Adaptado del Evangelio de Lucas, “La
Vida de Nuestro Señor” es una paráfrasis dickensiana sobre la vida, la obra
y el ministerio de Jesucristo. Fue escrita entre 1846 y 1849 y se terminó durante la misma época en que el novelista
escribía David Copperfield.
La obra (a la par con otros de sus escritos inspirados en su fe cristiana), tuvo el simple fin de inculcar a sus hijos la creencia en Dios que profesaba el propio escritor británico. Como es propio del estilo esperado, la narrativa exalta
los temas de virtudes morales cristianas, el gran amor de Cristo por la
humanidad y Su misericordia para con “lo vil y menospreciado” de la sociedad.
Como
señala Gerald Charles Dickens en su edición
de 1999; 2013, tras su publicación, la crítica literaria secular menospreció la
obra, señalando que no podría llegar a ocupar el lugar de los demás libros de Dickens. Sin embargo, el agrado y el recibimiento del público lector hizo que el librito se convirtiera en un best-seller en la lista del New York Times de ese año.
La
presente traducción, realizada a partir de una versión online en inglés, mantiene, en la medida de lo posible,
el estilo original del autor. Todas
las obras originales de Charles Dickens se encuentran en dominio público, por
lo cual, el presente traductor se permitió la libre y gratuita difusión de la obra,
en espera de que sea de gran bendición para la clase de lectores para quienes
fue escrita: los niños y niñas, tanto
de cuerpo, como de espíritu.
En su libro, Dickens escribía los siguientes pensamientos a su amada familia:
En su libro, Dickens escribía los siguientes pensamientos a su amada familia:
"...estoy muy ansioso de que sepan algo acerca de la Historia de Jesucristo, porque todo el mundo debería saber acerca de Él. Jamás ha habido alguien tan bueno, tan comprensivo, tan dulce, y tan empático con todas las personas que han hecho mal o que han estado enfermas o desafortunadas, como él. Y como Él ahora está en el Cielo, a donde espero que yo vaya y que todos nos encontremos después de morir y seamos felices por siempre juntos, jamás podrían imaginar cuan buen lugar es el Cielo, sin saber quién era él y qué es lo que él hizo..."
"¡Recuerden!: es cristianismo HACER EL BIEN siempre – incluso a aquellos que nos hacen el mal. Es cristianismo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y tratar a todas las personas como nos gustaría que nos Trataran a nosotros. Es cristianismo ser amable, misericordioso y clemente, y resguardar esas cualidades en nuestro corazón, y nunca hacer un alarde de ellas, ni de nuestras oraciones ni de nuestro amor a Dios, sino siempre manifestar que lo amamos a Él al tratar humildemente de hacer lo que es correcto en todo. Si hacemos esto, y si no nos olvidamos de la vida y de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, y buscamos actuar en base a ellas, podemos esperar confiadamente que Dios nos perdonará nuestros pecados y errores, y que nos permitirá vivir y morir en Paz." ~ Charles Dickens
Para leer el libro completo o descargarlo gratuitamente pueden visitar el siguiente link:
* Traducción especial para Creyentes Intelectuales.blogspot.com
Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz. Lucas 8:16-17.
ResponderEliminarSe dice en «El sueño de un hombre ridículo» de Dostoievski:
ResponderEliminar«Y mientras tanto, todo esto es tan sencillo: ¡en un solo día, en una sola hora, se arreglaría todo a la vez! Lo principal, lo más importante es amar a los demás como a uno mismo, y esto es todo, no se necesita nada más: enseguida se encontraría la forma de arreglarlo.»
