domingo, 29 de septiembre de 2013

Franz Unger: ¡Aleluya!

Franz Joseph Unger fue un botánico, paleontólogo, paleobotánico, microscopista y fisiólogo de plantas austriaco. Unger fue uno de los principales contribuyentes al campo de la paleontología, y porteriormente, destacó en el área de la fisiología vegetal y fitotomía, en la que estudió la fisiología y morfología vegetal. 

Franz Unger fue un pionero en el estudio y la documentación de la relación entre el suelo y las plantas (1836). Fue también el primer científico en plantear la hipótesis de que las muchas combinaciones de elementos simples dentro de la célula de una planta determinan su herencia vegetal; esto influyó en gran medida en su alumno Gregor Mendel, a quien enseñó cuando era profesor en la Universidad de Vienna.

En sus "Cartas Botánicas", Unger trató la temática de una teoría celular y una geografía vegetal. Sus aportaciones para la biología fueron trascendentales: descubrió los zoosporas en las algas y fue de los primeros en afirmar que las células se multiplican por medio de la división celular. Asimismo, fue el primero en realizar experimentos para probar la herencia genética de caracteres adquiridos. [J.D. North, (1985) The Light of Nature: Essays in the History and Philosophy of Science Presented to A.C. Crombie, p. 105]

En 1856, la revista alemana "Illustrirte Zeitung," afirmó que, respectoa a las creencias de Unger: 
"Su investigación en las ciencias naturales nunca lo llevó a una contradecir su creencia en un Dios personal que enseña el cristianismo."  [Berliner Illustrirte Zeitung, 21 de junio 1856, p. 410]
Kölbl-Eber (2009), cita algunos versos escritos por Unger que alude al Salmo 150:6, en donde se exhorta: "Todo lo que respira alabe al SEÑOR. ¡Aleluya!"
"La planta alcanza el propósito de su vida en reclusión melancólica; pero es el mismo espíritu adormecido y encarcelado , que apenas se atreve a respirar aquí, el que rompe sus ataduras para siempre en el animal y, finalmente, en la humanidad, canta '¡Aleluya!'." [UngerDie Urwelt in ihren verschiedenen Bildungsperioden, 1851a, 1852]
Bibliografía:
  • Martina Kölbl-Eber (2009), Geology and Religion: A History of Harmony and Hostility, Londres, Geological Society, p. 259-264

viernes, 13 de septiembre de 2013

Goethe

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) fue un famoso escritor e intelectual alemán. En la literatura, se desempeñó como novelista, dramaturgo, ensayista, y poeta. En el área científica, realizó estudios de morfología biológica, botánica y anatomía. En el ámbito político, ejerció el cargo de ministro en jefe de Estado durante diez años en la ciudad de Weimar, Confederación Alemana.

Wolfgang von Goethe fue criado en una familia de fe luterana. Durante su juventud, Goethe adquirió un gran gusto por a lectura de las obras sobre la historia y la religión:
"Yo tenía desde la infancia el singular hábito de siempre aprender de memoria los comienzos de los libros, y las divisiones de una obra, primero de los cinco libros de Moisés...  
Fácilmente me escapé a aquellas regiones orientales, me sumergí en los primeros libros de Moisés y allí, en medio de las tribus de pastores dispersos, me encontré en seguida en la mayor soledad y la más grande sociedad." [von Goethe, Johann Wolfgang. The Autobiography of Goethe: truth and poetry, from my own life, Volume 1 (1897), traducido por John Oxenford, pp. 114, 129]
A sus 24 años, en 1773, el joven Goethe escribía que su fe estaba bien puesta en el Salvador del mundo:
"Me mantengo en la fe en el amor divino  la cual, hace muchos años por un breve momento en un pequeño rincón de la tierra, se paseó como un hombre que lleva el nombre de Jesucristo  como la única base sobre la cuál reposa mi felicidad." [Albert Schweizer (1961), "Goethe: Five Studies", Beacon Press, p. 53]
"Considero que la fe en el amor de Dios es la única base sobre la cual descansa mi salvación." 
Al respecto, el teólogo Albert Schweizer, realizó un estudio detallado en su libro titulado "Goethe: Cinco Estudios", donde concluye:
"Por lo tanto, el amor es, para Goethe, la máxima expresión del espíritu; él no puede pensar en Dios, la personificación de todo lo espiritual, salvo en el cumplimiento del amor." [Albert Schweizer (1961), "Goethe: Five Studies", Beacon Press, p. 53]
Lamentablemente, en los años siguientes (sobre todo durante su primera estancia en Italia), Goethe parece haberse alejado del cristianismo. 

Al momento de inmiscuirse en la política, e involucrarse en la masonería, comenzó a escribir numerosas obras, muchas de las cuales presentan una mentalidad secular. Algunas veces, incluso llegó a llamarse sí mismo "pagano". 

No obstante, Goethe no abandonó su creencia en la existencia de Dios. Por el contrario, como lo señala Schewitzer, su alejamiento representó una fase en que Goethe había dejado de seguir muchos de los preceptos dogmáticos de la religión [Ídem].

En una de sus obras [Fausto, (1808)], Goethe demuestra especialmente una aversión persistente contra la Iglesia Católica Romana, y caracterizaba la historia de ésta como una "mezcolanza de falacia y violencia("Mischmasch von Irrtum und Gewalt").

