Cenozoica, o las que contienen las formas más recientes. El espesor de estas diferentes masas es el siguiente:—
Estratos Paleozoicos, alrededor de . . 60,000 pies
Estratos Mesozoicos . . 15,000 pies
Estratos Cenozoicos . . 3,000 pies
haciendo por completo 78.000 pies, o cerca de 15 millas. En el más profundo de los estratos paleozoicos, a saber, el Cámbrico, no hay rastros de plantas o animales. En el siguiente estrato, el Silúrico inferior, se encuentran trilobites y cefalópodos (sepias). En la parte superior del Silúrico, se hallan los primeros peces. En la piedra arenisca roja antigua, se encuentran placoides y ganoideos o peces revestidos de escamas, y en las piedras calizas y yacimientos de carbón, en las camas paleozoicas superiores, se ven reptiles e insectos por primera vez. En los estratos inferiores mesozoicos o sub-oolíticos, se encuentran pájaros y mamíferos marsupiales. En las camas oolitas, los reptiles son abundantes, y en la capa supra-oolita o tiza, en las formaciones Wealden hay peces cicloides y ctenoideos, escalares y pectinatos. En los estratos inferiores del cenozoico, la arcilla de Londres, se encuentran murciélagos, delfines, abejas, y demás. En sus formaciones medias, se hallan el trapo coralin, el mono, el perro, el león, el elefante, el buey, las ballenas, y demás, y en sus estratos superiores o más recientes, se encuentran mamíferos más finos y el ser humano. En esta larga serie de vida creada, desde los trilobites y las sepias en los estratos Silúricos inferiores, hasta el área de la tierra en la que está el hombre, no hay un hecho que indique la transición de una especie a otra.
El propio Sr. Darwin confiesa que faltan las variedades intermedias, que "ciertamente la geología no revela ninguna cadena orgánica precisamente gradual," y que "esta es la objeción más obvia y seria para la teoría." "La explicación está," añade "en la extrema imperfección del registro geológico." Con el fin de escapar de esta dificultad, reconoce así con franqueza, que está obligado a poner en duda la fe de los geólogos. Él niega que la vida haya comenzado en los estratos Silúricos inferiores; él cree que tiene que haber estratos mucho más antiguos que los de las formaciones azoicas, o los que no tienen vida, y con el fin de explicar por qué es que entre los restos fósiles no se encuentra ninguna de las especies que forme eslabones entre una raza y otra, él conjetura que la formaciones que los contienen debieron haber sido eliminadas por denudación, y otras causas, y que pueden existir bajo el océano, o en regiones que aún no han sido exploradas por los geólogos.
Al sostener que "la imperfección del registro geológico" es consecuencia principalmente de que sólo una pequeña porción del mundo haya sido explorada con cuidado, el Sr. Darwin rechaza todas las principales verdades de la ciencia; y, consciente de la insostenibilidad de su postura, parece que con frecuencia está a punto de abandonarla. "Aquél que rechace estos puntos de vista," dice él, "sobre la imperfección de los registros geológicos, rechazará de forma justa toda mi teoría. Porque en vano podría preguntar dónde están los incontables eslabones de transición que tuvieron que haber enlazado en otro tiempo las especies afines o representativas encontradas en las varias capas de las mismas grandes formaciones."
(Darwin mismo había escrito: "No solo mirando a una época, sino mirando a todas la épocas, si mi teoría es cierta, innumerables variedades de eslabones que vinculen de la forma más estrecha a todas las especies del mismo grupo juntas, seguramente debieron haber existido." [en "El Origen de las especies", Capítulo VI: "Hábitos transitorios", p. 179] )
En referencia a la gran verdad geológica sobre las formaciones primarias extendidas en una vasta proporción, y perfectamente inalteradas; éstas no contienen los más mínimos rastros de seres organizados, y que el amanecer de vida se halle en la formación silúrica inferior, nuestro autor lo admite: "si mi teoría es cierta, es indiscutible que antes de que se depositara el estrato silúrico o cámbrico inferior, transcurrieron largos periodos, tan largos o probablemente mayores que el intervalo de tiempo que ha separado a la era Silúrica del día de hoy; y que durante estos vastos períodos de tiempo, aún bastante desconocidos, el mundo se encontraba lleno de seres vivos." Pero si el registro geológico tiene todas las imperfecciones que el Sr. Darwin insta contra éste, y si todos ellos estuvieran provistos de acuerdo a su hipótesis, aún así presentaría algunos hechos importantes completamente desestabilizadores de sus puntos de vista.