En efecto, muchos escritores geniales han tejido textos memorables, emocionantes, irrepetibles. Pero hace un mes me ocurrió algo por completo inesperado, que quiero expresar en este blog y a propósito de esta entrada. Tras unos días de aguda angustia, cogí la Biblia y empecé a leer. No he leído mil libros, pero sí muchísimas decenas, entre ellas unos cuantos clásicos universales. He sentido tensión, interés, admiración, en algunos casos me he sumergido en una pompa maravillosa. Pero nunca, nunca jamás había sentido nada parecido a lo que experimenté cuando leí el Génesis. En el tercer capítulo («El pecado y sus consecuencias»), mientras leía las palabras de Elohim dirigidas a Adán y Eva, ya embadurnados de pecado, se me hizo un intenso nudo en la garganta y se me llenaron los párpados de lágrimas. Según leía el diálogo clave, esta sensación fue en aumento hasta el punto que perdí el contacto con la realidad, las palabras impresas tiraban de mí de una forma irresistible, las líneas temblaban ante mis ojos –¡temblaban de la conmoción que me provocaban!–. Nunca olvidaré esa experiencia. Tuve que dejar de leer para relajarme, para volver en mí. A muchas personas les parecerá una tontería, pero reitero que soy un lector de toda la vida, y que nunca me había sucedido nada parecido ni por lo más remoto. Usted es cristiano y no sé si le habrá ocurrido lo mismo. Lo que seguí leyendo sobre la descendencia de Caín ya fue, como siempre, como una lectura normal (ahí me he quedado por ahora). Pero juro que sentí en lo más hondo de mi corazón que en el Génesis hay algo que transciende todo, que va más allá de todo. Como si fuera un ser muerto, que ha olvidado todo, que toma por verdad lo más frívolo y que, de repente, hubiera sido conectado a una fuente primaria, primigenia, original, pura como (¿cómo qué? no hay nada con lo que compararlo). Si le digo la verdad, fue como si todo lo que me habían enseñado los hombres –incluso los más sabios– fueran nimios castillos de naipes en comparación con una verdad de una plenitud que solo puedo comparar con un éxtasis inexplicable.
He creído que era este un buen lugar para compartir tamaña experiencia. Me gustaría saber, por lo demás, si estaría usted dispuesto a dedicarle una entrada al filósofo Ludwig Wittgenstein: en sus diarios personales posee numerosas referencias al tema de la religión (y concretamente al respecto del cristianismo) como la siguiente:
«Creo entender que el estado de espíritu que produce la fe puede hacer bienaventurado al ser humano. Pues cuando el ser humano cree, cree de todo corazón, que el perfecto se ha entregado, ha sacrificado su vida por él, que con ello—desde el principio—le ha reconciliado con Dios, de modo que tú ahora no tienes más que seguir viviendo siendo digno de este sacrificio,— entonces eso tiene que ennoblecerlo, que elevarlo, por decirlo así, a lanobleza. Entiendo—diría—que esto es un movimiento del alma hacia la bienaventuranza»
No olvidemos que se trata del filósofo más importante del reciente siglo XX junto a Heidegger (que, por cierto, también recibió un funeral católico, lo que algo habla de religiosidad).
Un saludo y gracias por su labor.
Se dice en «El sueño de un hombre ridículo» de Dostoievski:
ResponderEliminar«Y mientras tanto, todo esto es tan sencillo: ¡en un solo día, en una sola hora, se arreglaría todo a la vez! Lo principal, lo más importante es amar a los demás como a uno mismo, y esto es todo, no se necesita nada más: enseguida se encontraría la forma de arreglarlo.»
En efecto, muchos escritores geniales han tejido textos memorables, emocionantes, irrepetibles. Pero hace un mes me ocurrió algo por completo inesperado, que quiero expresar en este blog y a propósito de esta entrada. Tras unos días de aguda angustia, cogí la Biblia y empecé a leer. No he leído mil libros, pero sí muchísimas decenas, entre ellas unos cuantos clásicos universales. He sentido tensión, interés, admiración, en algunos casos me he sumergido en una pompa maravillosa. Pero nunca, nunca jamás había sentido nada parecido a lo que experimenté cuando leí el Génesis. En el tercer capítulo («El pecado y sus consecuencias»), mientras leía las palabras de Elohim dirigidas a Adán y Eva, ya embadurnados de pecado, se me hizo un intenso nudo en la garganta y se me llenaron los párpados de lágrimas. Según leía el diálogo clave, esta sensación fue en aumento hasta el punto que perdí el contacto con la realidad, las palabras impresas tiraban de mí de una forma irresistible, las líneas temblaban ante mis ojos –¡temblaban de la conmoción que me provocaban!–. Nunca olvidaré esa experiencia. Tuve que dejar de leer para relajarme, para volver en mí. A muchas personas les parecerá una tontería, pero reitero que soy un lector de toda la vida, y que nunca me había sucedido nada parecido ni por lo más remoto. Usted es cristiano y no sé si le habrá ocurrido lo mismo. Lo que seguí leyendo sobre la descendencia de Caín ya fue, como siempre, como una lectura normal (ahí me he quedado por ahora). Pero juro que sentí en lo más hondo de mi corazón que en el Génesis hay algo que transciende todo, que va más allá de todo. Como si fuera un ser muerto, que ha olvidado todo, que toma por verdad lo más frívolo y que, de repente, hubiera sido conectado a una fuente primaria, primigenia, original, pura como (¿cómo qué? no hay nada con lo que compararlo). Si le digo la verdad, fue como si todo lo que me habían enseñado los hombres –incluso los más sabios– fueran nimios castillos de naipes en comparación con una verdad de una plenitud que solo puedo comparar con un éxtasis inexplicable.