En 1797, Goethe plasma en su obra "Herman y Dorotea" el siguiente pensamiento:
"No podemos formar a nuestros hijos en base a nuestros propios conceptos, debemos tomarlos y amarlos como Dios nos los da a nosotros." [Hermann und Dorothea (1797)]
En su autobiografía, Goethe reconocía que las facultades de raciocinio nos fueron concedidas por nuestro Creador: 
"Hemos recibido de un Creador bondadoso una variedad de facultades mentales, a las cuales no debemos descuidar, dándoles su cultura apropiada en nuestros primeros años." [Johann Wolfgang von Goethe, ‎Nathan Haskell Dole, "Autobiography of Goethe: Truth and Poetry Relating to My Life" (1902),  Vol. 1 & 2, Wyman-Fogg Company, p. 384.]
A pesar del desvío de Goethe hacia un deísmo difuso, su historia aún estaba por terminar de escribirse. En la década de 1820, Goethe contrató al escritor y poeta Johann Peter Eckerman como su secretario particular. Desde entonces, la asociación entre ambos personajes se hizo cada vez más profunda y, acto seguido, comenzaron a tener numerosas conversaciones que Eckerman se encargaría de plasmar en un libro que tituló "Conversaciones con Goethe(Gespräche mit Goethe). La importancia histórica y el contenido biográfico de esta obra han sido reconocidas abiertamente, incluso por autores anti-cristianos.

Aunque Goethe se oponía aún a enseñanzas de muchas iglesias, las conversaciones entre Goethe y Eckerman reportan un cambio de mentalidad en sus últimos años, uno que pasa a tornarse finalmente en comentarios mucho más que favorables hacia la fe cristiana, en los que Goethe demuestra haber vuelto a adoptar renovadamente las creencias de su juventud. Como lo reportan Euckeman, y Schweitzer, Goethe habló sobre el cristianismo, el domingo 11 de marzo de 1832, unos cuantos días antes de su muerte:

Euckerman presentó primeramente el contexto:
"Pasé esta tarde durante una hora con Goethe, hablando de diversos temas de interés. Yo había comprado una Biblia Inglesa [English Bible], en la que me encontré, para mi gran lamento, que los libros apócrifos no estaban contenidos. Habían sido rechazados, ya que no se consideraron auténticos y de origen divino. . . Hablé con Goethe de mi pesar por la visión tan estrecha por la que algunos de los escritos del Antiguo Testamento son considerados como inmediatamente procedentes de Dios, mientras que otros, igualmente excelentes, no lo son. Como si pudiera haber algo noble y grande que no procediera de Dios, y que no fuera fruto de su influencia." ["Conversations of Goethe (1832)", (Sup.) Sun., Mar. 11.]
Ante el planteamiento de la temática, Johann Wolfgang von Goethe manifestó sus creencias:
"Soy bastante de tu opinión, sin embargo, hay dos puntos de vista por los que se pueden contemplar los temas bíblicos. Está el punto de vista que proporciona una especie de religión primordial, de naturaleza y razón pura, que es de origen divina. Ésta siempre será la misma, y perdurará y prevalecerá mientras hayan seres dotados divinamente. Es, sin embargo, sólo para los elegidos, y es demasiado elevada y noble para hacerse universal. Luego, está el punto de vista de la Iglesia, la cual es de una naturaleza más humana. Esta es defectuosa y está sujeta al cambio; pero va a durar en un estado de constante transformación, siempre y cuando haya blandura en los seres humanos. . .[1] 
El sacerdocio no se pregunta mucho si este o aquel libro en la Biblia ilumina grandemente la mente, y contiene doctrinas de gran moralidad y naturaleza humana noble. Mas bien, prefiere buscar en los libros de Moisés, en referencia a la caída del hombre y el origen de la necesidad de un Redentor; busca los profetas que aluden repetidamente a Él, a Aquél que era el Esperado, y refiere, en los Evangelios, su verdadera apariencia en la tierra, y Su muerte en la cruz, como la expiación por nuestros pecados humanos. Ves, por lo tanto, que para tales propósitos, sopesados con balance, ni el libro de Tobías, la Sabiduría de Salomón, ni los Dichos de Sirácida, pueden tener mucho peso. 
Aun así, con referencia a las cosas en la Biblia, la cuestión de si son auténticos o falsos los libros es bastante extraña. ¿Que es verdadero, sino aquello que es verdaderamente excelente, que se encuentra en armonía con la más pura naturaleza y la razón pura, y que incluso ahora ministra nuestro desarrollo más alto? ¿Qué es lo falso, sino lo absurdo y lo hueco que no produce frutos? — (al menos, no buenos frutos)? . . .  
Mas, miro a todos los cuatro Evangelios como del todo genuinos, porque hay en ellos el reflejo de una grandeza que emanaba de la persona de Jesús, en quien lo Divino se manifestó como en nadie nunca antes. Si me preguntas si estoy dispuesto a darle a Él una reverencia devota, he de decir — ¡Por supuesto! Me inclino ante Él como la revelación Divina de los más supremos principios morales. . . pero si me preguntaran si me inclinaría a la tumba de huesos del apóstol Pedro o Pablo, lo que digo es, "déjenme, y no se me acerquen con sus cosas absurdas!"
"No apaguéis el Espíritu", dice el apóstol. 
Hay muchas otras cosas absurdas en las proposiciones de la Iglesia [Católica], sin embargo, ella querrá dominar, puesto que debe haber una multitud de mente estrecha, que le inclina su cabeza y le gusta ser gobernada. El clero alto y enriquecido no teme a nada más como a la iluminación de las clases bajas. Ellos querrán retener la Biblia para sí mismo, siempre que sea posible. ¡Qué podría pensar un pobre cristiano sobre la magnificencia principesca de un obispo enriquecido, cuando ve en los Evangelios la pobreza y la indigencia de Cristo, que, con sus discípulos, viajó humildemente a pie, mientras que el obispo como príncipe parlotea a lo largo de su carruaje tirado por seis caballos!
Apenas somos conscientes de lo mucho que le debemos a Lutero y a la Reforma. Hemos sido librados de las cadenas de la ignorancia espiritual. En consecuencia de nuestra cultura creciente, hemos vuelto a ser capaces de volver al origen y comprender el cristianismo en su pureza. Tenemos, de nuevo, el valor de poner los pies firmes en la tierra de Dios y sentir nuestra naturaleza humana dotada divinamente. [2]
Que nuestra cultura espiritual progrese, que el conocimiento de la naturaleza crezca, haciendo vínculos cada vez con mayor alcance y profundidad, y que el espíritu humano se expanda; este espíritu humano jamás escapará de la grandeza y sublimidad del cristianismo, como brilla y resplance en los Evangelios. [Albert Schweizer (1961), "Goethe: Five Studies", Beacon Press, p. 56] [3]]
Mas, cuanto más avancemos los protestantes eficientemente en nuestro noble desarrollo, más rápido vendrán los católicos detrás de nosotros. En cuanto ellos mismos se sientan gradualmente ilustrados por la época, tendrán que seguir adelante, hasta que finalmente alcancen el punto en el que todo será una unidad.
Incluso las molestas sectas protestantes acabarán, junto con el sentimiento de hostilidad entre padre e hijo, hermana y hermano, en cuanto la doctrina pura y el amor de Cristo se comprendan en su verdadera naturaleza, y se hayan convertido en un principio vital; nos sentiremos como seres humanos, estupenda y libremente, y no conferiremos especial importancia a las formas externas de la religión. También avanzaremos gradualmente de una forma de Cristianismos de palabras y pensamiento, a un Cristianismo de carácter y acción." [4] 
"Dios no se retiró a descansar después de la voluntad del conocido sexto día de la creación, sino que, por el contrario, está constantemente activo como en el primero. Él está  constantemente activo ahora en la naturaleza más elevada para atraer a los de más abajo"
[Los fragmentos previos extraídos de "Conversations of Goethe", fueron cotejados con la versión de Scweitzer, y principalmente con la versión alemana "Gespräche mit Goethe in den letzten Jahren seines Lebens". Bd. 3. Leipzig, 1848., Eckermann, de Johann Peter, con el fin de procurar la exactitud de los términos empleados originalmente]
Albert Schewitzer termina el estudio sobre las creencias religiosas de Goethe, citando uno de sus fragmentos en el que el escritor había escrito:
"En silencio, un Dios habla a nuestros corazones; serena y claramente nos muestra qué buscar y qué evitar..." [Albert Schweizer (1961), "Goethe: Five Studies", Beacon Press, p. 57.]
 En uno de sus famosos epígrafes, Goethe declararó:


