"...Sin fe es imposible agradar a Dios.
porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que El existe y recompensa a los que le buscan."
(Hebreos 11:6)
porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que El existe y recompensa a los que le buscan."
(Hebreos 11:6)
Max Planck (1858 – 1947) fue un famoso físico alemán que hizo muchísimas aportaciones a la física y desarrolló la teoría cuántica, la cuál, le hizo ganar el Premio Nobel de la Física en 1918.
Por sus aportaciones, Planck es reconocido por los científicos como "padre de la física cuántica" y su teoría se considera una de las más importantes del siglo XX, ya que revolucionó la forma de entender el átomo y los procesos subatómicos en la física cuántica.
Aunque este campo se complementa con el efecto fotoeléctrico de Einstein, el "efecto Compton" de Arthur H. Compton y el concepto ondulatorio de Erwin Schrödinger, Planck destacó también como fundador de la mecánica cuántica y dejó un legado de apreciadas investigaciones en el estudio la radiación electromagnética y la relación entre materia y radiación; contribuyendo también al progreso de la Teoría de la relatividad (formulada por Albert Einstein), introduciendo el concepto de cuerpo negro, acuñando el término de "cuanto" (en la Física), y formulando una constante o ecuación que implicaba que la energía es discontinua y depende de la frecuencia de la radiación.
En relación a su vida académica, estudió en la Universidad de Munich en su natal Alemania y se graduó en 1879 a la edad de 21 años. También hizo un Doctorado después de haber escrito una tesis sobre la Ley de la termodinámica, y, de en adelante, se dedicó a laborar como profesor de física en las Universidades de Munich, Kiely, Berlín.
Nernst, Einstein, Max Planck, Millikan, y Laue en 1931 |
Para Werner Heisenberg “Max Planck fue el último gran representante de la época clásica de la física y al mismo tiempo fue el que comenzó todo lo nuevo” en este campo científico.
Su fe en Dios
Ante la pregunta de un observador: "¿Piensa usted que la conciencia puede ser explicada en términos de materia?" Max Planck respondió:
"No. Considero a la conciencia como algo fundamental. Considero a la materia como un derivado de la conciencia. No podemos ir más allá de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos existente, postula la conciencia" [Planck, citado en Purucker (1940), Cap. 13].Planck dejó bien claro que, en su perspectiva, la difusión del ateísmo acarrearía una destrucción social. declarando:
"No es de extrañarse que el movimiento de los ateos, que declara que la religión es sólo una ilusión deliberada, inventada por los sacerdotes en búsqueda de poder, y que para la piadosa creencia en un Poder superior no tiene nada más que palabras de burla, entusiastamente hace uso del conocimiento científico progresista y en una supuesta unidad con él, se expande a un ritmo cada vez más rápido de su acción desintegradora en todas las naciones de la tierra, y en todos los niveles sociales.
No necesito explicar con más detalle que con su victoria se desvanecerían no sólo todos los tesoros más preciados de nuestra cultura sino — lo que es aún peor — también las perspectivas de un futuro mejor" [Max Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958]
En una de sus famosas conferencias titulada "Religión y Ciencia," en mayo de 1937, Max Planck habló de la compatibilidad entre ambas áreas de la vida humana. Al igual que Einstein, habló de los límites de la ciencia respecto a la moral; al igual que Millikan, aseguró que un conflicto real entre ambos campos es verdaderamente imposible; al igual que Bacon, reconoció a Dios como un objetivo de la ciencia y al igual que Newton, refirió la creencia en Dios como una necesidad, recalcando el papel de la religión, y su compatibilidad con la ciencia:
"Habiendo aprendido a conocer las demandas que, la religión por un lado, y la ciencia por el otro, presentan para los problemas de una concepción del mundo generalizada, vamos a examinar si, y en qué medida, éstas distintas demandas pueden ser mutuamente reconciliadas entre sí.