He creído que era este un buen lugar para compartir tamaña experiencia. Me gustaría saber, por lo demás, si estaría usted dispuesto a dedicarle una entrada al filósofo Ludwig Wittgenstein: en sus diarios personales posee numerosas referencias al tema de la religión (y concretamente al respecto del cristianismo) como la siguiente:
«Creo entender que el estado de espíritu que produce la fe puede hacer bienaventurado al ser humano. Pues cuando el ser humano cree, cree de todo corazón, que el perfecto se ha entregado, ha sacrificado su vida por él, que con ello—desde el principio—le ha reconciliado con Dios, de modo que tú ahora no tienes más que seguir viviendo siendo digno de este sacrificio,— entonces eso tiene que ennoblecerlo, que elevarlo, por decirlo así, a lanobleza. Entiendo—diría—que esto es un movimiento del alma hacia la bienaventuranza»
No olvidemos que se trata del filósofo más importante del reciente siglo XX junto a Heidegger (que, por cierto, también recibió un funeral católico, lo que algo habla de religiosidad).
Un saludo y gracias por su labor.
EliminarEstimado Alex, mil gracias por escribir y compartir tu experiencia tan maravillosa e importante; única y especial. Me encanta cuando dices que sentiste en lo más hondo de tu corazón "que en el Génesis hay algo que transciende todo, que va más allá de todo." Vengo tocando el tema del Génesis otra vez y aprovecho para animarte a que le eches un vistazo a la última entrada, titulada "Todo Es Espiritual (por Rob Bell)", donde se aborda esta sensación de la que hablas.
En mi caso no ocurrió con el primer libro de la Biblia sino con el último. Yo me volví creyente de las Escrituras al leer ciertas profecías en el libro del Apocalipsis, la Revelación dada a Juan, con la cual me quedé muy sorprendido de la exactitud con que se determinan cosas que estuve viendo con mis propios ojos, día tras día. En efecto, uno se siente anonadado, atónito, cuando el Espíritu Santo de Dios le abre a uno los ojos de una manera un tanto indescriptible, y me parece que eres afortunado.
¿Qué otra cosa puede decirte todo esto sino que hay algo único y especial que se revela en la Biblia? Digan lo que digan, que no te importe la habladuría o el decir del hombre; tú tienes tu experiencia y nadie te la puede quitar: es algo que viviste y te indica una dirección ciertamente. Me dices que estabas en angustia, tomaste la Biblia, leíste el Génesis 3, y luego te vino este éxtasis.
Cuando hablas, mi estimado Alex, de "una fuente primaria, primigenia, original, pura", te ruego que no te olvides lo que los Creyentes Intelectuales han venido hablando o reconociendo: que Dios es la Causa Primera, el Único, eterno y Santo, que quiere que todos vengan al conocimiento de la verdad. Verdaderamente al toque de Dios no hay nada con lo que se le pueda comparar. David escribía en los Salmos: "Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿quién como Tú, poderoso SEÑOR?" (Salmos 89.8); "SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al afligido...?" (Salmos 35.10); "Porque tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos, tú que has hecho grandes cosas; oh Dios, ¿quién como tú?" (Salmos 71.19); "No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor, ni hay obras como las tuyas. Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre" (Salmos 86.8).