"Quien tenga Ciencia y Arte
también tiene religión;
Quien no tiene ninguna,
¡que tenga Religión!"
[Original: Wer Wissenschaft und Kunst besitzt, / Hat auch Religion /
Wer jene beiden nicht besitzt / Der habe Religion."]

Bibliografía: 

jueves, 12 de septiembre de 2013

Thomas Alva Edison: "un Ser Supremo vela por los destinos del mundo"

Thomas Alva Edison (1847 – 1931) fue un inventor y empresario estadounidense que desarrolló numerosos dispositivos que influyeron en el avance tecnológico de la época moderna. 

Sus mayores contribuciones incluyen la invención del fonógrafo (1877), el desarrollo de la cámara de cine estadounidense (1891), así como las mejoras a la bombilla eléctrica, las cuales permitieron que esta tuviera una larga duración. Edison obtuvo la patente de la bombilla eléctrica moderrna en 1880. En 1877, usando su fonógrafo, realizó la primera grabación de una voz humana.

Por la cantidad de aportes realizados, Edison es considerado el cuarto inventor más prolífico de la historia, quien con sus 1,093 patentes en su país natal, se convirtió en uno de los primeros inventores en aplicar la técnica de producción en masa.

Su creencia en Dios

En 1910, se publicó un artículo en la revista del New York Times, donde Edison presentaba sus opiniones sobre serios desacuerdos con los grupos religiosos de su época. Desde entonces, diversas personas comenzaron a acusarlo falsamente de ser ateo;(de hecho hoy en día, Edison sigue apareciendo en libros ateístas con citas tomadas fuera de contexto),. No obstante, Edison mismo llegó a aclarar en diversas ocasiones que él sí creía en la existencia de Dios: 
"Ustedes han malentendido el artículo entero ya que dieron la conclusión de que niega la existencia de Dios. No existe tal negación. . . 
Lo que todo el artículo afirma es que no está claro en mi opinión si nuestra inteligencia, o alma, o como se llame, vive en adelante como una entidad, o se dispersa de nuevo de donde vino." [Israel, Paul (2000). Edison: A Life of Invention. John Wiley & Sons. ISBN 978-0-471-36270-8.]
En una entrevista realizada en 1924, Edison había admitido que aunque no estaba seguro de la existencia del alma, existía la posibilidad de que él mismo estuviera equivocado al respecto:
"Mi mente es incapaz de concebir una cosa como un alma; puedo estar en un error, y el hombre puede tener un alma, pero simplemente no lo entiendo. Lo que puede ser un alma, puede estar más allá de mi entendimiento." ["Do We Live Again?" una entrevista con Edison, citada en Mr. Edison's New Argument from Design" en The Illustrated London News (3 de mayo, 1924)]