La existencia de criaturas tales como los trilobites y los cefalópodos o las sepias en las formaciones cámbricas o silúricas, con órganos sensitivos de la clase más perfecta, es una dificultad que no tiene respuesta en el desarrollo de su teoría. El Sr. Darwin está gravemente desconcertado respecto a la transición de órganos. "La selección natural," dice él, "no producirá perfección absoluta, ni tampoco encontramos siempre este alto estándar en la naturaleza. La corrección de la aberración de la luz, dice alguien de gran autoridad [Fritz Müler], no es perfecta ni aún en ese órgano más perfecto, el ojo." Asumimos que lo que quiere decir con esto es que aunque el ojo sea el más perfecto de los órganos, aún así no es perfecto, y por lo tanto puede ser producido por medio de selección natural. Ahora bien, es bastante cierto que la corrección para la aberración cromática no es completa en el ser humano ni en ningún ojo conocido; pero, a pesar de ello, la visión es perfecta. No se ve que el color incorregido sea usado para usar ese órgano, y consecuentemente, el ojo humano, como el órgano de la visión, es perfecto, y por lo tanto no es el resultado de selección natural. Bajo el principio del Sr. Darwin, el oído no es perfecto, porque es insensible a la música de las esferas, o el lente es imperfecto porque no puede descubrir cada tonalidad de color. Un oído hipersensible sería destruido por los sonidos a los que la naturaleza los somete, y un contacto sensible al color sería una tortura para su poseedor. La selección natural, sin embargo, bajo la guía del Sr. Darwin, podría conciliar estas dificultades, y el ojo del futuro podría ser equipado con lentes cristalinos doble o triplemente acromáticos. Nuestro propio autor a veces está horrorizado ante sus propias opiniones. Él declara que "la creencia de que un órgano tan perfecto como el ojo pueda haber sido formado por selección natural es más que suficiente para pasmar a cualquiera;" pero ¿que podrá decir cuando se entere lo que debía saber?; que el ojo de la sepia, uno de los más antiguos de los animales, es tan perfecto y más complejo aún que el del hombre.
(Darwin mismo había escrito: "Si pudiera demostrarse que existe un órgano complejo que no fuera posible que se haya formado por medio de modificaciones numerosas, pequeñas y progresivas, mi teoría se vendría abajo por completo." [en "El Origen de las especies", Capítulo VI: "Dificultades en la teoría", p. 189] )
Anatomía del ojo de la sepia (Cephalopoda 14.) Según Cuvier. (Tomada de chestofbooks). |
La lente cristalina de la Sepia Loligo difiere de la lente de todos los demás animales en ser una lente compuesta, que consta de una lente principal en forma parabólica, profundamente convexa detrás, y ligeramente convexa delante, unido a un menisco con una predominacia convexa colocada delante de la misma. La cara cóncava del menisco se mantiene en contacto con la cara ligeramente convexa de la lente principal por medio de un anillo cartilaginoso transparente, de manera que la lente consta en realidad de tres partes separadas. Todas las otras lentes de una laminæ se componen de fibras, pero en el Loligo son capas muy delgadas que tienen una estructura fibrosa, y que irradian desde el polo de la superficie posterior del ojo. En los ojos del hombre y de otros animales, las fibras terminan en polos o líneas. En la sepia, las fibras virtuales o los bordes de la laminæ terminan como un corte de cabello atravesado, que forma la superficie anterior del lente principal; y sus extremidades, que componen esa superficie, están curiosamente unidas, y están cubiertas con una fina membrana. Aquí, pues, tenemos un órgano sensitivo único en la diversidad animal, y uno que exhibe un grado de complejidad y una alta organización que no se puede encontrar en ningún otro animal. Si el Loligo hubiera surgido a partir de un tipo de animal primitivo o si se hubiera transmutado en un tipo superior, deberíamos haber encontrado en ambos, algunos rastros de tan extraordinario órgano.