Lo de los castillos de naipes me encanta como lo describes. Job escribió que "Dios atrapa a los sabios en su propia astucia y desbarata sus ingeniosas maquinaciones", y así terminamos por reconocerlo. Como está escrito: "No vale sabiduría, ni entendimiento, ni consejo, frente al SEÑOR" (Proverbios 21.30). Cuando el entendimiento de Dios te viene, Él es, y sólo Él.
Haz creído bien al pensar en este como buen lugar para compartir tu experiencia. Estoy encantado de leerla y de volverte a escribir porque aunque a mí no me pasó al principio con la lectura de Génesis, sí te puedo decir que me ha pasado y me pasa muchas ocasiones durante la oración personal y privada con Dios: Jesús dijo que cuando fueras a orar a Dios, buscándole, fueras a tu recámara o habitación, con la puerta cerrada, y allí, oraras a tu Padre Celestial, quien ve las cosas secretas y te recompensará por ir a Él y sólo a Él (Mateo 6:6), no a los hombres. Como Dios dijo a su pueblo por medio del profeta Jeremías: "Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré hallar de vosotros--declara el SEÑOR-- y restauraré vuestro bienestar..." (Jer. 29.12-14). Como Jesús dijo: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá" (Mateo 7.7-8).
EliminarTodas estas son promesas del Dios al que invoco; al Creador y dador de Vida; y cuando vas a Él como Él dice que vayas, perdonando sus ofensas a todos los que te han causado mal, y confesando tus maldades e iniquidades delante de Él, Él ciertamente responde y responde rápido, porque Dios es pronto para la misericordia y tardo para la ira.
Me llama la atención que te haya ocurrido en el Capítulo 3 del Génesis, en el cual se habla de las consecuencias del pecado, de la desobediencia a Dios, de ser desagradecidos con Él y de desviarse de sus caminos: como pudiste leer, la consecuencia es una separación de Dios. Dios es santo y no puede tener comunión con el que está en el pecado. El pecado trae consigo aflicción y dolor, pero yo te digo que continúes buscando y que te guíe el Espíritu de Dios, porque no tienes que pasar ello ya más: esa separación que se tiene ante Dios es restaurada por medio de Su Palabra, Jesucristo, cuando tu decides ir a él, renunciando a toda la maldad que haz hecho y buscar la Verdad y la Justicia. Yo te recomendaría que, si puedes, en lo que progresas con tu lectura de la Biblias, leas a la par el Evangelio de Juan, desde el primer capítulo, y que ores con absoluta sinceridad delante de Él para recibir entendimiento.
En lo demás, por supuesto que estoy dispuesto a tu servicio y me encantará investigar sobre Wittgenstein. En cuanto tenga más material y disponibilidad de tiempo lo publicaré con mucho gusto.
Es un placer escribirte Alex. Te animo a que sigas buscando a Dios, con más fuerza y profundidad. Te arrepentirás de todo, pero JAMÁS te arrepentirás de tener una relación cercana y personal a Él. Te aseguro que lo que los profetas han exaltado sobre la grandeza, la santidad, la omnisciencia, el omnipoder, la justicia y el amor de Dios, es todo cierto. Que Dios te bendiga, que Su amor se manifieste en tu vida y en tu mente, y que puedas encontrar el camino a Él.
Un abrazo y gracias a ti por leer y escribir.
Juan 14:6
Muchas gracias por tu pronta y generosa respuesta. Me queda un largo camino por recorrer y mucho que experimentar (y mucho que leer). Estoy en un proceso de búsqueda espiritual, y aunque sé que el camino es la luz, la tentación de discurrir por la oscuridad siempre está presente, en la medida en la que en dicha tinieblas uno puede esconderse de sí mismo y de sus faltas, convenciéndose de que nadie le ve, y satisfecho de no poder ver a nadie, para así poder dedicarse a sí mismo y elaborar fantasías egocéntricas alrededor de sí. Me siento como se sentía Tolstói cuando le ocurrió lo mismo, o cuando C. S. Lewis sentía que "huía de Dios", pero que cada vez le sentía más cerca, cada vez más inevitable: es imposible esconderse de él. Porque la fe es confiar, ¿y cómo puede confiar fácilmente alguien que ha sido tan cínico, resentido, prácticamente paranoico como yo? Pero por el momento, por suerte, creo que voy en la buena dirección. Zigzagueando a veces, sí, pero hacia la luz a fin de cuentas. Ojalá no pierda el camino nunca.