En otras ocasiones, Edison se dio la oportunidad de expresar su creencia en la superioridad de Dios:
"No creo en el Dios de los teólogos, pero hay una Inteligencia Suprema de la que no dudo." [The Freethinker (1970), G.W. Foote & Company, Volume 90, p. 147]
Este convencimiento llevó a que el inventor escribiera en una tablilla de oficina (dentro de su laboratorio en West Orange, New Jersey), la siguiente inscripción:
"Creo en la existencia de una Inteligencia Suprema que permea el universo." [Francis Trevelyan Miller (1931), "Thomas A. Edison, Benefactor of Mankind; The Romantic Life Story of the World's Greatest Inventor"Kessinger Publishing, 1 de abril; Cap. 25: "Edison's Views On Life - His Philosophy and Religion, p. 923.]
Consciente de que otros personajes también han sido falsamente llamados ateos, Edison escribió un artículo llamado "La Filosofía del Paine" (sobre el político Thomas Paine), donde defendía la postura de Paine y su creencia en la Divinidad:
"Él ha sido llamado ateo, pero ateo no era. Paine creía en una Inteligencia Suprema, como la representación de la idea que otros hombres expresan a menudo con el nombre de la Deidad." (1925)
Durante su estancia en Francia, Edison tuvo la oportunidad de visitar la Torre Eiffel, y de escribir en el libro de visitas un mensaje de felicitación, que incluía una alusión acerca del Creador. Edison escribió:
"Para el señor Eiffel, el ingeniero, el valiente constructor de una muestra tan gigante y original de la ingeniería moderna, de alguien que le tiene el máximo respeto y admiración por todos los ingenieros, incuyendo el Gran Ingeniero, al Bon Dieu [Buen Dios]." 
[Citado en The Tallest Tower (2004), por Joseph Harriss, p. 95]
Respecto al sistema monetario, Edison es famosamente recordado por haber dicho que "los intereses son una invención de Satanás," frase que usó en una entrevista con el diario New York Times, ocho años antes del crack de 1929, al estar discutiendo deficiencias en el sistema económico estadounidense:
"Que quede perfectamente claro que no estoy abogando por ningún cambio en los bancos y en la banca. Los bancos son una cosa muy poderosa. Son esenciales para el comercio en el país. 
Es el corredor de dinero, el usurero del dinero, el banquero privado al que me opongo. Ellos obtienen su poder a través de un valor ficticio y falso dado al oro. El oro es un vestigio de Julio César, y los intereses son una invención de Satanás.  
El oro es intrínsecamente de menos utilidad que la mayoría de los metales. La razón probable por la que se retiene como la base del dinero es que es fácil de controlar. Y es el control de dinero el que constituye las preguntas sobre el dinero. Es el control del dinero el que es la raíz de todos los males." [The New York Times, "Ford Sees Wealth In Muscle Shoals" (1921). (1)]
En esta última frase, Edison hacía una alusión a 1 Timoteo 6:10, en el Nuevo Testamento, donde se establece que "el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."

Respecto a la vida después de la muerte, Edison admitió que la ciencia no tenía respuesta alguna sobre el tema; y no podía dar ninguna respuesta negativa:
"Realmente no tenemos ninguna gran cantidad de datos sobre el tema, y ​​sin datos, ¿cómo podemos llegar a alguna conclusión definitiva? 
Todo lo que tenemos — todo — favorece la idea de lo que los religiosos llaman la "otra vida". [Thomas A. Edison (1931), Benefactor of Mankind: The Romantic Life Story of the World's Greatest Inventor by Francis Trevelyan Miller, Ch. 25: Edison's Views on Life — His Philosophy and Religion, p. 295]
Sin embargo, volvió a reiterar su creencia en el poderío superior de Dios, como Ser Supremo:
"Hay una gran cabeza dirigente de las personas y las cosas — un Ser Supremo que vela por los destinos del mundo. 
Estoy convencido que los cuerpos están compuestos por entidades inteligentes y que están dirigidos por este Poder Superior." [Edison, citado por su allegado Harvey Samuel Firestone (1936), "The Romance and Drama of the Rubber Industry"];[También en Francis Trevelyan Miller (2005), Thomas A. Edison, Benefactor of Mankind; The Romantic Life Story of the World's Greatest Inventor] & [Albert Shaw (1932), Review of Reviews, Volumen 85, p. 31]
Al reporte de su muerte, en 1931, se publicó un artículo en el periódico "The Washington Post", en el cual se citó a la esposa del inventor, la Sra. Mina Miller Edison, expresando su aceptación sobre la inevitable muerte de su marido, manteniéndose "calmadamente sumisa a la voluntad del Todopoderoso." 

En el fragmento final de dicho artículo, se citaron las declaraciones de Arthur L. Walsh, colega de Edison y vicepresidente de su legada compañía "Thomas A. Edison Industries, Inc. Pal", quien aludió a las palabras de Jesús, en Mateo 22:40:
"Con los deseos de la familia en mente, Arthur L. Walsh brindó la siguiente declaración: 
"Él jamás fue un ateo. Aunque no se suscribió a ningún credo ortodoxo, nadie que lo hubiera conocido podría haber dudado de su creencia y su reverencia por una Inteligencia Suprema, y toda su vida, en la cual el ideal de servicio honesto y amoroso a su prójimo fue predominante, indicó fielmente esos dos mandamientos en los que se halla «toda la ley y los profetas»."
 [The Washington Post, The Light Goes OutOct. 19, 1931; West Orange, N.J.][2]
Por su parte, Henry Ford, quien fue un amigo cercano de Edison, declaró:
"Él sentía que había un corazón central de procesamiento de la vida que seguía y seguía. Esa fue su conclusión. Hablamos de ello muchas veces juntos. . . Llámalo religión o como te guste; el Sr. Edison creía que el universo estaba vivo y que era sensible a la necesidad profunda del hombre. Era una religión inteligente y llena de esperanza..." [Francis Trevelyan Miller (1931), "Thomas A. Edison, Benefactor of Mankind; The Romantic Life Story of the World's Greatest Inventor"Kessinger Publishing, 1 de abril, p. 294]

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Alexander Solzhenitsyn: "Los hombres han olvidado a Dios"


Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), es recordado como un eminente novelista, escritor e historiador ruso. En palabras del New York Times:
"Alexander Solzhenitsyn es un genio literario cuyo talento coincide con el de Dostoievski, Turgueniev, y Tolstoi.(Edición de Harrison Salisbury: [1]) 
Este escritor nació poco después de la Revolución Rusa de Octubre, y creció rodeado de propagandas comunistas durante su juventud, por lo cual no es sorprendente que fuera un ateo soviético militante. Pero hoy, su historia es la de un ateo marxista que se convirtió al cristianismo.