En primer lugar, es evidente que esta examinación puede extenderse únicamente hasta donde las disposiciones de la religión y las ciencias entren en conflicto entre sí. De este modo, todos los problemas de la ética quedan fuera del campo de las ciencias, mientras que las dimensiones de las constantes universales quedan sin relevancia en la religión.
Por un lado, la religión y las ciencias tienen un punto de encuentro en la cuestión relativa a la existencia y naturaleza de un poder supremo que gobierna el mundo, y aquí, las respuestas dadas por ambas, son, hasta cierto punto, al menos comparables. Como hemos visto, de ninguna manera son mutuamente contradictorias, sino que están de acuerdo, en primer lugar, en el hecho de que existe un orden universal racional independiente del hombre, y en segundo lugar, en la visión de que el carácter de este orden universal nunca se podrá saber directamente, sino que sólo se podrá reconocer o inferir indirectamente.En ésta cuestión, la religión emplea sus propios símbolos característicos, mientras que la ciencia natural utiliza mediciones basadas en experiencias sensoriales. Por lo tanto, nada se interpone en nuestro camino (y nuestro
instintivo esfuerzo intelectual lo exige para una imagen unificada del mundo) al identificar entre una y otra, las dos fuerzas que siempre están activas, aún siendo un tanto misteriosas: el orden universal de las ciencias y el Dios de la religión. En consecuencia, la divinidad a la que la persona religiosa busca acercarse por medio de sus símbolos palpables, es consustancial con el poder que actúa conforme a las leyes naturales para las que los datos sensitivos de los científicos proporcionan un cierto grado de evidencia.
Sin embargo, a pesar de esta unanimidad, también debe señalarse una distinción fundamental. Para la persona religiosa, Dios viene directa e inmediatamente. Él y Su Voluntad omnipotente son el manantial de toda la vida y de todos los acontecimientos, tanto en el mundo material como en el mundo espiritual. Aunque Él no pueda ser entendido por la razón humana, los símbolos religiosos le dan una visión directa de Él, y Él planta su mensaje sagrado en las almas de aquellos que fielmente se encomiendan a Él. En contraste a esto, el investigador de las ciencias no reconoce inmediatamente nada, salvo el contenido de sus experiencias sensoriales y de las mediciones basadas en éstas. Comienza a partir de este punto, en un camino de investigación inductiva, para aproximarse lo mejor que pueda al fin supremo y eternamente inalcanzable de su búsqueda: Dios y Su orden universal. Por tanto, tanto la religión como las ciencias requieren una creencia en Dios para realizar sus actividades; en la primera, Él es el punto de partida; en la segunda, Él es el objetivo de todo proceso de pensamiento. En la primera, Él representa la fundación, en la segunda – la corona de cualquier razonamiento sobre la visión del mundo.
Esta diferencia corresponde a los diferentes roles de la religión y de la ciencia en la vida humana. La ciencia quiere que el hombre aprenda, la religión quiere que actúe. La única base sólida para el aprendizaje es la suministrada por la percepción empírica; la asunción de un orden universal funciona aquí meramente como una condición esencial para la formulación de preguntas fructíferas. Pero éste no es el camino a seguirse cuando se trata de la acción, porque la decisión volitiva del hombre no puede esperar hasta que la cognición se haya completado, y a menudo necesita hacerla imperativa para tomar decisiones o traducir nuestras actitudes mentales a acción inmediata.
La reflexión larga y tediosa no puede permitirnos moldear nuestras decisiones y actitudes apropiadamente. Esta instrucción definida y clara solamente la podemos obtener por medio de un enlace directo e interno con Dios. Esta sola instrucción es la única capaz de darnos la firmeza interior y la paz mental duradera que debe ser considerada como la más alta bendición en la vida. Y si atribuimos a Dios, además de Su omnipotencia y omnisciencia, también las cualidades de bondad y de amor, recurrir a Él produce una mayor sensación de seguridad y de felicidad en el ser humano sediento de consuelo. Contra esta concepción ni aun la más mínima objeción puede plantearse desde el campo de las ciencias, porque como lo indicamos anteriormente, las cuestiones de ética se encuentran totalmente fuera de su dominio.