EliminarRespecto al Génesis, creo que no existe descripción tan concisa y sublime del origen de la decadencia humana, la razón de todos sus pesares, de su desconfianza mutua, su infelicidad, su inconformismo insaciable y absurdo. Creo que cuando leí el Génesis supe la causa de mi infelicidad, y supe también la causa de mi corrupción moral. Por tratar de ser yo el que juzga en vez del que ha de ser juzgado, por comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, ignorando que no soy nadie para juzgar, y que «en cuanto polvo eres [soy] y has [he] de tornar al polvo».
He visitado y leído tu entrada reciente «Todo es espiritual», y he visto la conferencia entera de Rob Bell que en ella se adjunta. Me ha parecido muy útil, y me encanta lo que dice al final de «He aprendido que en este mundo lo que buscas lo encontrarás. Si quieres ser cínico, hay mucho por lo que ser cínico. Si quieres ser escéptico, hay mucho por lo que ser escéptico. Si quieres ser pesimista, hay mucho por lo que ser pesimista. Lo que busques lo encontrarás. (...) y pueden ver todo esto y decir "No está pasando nada más". Sí, espíritu, solplar; todo eso es inventado por la gente religiosa para soportar el dolor de la vida". Puede ver todo esto y decir: "No hay nada más, no está pasando nada más, es un montón de cosas" O puedes elegir ver la maravilla y la belleza y asombrarte (...) Lo que busques lo encontrarás. Lo que estamos buscando está aquí.»
Un saludo.
Hola amigo no quiero escribirte con palabras y mas palabras sino decirte lo sencillo.
EliminarEn esa búsqueda que estas, en esas dudas y preguntas que Dios las conoce el quiere hacer el milagro, Dios desea darse a conocer en Ti. Todo es un proceso.
Jesús Dijo EL que Cree Guarda Mi Palabra, el que no Guarda no cree.
Es como si continuamente algunos en un momento buscan acercarse a Dios o conocerlo de una manera exploratoria y vamos leyendo libros, experiencias y cosas que muchas veces pueden hacer confundir en ese camino para eso esta nuestro enemigo para engañar, confundir y cegar.
Y Descuidamos el Principal escudriñar su Palabra ....Digo yo que a los 25 años Nací de Nuevo, Nací en espíritu, antes si me sucedieron cosas muy lindas y sobrenaturales que me mostraban que Dios estaba en todo ese trecho de búsqueda el estaba con migo, El sabia lo que estaba pasando y pensando. El conoce todo.
Pero el quiere morar en nosotros el quiere estar dentro de nosotros y eso sucede cuando nacemos de Nuevo, cuando se cumple su palabra " El nacimiento de espíritu" Hoo cuando eso sucede es como si entiendes todo lo que te preguntabas, ya Dios deja de ser algo como lejano y pasa a ser mi amigo, comprendo cosas como el amor verdadero, y el anhelo desde ese momento es hacer mas y mas su voluntad y acercarme y conocerlo mas a El.
Entonces seria creer de veras, En Jesús que el camino el portal a Dios. y eso si de veras creemos lo sabe Dios porque el conoce nuestros pensamientos, y obviamnete en el creer va ver un aferramiento de mi haca Dios y su Palabra y Dios va ser el Que decide cunado estas listo para nacer en espíritu.Se va todo Dolor angustia, miedos, dudas, y llega la felicidad plena que la tenemos en El, comienza una verdadera lucha contra nosotros mismos, contra mi cuerpo mi carne mis deseos y pensamientos que van contra los de Dios. Abrazo a Todos, Dios los Bendiga y este con Ustedes. Abrazo en el amor de Cristo.