Comenzó su carrera estudiando matemáticas y física en la Universidad de Rostov (URSS), donde se graduó en 1941. Durante la época también tomó cursos por correspondencia en el Instituto de Filosofía, Literatura, e Historia de Moscú.

Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Solzhenitsyn fue elegido comandante de un batallón en el Ejército Rojo. No obstante, en 1945, mientras servía a los soviéticos en la Prusia Oriental, Solzhenitsyn comenzó a darse cuenta de algunos problemas del régimen, y comenzó a cuestionar la conducta de guerra de la dictadura de Joseph Stalin. Pronto sería arrestado por escribir comentarios al respecto en unas cartas privadas a su amigo, Nikolai Vitkevich. La censura en la U.R.S.S. hizo que, al igual que muchísima gente de su época, Solzhenitsyn fuera acusado de "propaganda antisoviética", y sólo por esto fue llevado a la prisión de Lubyanka en Moscú, donde fue interrogado y finalmente condenado injustamente, obligándosele a trabajar ocho años en un campo de trabajo forzado. 


En marzo de 1953, después de cumplir su condena, Solzhenitsyn fue enviado al exilio al norte del Kazajstán, y se le trató como un preso político. Durante la década de su encarcelamiento, Solzhenitsyn cuestionó gradualmente las bases inmorales y materialistas del sistema y abandonó la ideología del marxismo stalinista completamente. 


En su autobiografía, Solzhenitsyn describió que mientras su estancia en uno de los campos de prisioneros del Gulag, había conocido a un médico llamado Boris Kornfeld. Kornfeld se había convertido recientemente al cristianismo, y decidió compartirle su fe en Jesucristo a Solzhenitsyn.

En su artículo Alexander Solzhenitsyn: El profesor de física de preparatoria convertido en novelista, cuyos escritos sacudieron a un imperio," el Profesor Edward E. Ericson, Jr. escribió:
"Cuando era niño, Alexander Solzhenitsyn planeaba encontrar la fama conmemorando las glorias de la Revolución Bolchevique. Pero como capitán de artillería, criticó en privado a Stalin y fue despedido y enviado a pasar ocho años en los campos de prisioneros. Allí, el leninista leal encontró creyentes luminosos y pasó del Marx de sus maestros, al Jesús de sus antepasados ​​rusos ortodoxos: 
"¡Dios del Universo!", escribió, "¡Creo de nuevo! Aunque renuncié a Ti, Tú estabas conmigo!"  (Ericson 2000, 32; Christian History Magazine, 2000).
Foto de Aleksandr Solzhenitsyn en 1953,
justo después de su liberación 
del campo Gulag, en Ekibastu
Al igual que Fyodor Dostoyevsky, Solzhenitsyn había hallado su creencia en Dios después de su exilio, y comenzó a formarse una mentalidad cristiana-filosófica que le impulsó a arrepentirse de sus acciones en el ejército.

Solzhenitsyn escribió desde que estaba en prisión, y pronto se vio en la necesidad de describir los horrores que se experimentaban en los campos de trabajo forzado establecidos por el totalitarismo soviético. Recopiló, literalmente, cientos de testimonios de sus compañeros y personas que sufrieron las mismas injusticias que él, durante el encierro.

Por medio de sus obras literarias, ayudaría a crear una concientización global sobre las injusticias que pasaban en Gulag y la brutalidad del sistema comunista en la Unión Soviética. En esto, destacaría su libro "Un día en la vida de Ivan Denisovich" (1962), una obra que lo llevó a ser reconocido internacionalmente. 


En 1970, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura por la fuerza ética que imprimió en la literatura rusa. 


Aunque no pudo viajar a Estocolmo para la premiación, por temor a que la U.R.S.S. le negara el regreso a su país; Solzhenitsyn envió un discurso de aceptación del Premio Nobel (1970), donde escribió la siguiente metáfora:
"Un día,  Dostoievski lanzó el comentario enigmático: "La belleza salvará al mundo". ¿Qué clase de declaración es esa? Por mucho tiempo, la consideré como meras palabras. ¿Cómo podría ser posible algo así? ¿Cuándo, en la historia sanguinaria, la belleza salvó a alguien de algo? Ha ennoblecido, ha levantado, sí - pero ¿a quien se ha salvado? 
Hay, sin embargo, cierta peculiaridad en la esencia de la belleza, una peculiaridad en el status del arte: a saber, la persuasión de una verdadera obra de arte es completamente irrefutable y obliga incluso a un corazón oponente a rendirse. Es posible componer un discurso político aparentemente suave y elegante, un artículo impetuoso, un programa social, o un sistema filosófico basados tanto en el error como en la mentira. Lo que se oculta, lo que distorsiona, no llegará a ser evidente inmediatamente. 

Luego, un discurso, artículo, programa contradictorio, una filosofía construida de manera diferente llama a la oposición – y todo parece igual de elegante y suave, y otra vez funciona. Es por eso que este tipo de cosas son a la vez confiables y desconfiables.   

En vano se reitera lo que no llega al corazón. Pero una obra de arte lleva en sí misma su propia verificación: las concepciones que se inventan o se fuerzan  no resisten ser retratadas en imágenes, todos se vienen abajo, parecen enfermizas y pálidas, no convencen a nadie. Pero las obras de arte que han recogido la verdad y la han presentado a nosotros como una fuerza viva - se arraigan en nosotros, nos compelen, y nadie, ni siquiera en los siglos venideros, aparecerá para refutarlas. 