No importa dónde y que tan lejos veamos, en ningún lugar encontramos una contradicción entre la religión y la ciencia. Por el contrario, nos encontramos con una completa concordancia en los mismos aspectos de importancia decisiva. La religión y la ciencia no se excluyen entre sí, como muchos contemporáneos nuestros creerían o temerían. Se complementan mutuamente y se condicionan la una a la otra.
La prueba más inmediata sobre la compatibilidad entre la religión y la ciencia, incluso bajo el escrutinio crítico más meticuloso, es el hecho histórico de que los mismísimos científicos más grandes de todos los tiempos — hombres como Kepler, Newton, Leibniz — estaban permeados por actitud religiosa de lo más profunda. En los albores de nuestra era civilizada, los practicantes de las ciencias eran al mismo tiempo los guardianes de la religión.
La más antigua de todas las ciencias aplicadas, la medicina, estaba en manos de los sacerdotes, y en la Edad Media la investigación científica todavía se llevaba a cabo principalmente en los monasterios. Más tarde, conforme la civilización continuó progresando y diversificando sus labores, la separación de los caminos se hizo cada vez más pronunciada, correspondiendo a la distinta naturaleza de las tareas y actividades de la religión y de las ciencias.
Porque la actitud correcta ante cuestiones éticas no se puede adquirir partiendo de un conocimiento meramente racional, como tampoco una visión del mundo podrá jamás reemplazar conocimientos y destrezas específicas. Mas los dos caminos no se desvían, sino que van paralelos uno junto al otro, y se interceptan en un perpetuo objetivo común. No hay mejor manera de comprender esto propiamente mas que continuar esforzándose para obtener una comprensión cada vez más profunda de la naturaleza y las dificultades de la ciencia, por un lado, y de la fe religiosa por el otro. Entonces aparecerá con cada vez con mayor claridad que, aunque los métodos son diferentes — puesto que la ciencia opera principalmente con el intelecto, y la religión predominantemente con el sentimiento — el significado del trabajo y la dirección del progreso son, sin embargo, absolutamente idénticos.
La religión y la ciencia están luchando una batalla conjuntas en una cruzada incesante e ininterrumpida en contra del escepticismo y en contra del dogmatismo, en contra de la incredulidad y en contra de la superstición, y el grito de guerra en esta cruzada siempre ha sido y siempre será: "¡Sea por Dios!"
[Max Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958, p. 27). Religion and Natural Science (Conferenia dada en 1937) Max Planck: Scientific Autobiography and Other Papers, trans. F. Gaynor (New York, 1949), pp. 184] [También citado en Heilbron (1986), p. 185].
Para Max Planck, Dios era el único camino para encontrar seguridad ante la certidumbre e incertidumbre de la vida, lo cuál, según él mismo, sólo se podía lograr confiando plenamente en su voluntad y poderío:
Permanecer en contacto permanente con este Poder y mantenerlo todo el tiempo inclinado hacia uno mismo, es el esfuerzo interminable y la meta más alta del hombre creyente, porque solamente de esa manera uno puede sentirse seguro ante los peligros esperados e inesperados, que amenazan la vida de uno, y que pueden tomar parte en la felicidad más alta - la paz psíquica interior - que sólo puede ser alcanzada por medio de la fuerte unión con Dios y confianza incondicional a Su Omnipotencia y voluntad de ayudar." [Planck, Religion und Naturwissenschaft (1958), p. 9]
En otra ocasión, el alemán expresó su rechazo al cientifismo:
Planck reconoció la soberanía de Dios:
"La ciencia no puede resolver el misterio definitivo de la naturaleza, y eso es porque, en el último análisis, nosotros mismos somos partes de la naturaleza y por lo tanto parte del misterio que estamos tratando de resolver" [Planck, Where is Science Going? (1932)].