La sepias ha proporcionado a [Georges] Cuvier otros argumentos contra la teoría Darwinista. Él dice que "Ninguna desviación se ha producido respecto a la forma ordinaria de este animal, ni puede constituirse un ser que sea situado por debajo de éste; ni se puede, ni nunca se podrá dar lugar a un mejor desarrollo que forme una serie de animales de una especie más perfecta situada por encima del mismo. . . En vano intentaríamos relacionar a estos moluscos con algunos peces cuyos esqueleto se piense que hubiese desaparecido .... En una palabra, vemos que la naturaleza pasa desde un plan a otro, dando un salto, y deja entre sus producciones un vacío manifiesto. Los cefalópodos se convierten en ninguna otra cosa. No han resultado de la evolución de otros animales, y su desarrollo adecuado no ha producido nada superior a ellos mismos, una consideración con la que se les da un alto grado de importancia en la historia natural, puesto que derrumba un gran número de vanos sistemas [teóricos]."
Pero, además del ojo, hay otros órganos que confunden los más altos poderes de selección natural. Los órganos eléctricos de los peces, el propio Sr Darwin nos lo dice, "ofrecen un caso especial de dificultad," y él confiesa "que es imposible concebir por medio de qué pasos estos órganos maravillosos han sido producidos." Los peces eléctricos ni siquiera están relacionados los unos con los otros, y no hay peces antiguos que parezcan haber tenido órganos eléctricos, que la mayor parte de sus descendientes modificados hubieran perdido. La presencia de órganos luminiscentes en algunos pocos insectos de diferentes familias y órdenes, ofrece una dificultad paralela para nuestro autor, y él cándidamente menciona otro caso desconcertante en el que las orquídeas y la asclepias; dos plantas con flores de géneros "casi tan alejados entre sí como fuera posible," tienen el mismo artilugio muy curioso de una masa de granos de polen llevados en un pedúnculo con una glándula pegajosa en el extremo. Con el fin de explicar cómo dos especies tan distintas, como en los casos anteriores, están decoradas con el mismo órgano anómalo, el señor Darwin expresa la siguiente opinión insólita:—"Me inclino a creer que casi de la misma forma en que a veces dos hombres han dado de forma independiente con la misma invención así mismo, la selección natural, trabajando por el bien de cada ser y aprovechando las variaciones análogas, ha llegado a modificar a veces de una forma muy cercana dos partes, en dos seres orgánicos, que le deben muy poco a la estructura común de su mismo ancestro."
Al discutir sobre la transición de los órganos, parece que el Sr. Darwin sabiamente evitó el tema de la transición del cerebro, el órgano de la razón humana; aún cuando crea que el cerebro del bípedo es una mejora del cerebro del cuadrúpedo, bajo su discernimiento de selección natural. Él nos dice "que el no tiene nada que decir respecto al origen de las primeras facultades mentales, más de lo que tiene que decir respecto al origen de la vida misma;"[16] pero a medida que incluye como instinto diversas acciones mentales, se obliga a decirnos cómo estas acciones mentales de brutos evolucionan a la razón, o a las acciones mentales superiores del hombre. Como asume que la selección natural puede producir todos los grados de la perfección, a excepción de la perfección absoluta, concluye que el instinto debe haberse elevado en razón, y puesto que, como señala el Sr. Darwin, "una pequeña dosis de juicio o de razón a menudo entra en juego incluso en animales muy bajos en la escala de la creación," una mayor dosis de juicio o razón, como la que se muestra en la ejercitación de "facultades mentales primarias," debe haberse acumulado en la familia humana en el curso de su desarrollo. ¿Entonces qué va a ser el futuro del hombre en su naturaleza física, mental y moral? ¿En qué forma de ser se va a elevar el átomo primordial? Bajo la tutela de la selección natural, está avanzando a un estado de perfección, tan sólo cerca del absoluto, y en algún momento u otro se debe alcanzar ese objetivo.
Negándose a recibir la luz desde arriba, ¿cómo es que el filósofo natural especulativo concluye la historia de la vida que él ha trazado a través de tales transformaciones singulares? Los astrónomos de la física de una época no muy lejana creían que todos los planetas de nuestro sistema, moviéndose en un medio resistente, seguramente debían estarse acercando al sol, y finalmente perecerían en su llamarada. ¿Será que el Sr. Darwin no pueda escapar de su dificultad, dándole vueltas a la causa de la vida en círculos, y por medio un proceso de deterioro natural, le dé vuelta desde su forma más sublime hasta su forma más rebajada — desde el hombre intelectual, a través de todos sus diversos antepasados, a un átomo primordial del que dice surgió? Es una creencia mucho más racional creer que el hombre puede llegar a convertirse en un bruto [o salvaje], que creer que un bruto [o salvaje] puede llegar a convertirse en un hombre, y es una fe más fácil creer que las plantas y los animales pueden disminuirse hasta volverse como un átomo elemental, que creer que ese átomo adopte en su organización, y evolucione, en todas las formas nobles de vida vegetal, vida animal, y vida intelectual.