¿Será que acaso la antigua Trinidad de Verdad, Bondad y Belleza no es una fórmula simple y vacía, como pensábamos en los días de nuestra juventud materialista y segura de sí misma? Si las copas de estos tres árboles convergen, como mantenían los estudiosos, mas los tallos demasiado evidentes y directos de la Verdad y la Bondad son abrumados, cortados, y prohibidos - entonces, no será que los fantásticos, impredecibles, inesperados tallos de Belleza se abrirán paso y se elevarán "a ese mismo lugar, y al hacerlo, habrán cumplido el trabajo de todo el tres? 

En ese caso, el comentario de Dostoievski: "La belleza salvará al mundo", ¿será que no era una frase descuidada sino una profecía? Después de todo, a él se le permitió ver mucho, un hombre de la fantástica iluminación."
(En 1868, Dostoievski había escrito: "Hay en el mundo solamente una figura de belleza absoluta: Cristo.") 
En el mismo discurso para la fundación Nobel, Alexander Solzhenitsyn expresó su respeto a los mártires cristianos asesinados por el sistema comunista, y denunció la hipocresía del sistema soviético de la siguiente forma:
"En una parte del mundo, no hace mucho tiempo, en persecuciones no menores a las de los antiguos romanos, cientos de miles de cristianos silenciosos dieron sus vidas por sus creencias en Dios. 
En el otro hemisferio, cierto loco (y sin duda no está sólo), se apresura al otro lado del océano para "librarnos" de la religión - ¡con una acuchillada de acero en el sumo sacerdote! ¡lo ha premeditado para cada uno de nosotros de acuerdo a su escala personal de valores!"
Los escritos de Solzhenitsyn, como era de esperarse, fueron reprimidos durante su tiempo por el régimen marxista-leninista, debido a la doctrina soviética intolerante y anti-religión. Sin embargo, durante el transcurso de 1958 y 1967, Alexander seguía trabajando y estuvo dedicado a escribir una obra que llevaría por título "El Archipiélago Gulag". Ésta no había sido publicada aún, debido a que el régimen persecutor seguía gobernando en Rusia. 

Más tarde, la policía soviética (la KGB), encontró los manuscritos de su obra y volvió a arrestar a Solzhenitsyn; per como él ya era una figura pública y reconocida, prefirieron expulsarlo de Rusia en 1974, y deportarlo a Alemania. 

Solzhenitsyn decidió viajar de Alemania a Suiza, en donde pronto recibió una invitación de la Universidad de Stanford para viajar y estudiar en Estados Unidos. Fue entonces cuando finalmente pudo publicar "El Archipiélago Gulag" (1978) en tres volúmenes. Una obra gigante que recolecta testimonios de la opresión causada por el régimen soviético, donde Solzhenitsyn cita el Libro de Apocalipsis:
"Y no se arrepintieron de sus asesinatos..." (Ap. 9:21)
Las obras del escritor llegaron a ser tan reconocidas moralmente, y trascendentales para la historia rusa, que actualmente El Archipiélago de Gulag es una obra que se incluye en el currículum ruso pre-universitario.El historiador Arthur M. Schlesinger, Jr. escribió sobre él:
"Solzhenitsyn es un hombre de nobleza ejemplar y extrema valentía. Un novelista de gran alcance y un historiador imprescindible, es un artista y moralista que ha tomado consigo el sufrimiento de sus compatriotas y ha acusado magníficamente un sistema monstruoso en nombre del pueblo soviético y de la historia rusa." [Arthur Meier Schlesinger, The Cycles of American History (1999), p. 112]
En 1978, el novelista fue galardonado con un título literario honorario en la Universidad de Harvard, y en 1983 recibió el Premio Templeton al Progreso de la Religión. Después de la disolución de la U.R.S.S., Solzhenitsyn pudo finalmente regresar a su país natal, en 1994.

Su fe cristiana

En su Discurso de Aceptación por el Premio Templeton al Progreso de la Religión (en el Palacio de Buckingham, Londres, 10 de mayo de 1983), Alexander Solzhenitsyn dijo:
“Hace más de medio siglo, cuando aún todavía era un niño, recuerdo haber oído a varias personas de edad avanzada que ofrecían la siguiente explicación para los grandes desastres que han sucedido en Rusia: ‘Los hombres han olvidado a Dios; es por ello que todo esto ha pasado.’  
Desde entonces he pasado poco menos de cincuenta años trabajando en la historia de nuestra revolución. En el proceso, he leído cientos de libros, he recolectado cientos de testimonios personales, y ya he contribuido con ocho volúmenes propios esforzándome para quitar los escombros dejados por ese levantamiento. 

Mas si el día de hoy se me pidiera que formule en la forma más concisa posible la principal causa de la desastrosa revolución que consumió a cerca de sesenta millones de personas en nuestro pueblo, no podría decirlo con más precisión al repetir: ‘Los hombres han olvidado a Dios; es por eso que todo esto ha pasado.’” (Solzhenitsyn 1984, Número 36; ver también: Solzhenitsyn 1983, p. 874).
En su discurso ante la premiación Templeton (el 10 de mayo de 1983), Solzhenitsyn afirmó que el marxismo militarizado es producto directo del ateísmo:
"Una vez más, fue Dostoievski, quien sacó, a partir de la Revolución Francesa y su odio furioso contra la Iglesia, la lección de que ‘la revolución necesariamente debe comenzar con el ateísmo.’ 
Eso es absolutamente cierto, pero el mundo nunca antes ha conocido una impiedad tan organizada, militarizada, y tenazmente malévola como la practicada por el marxismo. Dentro del sistema filosófico de Marx y Lenin, y en el núcleo de su psicología, el odio a Dios es el principal impulsor, más fundamental que todas sus pretensiones políticas y económicas. El ateísmo militante no es meramente incidental o ambigüo en la política comunista, no es un efecto secundario, sino el eje central.” (Solzhenitsyn 1984, Número 36).
Lo que es más, los eventos de la revolución rusa sólo pueden comprenderse ahora, a finales del siglo, cerca del segundo plano de lo desde entonces ha ocurrido en el resto del mundo. Lo que emerge allí es un proceso de significación universal, y si se me llamara a identificar brevemente el rasgo principal de todo el siglo XX, también en ese caso, yo sería incapaz de encontrar algo más preciso y conciso que repetir una vez más: ‘Los hombres han olvidado a Dios.’  