Planck reconoció la soberanía de Dios:
"El valor de la religión supera al individuo. No sólo cada hombre tiene su propia religión, sino que la religión requiere su validez por una comunidad, por una nación, raza, y por toda la humanidad. Puesto que Dios reina por igual en todos los países del mundo, todo el mundo con todos sus tesoros y horrores es sometido ante Él." [Planck, Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag, 1958, p. 9]Expresó lo que le parecían los verdaderos fundamentos de una religión verdadera:
"Que Dios existía antes de que hubiera seres humanos en la Tierra, que Él sostiene al mundo entero, a creyentes y no creyentes, en Su mano Omnipotente para la eternidad, y que Él permanecerá entronizado en un nivel inaccesible para la comprensión humana poco después de la Tierra y todo lo que hay en ella se haya hecho ruinas;
Aquellos que profesan esta fe y que, inspirada por ella, en veneración y confianza plena, se sienten a salvo de los peligros de la vida bajo la protección del Todopoderoso, sólo ellos pueden contarse a sí mismos entre los verdaderamente religiosos." [Planck, citado en Staguhn 1992, p. 152].En su libro más importante "¿A dónde va la ciencia?" (1932) , Planck reiteró la armonía entre ciencia y religión:
"Nunca podrá haber ninguna oposición verdadera entre la religión y la ciencia, porque la una complementa a la otra. Toda persona seria y reflexiva se da cuenta, pienso yo, de que el elemento religioso en su naturaleza debe ser reconocido y cultivado si todas las fuerzas del alma humana han de actuar en conjunto en un equilibrio perfecto y armonioso. Y, verdaderamente, no es casualidad que los grandes pensadores de todas las épocas fueron almas profundamente religiosas." [Planck, 1977, p. 168]Para Planck, al igual que para Charles Townes, tanto el camino de la ciencia como el de la religión requería de una fe común:
"Cualquiera que ha estado seriamente ocupado en el trabajo científico de cualquier tipo, se da cuenta de que encima de la entrada de las puertas del templo de la ciencia están escritas estas palabras: «Debes tener fe». Es una cualidad de la cual el científico no puede prescindir" [Planck, Where is Science Going? 1932].Coincidiendo tanto con James Clerk Maxwell como con John Locke en su tratado acerca de nuestro conocimiento de la existencia de Dios, Max Planck rechazaba la idea de que el origen de la materia fuese en términos evolucionistas y desechaba tajantemente el materialismo, abogando más bien por la afirmación en que el origen de todo el universo ha sido llevado a cabo por medio del Diseñador Inteligente:
"Como físico, es decir, como un hombre que ha dedicado su vida entera a una ciencia totalmente prosáica - la exploración de la materia - seguro que nadie sospecharía que soy un visionario. Y así, después de haber estudiado el átomo, ¡les aseguro que no existe la materia como tal!
Toda la materia surge y persiste debido solamente a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo. Y aun así, en todo el universo no hay fuerza material que sea inteligente o eterna, y por lo tanto debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una consciencia, una Mente inteligente o Espíritu; este es el origen de toda la materia.
No la visible, sino la materia transitoria, es la real, la verdadera, la realidad; ya que la materia ni siquiera existiría sin el espíritu, pero lo invisible, el espíritu inmortal ¡es realidad!. Dado que, sin embargo, el espíritu por sí mismo no podría existir, porque todo espíritu pertenece a un ser, tenemos que aceptar convincentemente que somos seres espirituales.
Dado que, sin embargo, los seres espirituales no pueden existir por sí mismos tampoco, sino que tienen que ser creados, no me apena nombrar a este Creador misterioso al igual que todas esas personas culturales de la Tierra que lo han estado haciendo durante los últimos milenios: ¡Dios!
Con esto, el físico que se ha ocupado de la materia se mueve desde el ámbito material hasta el reino espiritual; y con ello, nuestra tarea ha llegado a su fin, y debemos dejar nuestra investigación en manos de la filosofía".
["Das Wesen der Materie" [La naturaleza de la materia], discurso en Florencia, Italia (1944) (tomado de Archiv zur Geschichte der Max -Planck-Gesellschaft, Abt. Va, Rep. 11 Planck, N º. 1797. Citado también en Eggenstein, 1984, Parte I, véase "Materialistic Science on the Wrong Track" ('La ciencia materialista en el rumbo equivocado'].