A partir de este breve e imperfecto bosquejo sobre las especulaciones del Sr. Darwin, podrá verse que él no ha aportado un solo hecho en su apoyo. Si nuestros límites nos permitieran dar algunos de los detalles de la historia natural y los resultados experimentales que contiene su obra, lo que deberíamos haber encontrado es que, a pesar de que prueban la existencia de menores variaciones en las especies, un hecho admitido por todos los naturalistas precedentes, aún así la estrecha cantidad de estas variaciones, tanto en número como en carácter, establecen la mismísima verdad que derrumba lo que invocan. Cuando el astrónomo físico vio en la pequeña aceleración secular los movimientos planetarios que finalmente destruirían al sistema, el estudio de estas aceleraciones, que promovía la hipótesis, llevó al descubrimiento de su causa, y lanzó fuera toda duda sobre la estabilidad del sistema planetario.
Si el Sr. Darwin tiene algunos discípulos cariñosos que se inclinen sobre él para recibir su instrucción, ellos debieron haberle hecho algunas preguntas desconcertantes en cuanto a la historia de su 'forma primordial'. ¿En qué parte de la tierra fue situada? ¿qué es lo que la puso allí?, y ¿de dónde es que vino a ser el planeta que estuvo para enriquecerla y adornarla con todas las variedades de vida que mantuvo? A pesar de que él no ha respondido a estas interrogantes naturales, aun así los filósofos de la misma escuela han encontrado en un universo de polvo, el poder creativo que hizo incluso los mundos planetarios.
La teoría del origen de las especies no es más que un vástago de la cosmogonía nebular, que pretende explicar el origen y la formación de los planetas primarios y secundarios, y que se encuentra en directa contradicción con todos los hechos y las leyes del sistema solar, y especialmente aquellos del sistema de cometas. Esa forma de la misma en la que suponen que la masa del Sol ha sido expandida en materia nebulosa a la órbita del planeta más remoto, ha sido presentado recientemente sometida al escrutinio del análisis matemático, por M. [Jacques] Babinet, un distinguido miembro de la Academia Francesa de Ciencias. Adoptando el presente período de rotación del Sol sobre su eje, apenas de 25 días, él ha probado que la rotación de la materia nebular a la distancia de la tierra debió haber sido de 3181 años [luz]! Y, a la distancia de Neptuno, casi tres millones (2,302,900) o años—"números", dice él, "tan infinitamente superiores a los que marcan los tiempos de la revolución de la Tierra y Neptuno, de forma que es imposible admitir que estos planetas se hayan formado a partir de la masa del Sol expandida a las órbitas planetarias. En este derrumbamiento de la gran herejía matriz, por la prueba rigurosa de la geometría, podemos leer el destino de su vástaga más ofensiva."*
[Brewster, David. Traducido del artículo en inglés: The Facts and Fancies of Mr. Darwin. (1862). Originalmente publicado en "Good Words" (1862), pp. 3-8; y "Good Word and Sunday Magazine," Volumen 3. Editores: Donald Macleod, Hartley Aspden y Norman Macleod, D. D. J. Editorial: Alexander Strahan and Company. El artículo fue republicado en 1882 y a partir del 2013 se ha hecho disponible en Wikisource]
El último argumento de Brewster, en el último fragmento, representaba una crítica directa a los evolucionistas emergentes y proponentes de Darwin, tales como Thomas Huxtley, que sostenían que "la teoría nebular, es parte de la hipótesis de la evolución, y asegura que todos los mundos estuvieron en algún momento en estado gaseoso."
Al igual que Louis Pasteur, Brewster no podía concebir la idea de la abiogénesis, y por lo tanto admitía que fue Dios quien creó la vida, y que era imposible que la vida hubiera surgido por una mezcla casual de gases.
Huxtley, por otra parte, había declarado que "si la hipótesis de la evolución fuera cierta, la materia viva debió haber surgido de la materia inerte; porque la hipótesis de la condición del globo en un tiempo era tal, que la materia viva no podía haber existido en el globo, siendo incompatible la vida con el estado gaseoso." [Huxtley, en ''Encyclopaedia Britannica'', Novena edición inglesa, (1876) Vol. III, ''"Biology"'', p. 689.]
*Traducción al español para CreyentesIntelectuales.blogspot.mx
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