Los fallos de la conciencia humana, privada de su dimensión divina, han sido un factor determinante en todos los grandes crímenes de este siglo.” (Solzhenitsyn 1984, Número 36).
“La década de 1920 en la U.R.S.S. fue testigo de una ininterrumpida procesión de víctimas y mártires entre el clero ortodoxo. Veintenas de arzobispos y obispos perecieron. Decenas de miles de clérigos, monjes y religiosas, presionados por los chequistas a renunciar a la Palabra de Dios, fueron torturados, fusilados en sótanos, enviados a campos, exiliados a la desolada tundra del norte lejano, o echados a las calles en su vejez sin comida ni refugio. Todos estos mártires cristianos fueron invariablemente a la muerte a causa de su fe; los casos de apostasía eran pocos y distantes entre sí.

Para decenas de millones de laicos el acceso a la Iglesia fue bloqueado, y se les prohibió educar a sus hijos en la fe: los padres religiosos fueron arrancados de sus hijos y lanzados a la prisión, mientras que los niños se apartaban de la fe por medio de amenazas y mentiras.” (Solzhenitsyn 1984, Número 36).
“De forma imperceptible, a través de décadas de erosión gradual, el significado de la vida en Occidente ha dejado de verse como algo más que sólo ‘la búsqueda de la felicidad’, un fin que ha sido incluso garantizado solemnemente por constituciones. Los conceptos de bien y mal han sido ridiculizados por varios países; desterrados por el uso común, han sido reemplazados por consideraciones políticas o clasicistas con un valor de corta duración. 
El Occidente se está deslizando hacia el abismo indisolublemente. Las sociedades occidentales están perdiendo cada vez más su esencia religiosa, entregando a su generación más joven al ateísmo. Si se muestra una película blasfema sobre Jesús en los Estados Unidos, supuestamente uno de los países más religiosos del mundo, o un periódico importante publica una caricatura desvergonzada sobre la virgen María, ¿que otra prueba se necesidad de que la impiedad se está haciendo una necesidad?” (Solzhenitsyn 1984, Número 36). 
“Es cierto que millones de nuestros compatriotas han sido corrompidos y devastados espiritualmente por un ateísmo impuesto oficialmente, sin embargo todavía quedan millones de creyentes: son sólo las presiones externas las que les impiden expresarse, pero, como siempre es el caso en los tiempos de persecución y sufrimiento, el conocimiento de Dios en mi país ha alcanzado gran agudeza y profundidad.

Es aquí donde vemos el amanecer de la esperanza: no importa cuan enormemente el comunismo se enfurezca con sus tanques cohetes, ni importa cuantos logros obtenga en apoderarse del planeta, está condenado a nunca vencer el Cristianismo.” (Solzhenitsyn 1984, Issue 36). 
La actitud del novelista respecto a la desmoralización en los países modernizados, fue expresada en su discurso deliberado en 1978 en la Universidad de Harvard:, titulado por la prensa como "A World Split Apart" (Un mundo partido);
Incluso si evitáramos ser destruidos por la guerra, nuestras vidas tendrán que cambiar si queremos salvar la vida humana de la autodestrucción. No podemos evitar revisas las definiciones fundamentales de la vida humana y la sociedad humana. ¿Es cierto que el hombre está por encima de todo? ¿Acaso no hay un Espíritu Superior por encima de él? ¿Está bien que la vida del hombre y de las actividades de la sociedad tengan que ser determinadas por la expansión material primeramente? ¿Es permisible fomentar dicha expansión en detrimento de nuestra integridad espiritual? 
En las primeras democracias, como en la democracia norteamericana en el momento de su nacimiento, todos los derechos humanos individuales eran aceptados porque el hombre es una criatura de Dios. Esto es, la libertad a la persona se le daba de forma condicional, en la asunción de su responsabilidad religiosa constante. Este era la herencia de los mil años precedentes. Hace doscientos años o incluso hace cincuenta años, hubiera parecido bastante imposible, en Estados Unidos, que a un individuo se le concediera la libertad sin límites simplemente para la satisfacción de sus instintos o caprichos. Posteriormente, sin embargo, todas estas limitaciones fueron descartadas por todas partes en Occidente; un libertinaje total se produjo deshaciendose del patrimonio moral de los siglos cristianos con sus grandes reservas de misericordia y sacrificio. Los sistemas del Estado se estaban volviendo gradualmente y totalmente materialistas. El Occidente terminó por realmente imponer los derechos humanos, a veces incluso en exceso, pero el sentido de responsabilidad del hombre ante Dios y la sociedad se fue atenuando cada vez más. En las décadas pasadas, el aspecto legalista egoísta del enfoque y pensamiento occidental ha llegado a su dimensión final y el mundo acabara en una dura crisis espiritual y un situación política sin solución. Todas los avances tecnológicos glorificados del progreso, incluyendo la conquista del espacio exterior, no redimen la pobreza moral del siglo XX, que nadía podría haber concebido incluso en el siglo XIX.
Para el historiador ruso, los medios masivos de comunicación se incluyen entre los principales detonadores de la corrupción inmoral prevalente en los países modernos. Al respecto, se refirió al "letargo de la TV" y a la "música intolerable," y manifestó su inquietud de que los consumidores de medios masivos estan teniendo "sus almas divinas rellenas de chismes, tonterías, y pláticas vanas." 
La prensa se ​​ha convertido en el mayor poder dentro de los países occidentales, más poderoso que el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. Uno entonces gustaría preguntar: ¿con qué derecho ha sido elegida y a quién se hace responsable?. . .
La impaciencia y la superficialidad son la enfermedad mental del siglo XX, y más que en ningún otro lugar, esta enfermedad se refleja en la prensa. (Solzhenitsyn (1978), Harvard Commencement Address)
En concordancia con 1 Crónicas 29:12, Solzhenitsyn expresó que la fortaleza moral y espiritual que se necesitan, sólo pueden recuperarse poniéndose en las manos de Dios:
Todos los intentos para hallar cómo liberarnos del compromiso del mundo actual que nos lleva a la destrucción serán inútiles si no re-encausamos nuestra conciencia en arrepentimiento frente al Creador. Sin esto, ninguna salida se iluminará y buscaremos en vano. A las enfermas esperanzas de los dos últimos siglos, que nos han reducido a la insignificancia, y nos han trasladado al borde de la muerte nuclear y no-nuclear, sólo podemos proponer una búsqueda determinada de la mano cálida de Dios, la cual ha sido rechazado de forma imprudente y auto-confiadamente.   
Sólo de esa forma se podrán abrir nuestros ojos a los errores de este lamentable siglo XX, y nuestras manos podrán dirigirse a establecerse correctamente. No hay nada más a que aferrarse en este derrumbe de tierras: la visión conjunta de todos los pensadores de la Ilustración equivale a la nada. 