Durante la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, se intentó un golpe de Estado conocido como el "Complot del 20 de julio," el cuál tenía como finalidad derrocar el régimen de Adolfo Hitler. Debido a su participación, Erwin Planck, el hijo de Max, fue ejecutado por los nazis en febrero de 1945. Al respecto, Planck escribió una carta a su amigo Anton Kippenberg, el 14 de marzo de 1945, en la que escribía al respecto:
"Si en algún lugar hay consuelo, es en el Eterno, y considero que es una gracia del cielo que la creencia en el Eterno haya estado arraigada profundamente en mí desde la infancia.
Que Dios te proteja y te fortalezca por todo lo que aún pueda pasar antes de que esta locura en la que nos vemos forzados a vivir llegue a su fin" [Planck, citado en Heilbron, 1986, pp. 195-196].Max Planck, al igual que Carl Friedrich Gauss, atesoró la creencia en la vida después de la muerte, declarando que hay "otro mundo, exaltado por encima de este, donde podemos tener y tener un refugio en cualquier momento" [Planck, citado en Heilbron 1986, 197.]
Finalmente, Planck también manifestó su admiración por Jesucristo, pues, aunque él era respetuoso de la gente en todas las religiones, vio al cristianismo de forma favorable (Strickland, 2001:28) y habló de la eternidad de las enseñanzas de Cristo, diciendo:
"Los teólogos clarividentes están trabajando ahora para extraer el metal eterno de las enseñanzas de Jesús y para forjarlo por todos los siglos."
[Planck to Study; 2 de diciembtre de 1913. "Autog. I/383, SPK", citado en Heilbron, 1987:67]
Bibliografía
Heilbron, J. L. 1986/1987. The Dilemmas of an Upright Man: Max Planck As Spokesman for German Science. University of California Press.
Planck, Max; ed. por Max Karl Ernst Ludwig. 1932. Where is science going? (1932). Nueva York: AMS Press
Planck, Max. 1958. Religion und Naturwissenschaft, Leipzig: Johann Ambrosius Barth Verlag.
Purucker, Gottfried. 1940. The Esoteric Tradition. Vol. 1. California: Theosophical University Press.
Strickland, Jeffrey. 2011. Weird Scientists the Creators of Quantum Physics. Lulu.com
Staguhn, Garhard. 1990. Das Lachen Gottes: Der Mensch und sein Kosmos. Carl Hanser Verlag GmbH & Co. KG
Staguhn, Gerhard. 1992. God's Laughter: Man and his cosmos. Random House. ISBN-13: 978-0091749934
fANTASTICO TU TRABAJO AMIGO, HA SIDO UN VERDADERO AGRADO LEERME ESTO.
ResponderEliminarTE INVITO A MI BLOG, ES UN PROYECTO MUY INTERESANTE COMO EL TUYO: ateofago.blogspot.com
Muy bueno,y aun mejor viniendo de uno de los "padres" de la fisica cuantica.
ResponderEliminarJosue R.
EStá muy bien el tema que desarrollaste. Voy a trabajar este tema en mi trabajo de grado tienes más fuentes sobre ciencia y religión de este autor Max Planck. si por acaso tengas envíame algo a mi correo por favor. bejalavos@gmail.com
ResponderEliminarBravo, felicidades, adelante. Sigue la línea histórica en los campos científico, religioso y teológico, es clara y continúa, no te perderás.
ResponderEliminarFelicidades hermano por tu trabajo!
ResponderEliminarSos un capo. Excelente trabajo el tuyo. Un gran aporte.
ResponderEliminarLa ciencia y la rigion deben de ser algo complementario .
ResponderEliminarLa una sin la otra deja un vacio explicativo.
Muchas gracias por tu trabajo! Dios les bendiga
ResponderEliminarMaravillos escrito. A veces encuentro más a Dios en la ciencia que incluso en la práctica religiosa. Gracias por todo este material.
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