Nuestros cinco continentes están atrapados en un torbellino. Pero es durante adversidades como éstas que los mayores dones del espíritu humano se manifiestan. Si perecemos y perdemos este mundo, la culpa será solamente nuestra. (Solzhenitsyn 1984, Issue 36).  
A continuación un fragmento en Video:


El historiador ruso también expresó su desdén al materialismo imperante en los sistemas libertinos modernos:
Nuestra vida no consiste en la búsqueda del éxito material, sino en la búsqueda del digno crecimiento espiritual. Toda nuestra existencia terrenal no es más que una etapa de transición en el movimiento hacia algo más alto, y no debemos tropezar y caer, ni tampoco hemos de quedarnos por más tiempo sin dar frutos o subir un peldaño de la escalera. 
Las leyes materiales por sí solas no explican nuestra vida ni le dan dirección. Las leyes de la física y la fisiología jamás revelarán la forma indiscutible en la que el Creador constantemente, día tras día, participa en la vida de cada uno de nosotros, incansablemente otorgándonos la energía de la existencia; cuando esta ayuda nos deja, morimos. Y en la vida de todo nuestro planeta, el Espíritu Divino ciertamente se mueve no con menos fuerza: debemos entender esto en nuestra hora más oscura y terrible.  (Solzhenitsyn 1984, Issue 36). 
Solzhenitsyn en 1998, a sus 80 años, acopañado del chelista Mstislav Rostropovich.
(RIA Novosti archive, image #6624 / Yuryi Abramochkin / CC-BY-SA 3.0)
En febrero del 2003, el escritor Joseph Pearce viajó a Moscú para realizar una entrevista a Alexander Solzhenitsyn. La conversación de la reunión fue publicada en el boletín St. Austin Review. En uno de los fragmentos Solzhenitsyn manifestó su rechazo al humanismo: 
Joseph Pearce: "¿Siente usted que muchos de los problemas del mundo moderno se deben a un inadecuado percepción de la verdad espiritual y filosófica por la población en general?"  
Alexander Solzhenitsyn: "Eso es muy cierto. El hombre se ha puesto a sí mismo el objetivo de conquistar el mundo, pero en el proceso pierde su alma. Lo que es llamado humanismo, pero sería más correcto llamarlo antropocentrismo irreligioso, no puede dar respuestas a las preguntas más esenciales de nuestra vida. Hemos llegado a un caos intelectual."
En otro fragmento, consideró que todos los modelos económicos son repudiables si no se arraigan a la voluntad de Dios:
Joseph Pearce: "Un periodista británico declaró recientemente que usted cree que Rusia ha destronado las maldades del comunismo sólo para reemplazarlos con las maldades del capitalismo. ¿es esta una declaración que expresa de forma razonable la postura de usted? y, si es así, ¿cuáles cree que son los peores males del capitalismo?"  
Alexander Solzhenitsyn: "En diversos momentos a través de los años he tenido que demostrar que el socialismo, que para muchos pensadores occidentales es como una especie de reino de justicia, estaba, de hecho, lleno de represión, de codicia burocrática y corrupción y avaricia, y [siendo] consistente en sí mismo, ya que el socialismo no puede llevarse a cabo sin ayuda de la coerción. La propaganda comunista a veces incluiría frases como "adjuntamos casi todos los mandamientos del Evangelio en nuestra ideología". La diferencia es que el Evangelio pide que todo esto sea alcanzado por medio del amor, a través de auto-limitación, más el socialismo sólo utiliza la coerción. Este es un aspecto.
Sin ser tocados por el aliento de Dios, sin restricciones en la conciencia humana, tanto el capitalismo como el socialismo son repulsivos."  
(Solzhenitsyn (2003); Entrevista con Joseph PearceSt. Austin Review, Vol.2, No.2, February 2003).
En uno de sus escritos poéticos, Solzhenitsyn plasmó el siguiente pensamiento:

“¡Qué fácil es para mí el vivir contigo Señor! ¡Qué fácil es creer en Ti! 

Cuando mis pensamientos retroceden con desconcierto o se debilitan, 

cuando las personas más brillantes no ven más allá de esta noche,

 y no saben que hacer mañana,

Tú envías a mí la confianza clara de que Tú eres, 

y de que te asegurarás de que no se cierren todas los caminos del bien.” 
 (Solzhenitsyn, como se cita en Burg y Feifer 1972, p. 189).


Bibliografía:
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